El interior de Gipuzkoa se convirtió durante la recta final de 2022 en terreno abonado al delito. A falta de conocer el balance oficial de criminalidad del año pasado, un avance de los datos que maneja la Ertzaintza cifra en 146 robos perpetrados en comercios y empresas del interior de Gipuzkoa, especialmente durante los meses de octubre y noviembre y con el Goierri en el epicentro de una actividad delictiva que se atenuó a partir del mes de diciembre. 

Hay por estos hechos un total de 21 personas imputadas, según el informe elaborado por el oficial de investigación de la Jefatura Territorial de Gipuzkoa, al que ha tenido acceso NOTICIAS DE GIPUZKOA. Con respecto a la autoría de estos hechos, todas las personas arrestadas , “tanto nacionales como extranjeros”, cuentan con antecedentes policiales por un delito de robo con fuerza. Así se desprende de los datos recogidos por la Ertzain-etxea de Oria, donde se han tramitado todas las denuncias interpuestas.

“En la carnicería, en la panadería, en el hogar del jubilado, en unos garajes. Ha sido un no parar; Sabíamos que nos tocaba ya”. El pasado 30 de noviembre, este periódico se hacía eco de la amarga resignación con la que Josebe Peralto, una pescatera de Ormaiztegi, reconocía haber sido víctima de un robo en su establecimiento que, para esta mujer, era algo así como la crónica de una muerte anunciada. Como bien apuntaba, no fue ni mucho menos un episodio puntual. 

Pueden dar fe de ello los titulares de comercios, talleres, bares, locales y empresas de diferentes municipios guipuzcoanos que han interpuesto un total de 146 denuncias por estos hechos. Según la información facilitada por la Ertzaintza, Ordizia es la localidad más afectada, con un total de 41 robos, a la que siguen Beasain (36), Tolosa (27), Olaberria (12), Ormaiztegi (10), Lazkao (6), Zaldibia (5), Legorreta (4), Idiazabal (3) y Segura, con dos. 

Detrás de estas cifras hay también incursiones en garajes y trasteros, donde se sustrajeron bicicletas, patinetes eléctricos y equipamientos de esquí para revender. Delitos cuyo índice de resolución, según indican los agentes, fluctúa entre el 20-25%.

El repunte de octubre y noviembre

El informe de la Ertzaintza constata que fue durante los últimos meses del año cuando se detectó “un incremento de robos, con valores superiores a la media, en comercios y espacios cerrados”. Principalmente en las localidades de Beasain, Idiazabal, Ordizia, Ormaiztegi y Zaldibia. Un repunte delictivo que en estos primeros compases de 2023 se ha atenuado volviendo a registrarse “datos con valores medios”.

El oficial de investigación reconoce que los delitos de robo con fuerza en espacios cerrados en Gipuzkoa “han aumentado” con respecto a 2021 y 2020, si bien la comparativa en todas las tipologías delictivas queda desvirtuada al tratarse de dos años afectados por una pandemia que impuso restricciones a la movilidad. “Si lo comparamos con datos de 2019, los robos en espacios cerrados se moverían en valores similares de incidentalidad delictiva”, matiza . 

La Ertzaintza divide en dos grupos a los delincuentes. Por un lado los “oportunistas”, que por lo general operan en solitario. “Son robos que carecen de especialización alguna y actúan generalmente sobre los comercios o locales que son más accesibles”, indican las mismas fuentes. 

Acostumbran a seguir un mismo guión: fracturan la puerta de acceso y la cerradura “con un destornillador o similar”. También es habitual que accedan a los locales forzando o rompiendo alguna ventana (lateral o trasera), para llevarse el dinero de la caja registradora una vez que están dentro. 

Aunque ese es su objetivo principal, si encuentran algún otro producto de interés –ordenador o móviles–, también se hacen con él. “Los bares y restaurantes suelen ser los comercios más afectados porque disponen también –añade la Ertzaintza– de máquinas de juego o tabaco, que suelen ser forzadas una vez acceden al local”. Un modus operandi que se repite en las sociedades gastronómicas.

Grupos semiorganizados y "multirreincidentes"

De modo paralelo, en Gipuzkoa operan también “grupos” semiorganizados, normalmente de carácter comarcal. Se trata de bandas de varios integrantes que se dedican sistemáticamente a perpetrar robos con fuerza, generalmente en espacios cerrados y empresas. 

Cuentan “con antecedentes delictivos y son multirreincidentes”. Según informa la Ertzaintza, suelen actuar en grupos de 3-4 personas, y entre sus miembros alternan las labores de vigilancia, el robo y la huida en vehículo del lugar de comisión del delito. No son principiantes, pero tampoco responden al perfil de bandas organizadas procedentes de otras provincias del Estado, como sí ocurre con otras modalidades delictivas como por ejemplo los robos en domicilios. 

“Es realmente excepcional la detección de este tipo de grupos en Gipuzkoa”, señala la Ertzaintza, en referencia a esos otros grupos especializados “que estudian sus objetivos y actúan mediante alunizajes” tras hacerse con un vehículo. 

En robos como los que han afectado a comercios de Gipuzkoa, sus autores “fuerzan cajas fuertes si las encuentran, y desvalijan género si ese es el objetivo, como bebidas alcohólicas en almacenes, tabaco en estancos, y productos en comercios del sector como carnicerías o queserías”, expone el oficial. Pueden acceder a las empresas a través de butrones realizados in situ, “sin preparación ni antelación previa si se da el caso”.