Envejecen los médicos, se marchan los jóvenes recién formados por falta de atractivo, y aumenta la demanda sanitaria en los últimos años. Un cóctel explosivo que aflora el “malestar creciente” de muchos profesionales sanitarios, no solo en la OSI Donostialdea. 

¿Está empeorando la sanidad pública vasca? La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, puso especial énfasis ayer en asegurar que la asistencia sanitaria no se verá afectada por la crisis abierta en la OSI Donostialdea. Quiso enviar un mensaje de “tranquilidad” a la ciudadanía y dijo que la nueva dirección intentará “mejorar aún más” el buen servicio que ya se ofrece en el servicio vasco de salud. Sin embargo, el debate sobre las listas de espera y la saturación de las Atención Primaria, está en la calle. 

Fuentes médicas ajenas a este conflicto consultadas por este periódico, confirman que en los últimos años perciben el “progresivo deterioro de la sanidad pública, especialmente en Atención Primaria”. Así lo confirmaba ayer también el jefe de Neurología del Hospital Universitario de Donostia, uno de los firmantes de la carta contra la dirección de Osakidetza. 

“No hace tanto tiempo podíamos presumir de ser los más avanzados no solamente en capacidades, sino también en gestión”, aseguró ante las cámaras de ETB Adolfo López de Munain. Él y sus compañeros hablan de servicios que se derivan o se centralizan en otros hospitales, pero sobre todo sin una clara explicación o argumentación técnica para justificar dichas decisiones. 

Relevo generacional en el aire

En los próximos cinco años, alertan, se van a jubilar el 30% de la plantilla médica del Hospital Universitario de Donostia, donde ya habría un ratio menor de recursos por número de habitantes; hasta un “25% menos” que en otras zonas. Mientras tanto, siguen sin establecerse, en su opinión, las bases para que se produzca de forma razonable y efectiva el necesario relevo generacional.  

En este sentido, hablan de “precariedad laboral” y de “falta de focalización a los jóvenes especialistas, sin directrices hacia dónde dirigir sus pasos post-especialización”, lo que  “lastra su desarrollo y adaptación a las necesidades sanitarias de la población”. 

Aseguran que se está “perdiendo efectividad en la prestación de servicios a la ciudadanía, en un momento especialmente crítico, donde confluyen las secuelas de una epidemia que ha colapsado durante meses la asistencia normalizada, la escasez de profesionales cualificados agravada por una gestión de los recursos humanos anquilosada y poco atractiva para retener y atraer profesionales, junto con un imparable incremento de la demanda sanitaria ante el que no se plantean las reformas necesarias”. 

Creen que, pese a las “reiteradas promesas de los sucesivos consejeros, se mantienen las OPES con un diseño obsoleto e inadecuado” que genera a la “mayoría de nuestros jóvenes profesionales, posiciones de interinidad que alcanzan hasta los 20 años tras su incorporación real a la organización”.  

La solución, reconocen, pasa por hacer mejor las cosas, sí, pero también de poner más dinero. “Somos muy conscientes de que muchas de estas medidas implican más inversión y que los presupuestos de Osakidetza, que ya son los más altos de su historia, son financiados en parte con una emisión de deuda creciente a pesar del incremento en la recaudación. El debate está abierto y la crisis de la OSI Donostialdea, probablemente sin cerrar definitivamente.