Mirando a los ojos de las víctimas, de los agresores, de sus familias, y de los profesores. Cara a cara con el problema. Así ha desarrollado su carrera la tercera psicóloga que nos atiende. Trabaja en el equipo de Esti Ansotegi, en el grupo Ortzadar. Lleva muchos años en programas de convivencia y trabajó también en Educación. En el último año ha impartido una quincena de charlas en todo Gipuzkoa dentro del programa Treba Gurasoak puesto en marcha la Diputación de Gipuzkoa para abordar el caso del acoso escolar.

Asegura que “no hay ni un caso igual”, pero que “a menudo provocan mucho sufrimiento”. Algunos se solucionan “rápido con la colaboración de las familias”. Otro no tanto, pero “la mayoría de los casos que he conocido, se han reconducido si las familias colaboran; son casos que se resuelven con éxito. Pero hay otros que se enquistan”, admite.

“He conocido protocolos, y he tenido la suerte de no tener casos como los que hemos tenido ahora mismo, con estos desenlaces de muerte. Pero sí he visto a familias que se han tenido que ir del centro. Siempre se les dice que no tienen ninguna culpa. Se trabaja mucho en ese aspecto, pero es muy duro. Cuando no consigues trabajar con la otra parte, es muy difícil; y luego hay que tener en cuenta que los acosadores son niños; no delincuentes”, reflexiona. Admite que el suyo es un trabajo de “gran desgaste”.

“He tenido la suerte de no vivir casos de suicidio, pero sí he visto a familias que se han tenido que ir del centro”

Psicóloga de Ortzadar - Programa Treba Gurasoak

Y esto levanta ampollas. “Este es un tema superdelicado, que hiere muchas susceptibilidades”, reconoce. Lo ve en las charlas que imparte. “Estamos ante niños que no son delincuentes. Sé que ese mensaje duele a las familias de las víctimas, pero es así. Son niños. Tenemos que intentar que esa conducta, si te toca, se reconduzca. Las víctimas se preguntan: ¿por qué me toca a mí? La palabra reina de estas charlas es: injusto. Es injusto. Pero también para la otra parte lo es muchas veces, por la vida que le ha tocado”.

Su diagnóstico es claro cuando le preguntamos por quién acosa: “Hay niños con mucho problema de falta de empatía y de gestión emocional. Nadie les ha enseñado a gestionar su rabia, su ira, y ese ego tan grande”.

A sus charlas a veces acuden “más madres que padres”; en “alguna ocasión van profesores”, personas que “han sufrido acoso” en el pasado y “habitualmente sale alguien que su hijo ha sufrido acoso y se empiezan a derrumbar, y a llorar desde que empieza la charla”.

“¿Sabes lo difícil que es llamarle a una familia para decirle que su hijo es un acosador?”

Psicóloga de Ortzadar - Programa Treba Gurasoak

Muchos padres y madres “tienen la sensación de que se tapan los casos” en los centros escolares. “No estoy de acuerdo”, dice con rotundidad: “Lo primero que se pide es confidencialidad y ahí hay mucha información que la otra familia, la de la víctima, no tiene. Es lo que marca la ley, porque son menores. Las medidas que se tomen con el acosador, con la familia, no se le dicen a los demás. Parece que no se hace nada, pero yo te digo que sí. En el tema de la convivencia se invierte muchísima energía”.

“Mi mensaje sobre todo es que cada caso es diferente, que es muy difícil abordar casos así, pero la idea siempre es proteger a la víctima y cambiar la conducta de la persona agresora. Por mucho protocolo que haya, nunca se toman las mismas medidas, porque la problemática de cada acosador y de sus familias son diferentes: “Algunos casos se derivan a psiquiatría porque puede haber un trastorno mental; otros, a asuntos sociales; y a veces puede ser que en el mismo centro se detecte la necesidad de medicación de un alumno”, asegura.

“Suelen ser niños que tienen tanta falta de control en tantos ámbitos de su vida que esto alimenta su ego”

“Para eso hay perfiles en el centro escolar, para acompañar”. Ella ha formado a muchos de ellos, pero reconoce que cuando los profesores eligen serlo, “nadie cuenta con que este tipo de casos está en la profesión. Entran con la idea de enseñar, pero la convivencia es fuerte”.

“Poneos en la piel del profesor que tiene que hacer la llamada. Sé de lo que hablo, las dificultades de lo que se encuentran. ¿Sabes lo difícil que es llamarle a una familia y decirle que su hijo es un acosador? No puedes decírselo por teléfono, ni de forma fría. Solemos hacer roll playing, una simulación de ponerles en situación. Es muy difícil. Un padre me preguntaba en un charla por qué los niños con trastorno mental, que los hay, están en las aulas. Pues porque la ley de inclusividad es esa”, explica.

“Muchos padres y madres tienen la sensación de que se tapan los casos en los centros escolares. No estoy de acuerdo"

Ahora pongámonos en el otro lado: “Imaginad que un día os llaman y que van a abrir el protocolo y que tu hijo puede ser quien está acosando. La primera reacción de las familias del acosador suele ser la negación. Mi hijo no. Rabia. Cada parte reacciona de una manera.

Asegura que a menudo siente “pena” por los acosadores: “Yo digo que suelen ser niños que tienen tanta falta de control en tantos ámbitos de su vida que esto les hace controlar la situación y eso alimenta su ego. Necesitan tener el control de algo”.