La abogada Cristina Ramos, a través de la asociación Clara Campoamor, se ha personado en el proceso judicial abierto contra el violador en serie de Gipuzkoa, en el que ha representado a cinco de sus víctimas. “Es muy duro ver cómo lo han pasado. Estamos hablando de mujeres que sufrieron esas agresiones sexuales hace diez años, que llevaban un proceso y que tras el juicio del año pasado han tenido que revivir lo ocurrido, e iniciar un nuevo proceso. Todavía tienen secuelas”, reconoce la abogada. 

Ramos mantiene a día de hoy contacto con todas ellas, que aguardan expectantes la sentencia del juicio celebrado el pasado mes de septiembre por una presunta violación y dos tentativas de agresión sexual ocurridas en Andoain, Tolosa y Anoeta. Es la tercera ocasión en la que el violador en serie se sentaba en el banquillo de los acusados, tras ser condenado previamente a 12 y 9 años de cárcel respectivamente por dos agresiones cometidas en Beasain y en Lasarte-Oria, penas confirmadas por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) y que han sido recurridas ante el Supremo. 

“Todas las víctimas señalan que después del juicio, cuando por fin pudieron expresar todo lo ocurrido, es cuando mejor se han quedado”, asegura la letrada. El procesado fue condenado a nueve años de prisión por una violación cometida en Lasarte-Oria la mañana del 1 de enero de 2020. Una pena que fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV).

En el rellano de la escalera

En la otra, fue condenado a quince años por unos hechos ocurridos la madrugada del 13 de julio de 2019 en Beasain, donde el inculpado abordó a una chica a la que conocía previamente, en el rellano de la escalera del domicilio de la mujer, la introdujo en la vivienda y la dejó inconsciente con cloroformo, tras lo que la violó. No obstante el inculpado recurrió al TSJPV que finalmente rebajó su pena hasta los 12 años. Precisamente, este último caso fue el que puso fin a sus agresiones ya que permitió su detención tras una minuciosa investigación en la que la Ertzaintza determinó que el agresor era una de las pocas personas que sabía que aquella noche estaría sola en su casa.

La abogada de las víctimas lamenta que, más allá de los casos mediáticos, “por desgracia todos los días está el juzgado lleno de casos de violencia hacia las mujeres. En algunos casos son penas elevadas, pero por lo general no son muy grandes, y no trascienden”.