La edad, el género y el origen pesan más que nunca a la hora de trazar el perfil del sector que se desliza por la pendiente de la exclusión social en Gipuzkoa. Mujeres migrantes y jóvenes sin hogar son los dos colectivos que con más frecuencia llamaron el año pasado a las puertas de Cáritas en el territorio. Y ocho de cada diez solicitantes de ayuda son de origen extranjero. Son en total 17.213 personas atendidas durante el año pasado, con un incremento de casi 2.000 personas respecto a 2021.

Los datos de la Memoria de Cáritas relativos a 2022, presentados este martes por el equipo directivo de la entidad en rueda de prensa en Donostia, dibujan una curva ascendente de atenciones en un contexto en el que parece agravarse la “fractura social” en Euskadi, con una pobreza “severa que se invisibiliza”.

A pesar de una cierta recuperación económica, algo que paulatinamente va percibiendo parte de la población, la inflación media del 8% registrada durante el año pasado ha traído consigo “un empobrecimiento significativo” entre quienes ya se encontraban en una situación de precariedad. Así lo refleja el perfil de las personas atendidas el año pasado en Gipuzkoa. La pobreza es femenina e inmigrante. Si en 2021 representaban el 51% de las solicitudes, el pasado año este porcentaje ascendió al 56%.

Son en total 6.060 hogares atendidos por Cáritas Gipuzkoa en 2022. “Estamos hablando de una situación de exclusión residencial que no siempre se traduce en personas viviendo en la calle. También hay quienes se encuentran en condiciones de infravivienda, es decir, en riesgo de perderla o habitando en unas instalaciones que no son las adecuadas”, ha detallado José Emilio Lafuente, secretario general de Cáritas en Gipuzkoa, que ha comparecido junto al director diocesano de la entidad, José Ramón Aramendi, y Kontxi Elespe, administradora de Cáritas.

Se refuerzan tres brechas

Según refleja el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Euskadi 2021, se encuentra en esa situación de precariedad el 16,3% de la población del País Vasco. El balance de actuaciones realizado en Gipuzkoa durante el año pasado permite observar que se han reforzado en el territorio tres de las brechas que ya apuntaba este mismo estudio.

Así, se constata que “la tasa de exclusión de la población menor de 30 años es 1,15 veces superior a la media, y se multiplica por diez con respecto a la que ha rebasado los 65 años”. También la brecha de género persiste. Y tercer aspecto clave: seis de cada diez hogares encabezados por una persona de origen extranjero se encuentran en situación de exclusión social.

Desde la entidad alertan de que actualmente existe una relación directa entre las nuevas bolsas de pobreza que se vienen registrando y el marco legal “restrictivo” de la Ley de Extranjería. En el centro del problema, jóvenes autónomos con formación en sus países de origen que siguen encontrando serias dificultades para hacerse un hueco laboral en el territorio.

Y sin trabajo, no hay vivienda, y difícilmente se pueden cumplir así los requisitos para acceder a prestaciones públicas. Un colectivo que además no cuenta con una red de apoyo social suficiente, según viene observando Cáritas. Aramendi recuerda a este respecto los datos que dejó el recuento nocturno de Kale Gorrian. El estudio cifró a finales de octubre del año pasado en 661 el número de personas de vida en calle en Euskadi. Se contabilizaron un total de 220 personas sin techo en Donostia. “Tenemos nuestros centros de atención y las instituciones públicas colaboran para dar respuesta a esta realidad, pero se trata de muchas personas jóvenes a quienes hace falta ayudar”, señala el director de Cáritas en Gipuzkoa.

El delegado episcopal de Cáritas, Xabier Andonegi, reconoce en la memoria que se trata de una realidad que “nos preocupa especialmente. Reforzamos el acompañamiento a las personas sin hogar en el territorio de Gipuzkoa, ya que para escándalo de todos siguen siendo insuficientes los esfuerzos que reduzcan el sinhogarismo”. Dentro del área de personas sin hogar de la entidad se pudo atender el año pasado a 683 personas. Entre otros recursos, Cáritas dispone del Aterpe, que mantiene el centro de día y al que se ha integrado el programa Eutsi para poder atender y acompañar a personas sin techo que requieran de una mayor atención. Este recurso cuenta con 32 plazas.

Perfil cada vez más joven

El recuento nocturno de Kale Gorrian, que también se realizó en otras muchas ciudades del entorno, constituye una metodología de indudable valor para conocer, en un momento determinado, cuántas son y qué características tienen las personas sin recursos. Esa fotografía reveló que las calles de Donostia y Bilbao acogen al 71,3% (471 personas), con cifras muy superiores a Gasteiz (41 personas), y muy por encima de otros municipios guipuzcoanos como Irun (21), Errenteria (14) o Tolosa, con ocho personas localizadas.

Se constata un perfil cada vez más joven. De hecho, el 80% de la población atendida por Cáritas Gipuzkoa es menor de 44 años. Se trata de “un indicador que nos preocupa y reta tanto a las entidades sociales como a las administraciones públicas”, admite la entidad diocesana, que aboga por tomar medidas y desarrollar políticas públicas que faciliten el “futuro digno de este grupo social”. Como consecuencia de esta creciente demanda, los apoyos económicos que ha prestado Cáritas se han incrementado durante el pasado año hasta los 3.157.322 euros, principalmente destinados a paliar necesidades de subsistencia y gastos de vivienda.

En el conjunto del País Vasco se atendió el año pasado a un total de 34.288 personas, 1.859 más que en 2022, lo que representa un aumento de casi un 5,5%, en su mayoría jóvenes migrantes sin vivienda, así como mujeres, muchas de ellas con hijos a su cargo. En el conjunto de Euskadi se destinaron 6,9 millones en ayudas y se contó con la colaboración de 3.575 personas voluntarias, un 73% de ellas mujeres.

Otro de los factores que explica el mayor volumen de atenciones que se ha prestado en Gipuzkoa guarda relación con el apoyo a personas desplazadas por la guerra de Ucrania. En total, entre el 1 de marzo y el 31 de diciembre del año pasado, Cáritas acompañó a 458 familias y a un total de 947 personas. “La guerra en Ucrania es uno de los hechos más significativos y con mayor impacto en nuestra actividad”, reconoce la entidad diocesana.