Hace poco más de un mes que se anunció que Miren Elgarresta sustituía a Izaskun Landaida al frente de Emakunde, responsabilidad que asume tras haber dirigido el área de Igualdad de la Diputación Foral de Gipuzkoa durante siete años. Con muchos retos por delante y casi 35 años de historia del Instituto Vasco de la Mujer como huella, Elgarresta comparte con NOTICIASDEGIPUZKOA reflexiones, deseos y evidencias.

De la Diputación Foral de Gipuzkoa al Gobierno Vasco. ¿Más responsabilidad y preocupación?

No me gusta pensar que hay más responsabilidad en un espacio de trabajo que en otro. Cada uno tiene su campo de juego y se asume la responsabilidad que corresponde. No haría una diferencia en este sentido. Soy una persona que afronta los retos con total responsabilidad. 

Hablamos de otras dimensiones.

El campo de juego es mayor y también lo es la red de relaciones. El nivel de gestión, a priori, también tiene mayor dificultad. Eso lo afronto además de con mucha ilusión, con muchas ganas de aprender. Ante nuevos retos se tiene mucho que aportar y mucho que aprender. Así lo he asumido en toda mi carrera profesional, cuando fui veterinaria y desde que tengo un cargo público desde 2015.

¿Mayor volumen y mayor diversidad de cuestiones?

El volumen es importante porque pasamos de un marco de relación territorial a uno autonómico, que en Euskadi supone la máxima representación en políticas de igualdad y de relación con el exterior en la materia. La gestión es otra, pero hay un equipo técnico mayor. Hay que trabajar con una buena coordinación técnica y política.

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta Emakunde?

Si hay que determinar uno, creo que el principal reto es el nuevo tiempo que se abre desde que se aprobó, el pasado marzo, la segunda ley que modifica la Ley de Igualdad de Mujeres y Hombres en Euskadi. Ahí tenemos un importante campo de trabajo a desplegar en distintos ámbitos. Otro reto muy importante pasa por incorporar la perspectiva de género a todas las políticas sectoriales del gobierno.

La lista no acaba ahí.

En el ámbito de la violencia machista, Euskadi ha construido estos años una serie de protocolos y herramientas. Considero que estamos entrando en un periodo en el que se tiene que hacer una lectura coordinada de dichos protocolos para mejorar en eficiencia y reducir al mínimo posible las victimizanciones secundarias.

¿Miren Elgarresta llega a Emakunde con la intención de seguir la línea marcada o de establecer su impronta?

Llego aquí a honrar el trabajo que han hecho todas mis predecesoras. Soy la quinta directora de este instituto y llevamos 35 años de historia en los que hemos construido un andamiaje, una estructura, que da muchísima solidez. Haciendo retrospectiva vemos los avances conseguidos. ¿Una nueva impronta? Cada persona ofrece su forma de trabajar y de hacer. Yo traigo el aprendizaje de siete años en Gipuzkoa, además en un periodo en el que Gipuzkoa hace una lectura muy concreta sobre la necesidad de hacer otra forma de política, tomando en cuenta ese alejamiento de la ciudadanía. En esta apuesta por acercarse a la ciudadanía se han explorado otras formas de hacer política. Traigo quizá esa forma de hacer basada en la gobernanza colaborativa y con más sinergias si cabe con el resto de instituciones.

La calle, y en especial la noche, se siguen sin poder disfrutar en igualdad entre mujeres y hombres. 

Se han ido construyendo diferentes protocolos con distintos objetivos: la atención y la respuesta que se da públicamente. Este año hemos trabajado con el resto de las instituciones en una guía para la construcción de protocolos en el espacio festivo, valorando la forma en la estábamos recuperando el espacio público tras la pandemia. Las agresiones y la violencia en los ámbitos festivos se ha dado siempre, pero en un contexto post pandemia considerábamos que era necesario ofrecer a las instituciones una herramienta para hacer una lectura de lo que sucede en este ámbito y poder hacer un trabajo de prevención para que las mujeres puedan disfrutar en libertad las fiestas. 

Y llegaron los pinchazos, otra forma de coacción.

Llegó otra forma de violencia, pinchazos que no inoculaban sustancias ni provocaban una sumisión química, pero que eran violencia. Conocemos muchos ámbitos de violencia y siguen apareciendo nuevas formas que es bueno que se visibilicen y que compartamos para afrontarlas de la mejor manera posible.

¿Qué lectura se hace desde Emakunde de esos hechos? 

Es otra forma de practicar la violencia machista, una forma de coartar la libertad de las mujeres, de avisarles de que el espacio público no es suyo.  

¿Y el origen?

Ha sido una novedad en Euskadi y en el territorio español. Pero ya se conocía en Europa. En nuestro ámbito ha quedado claro que en el ambiente de ocio es necesario trabajar la prevención y ofrecer las herramientas necesarias para dar una respuesta.

En la base está la educación. ¿Cómo se puede influir en esta materia desde Emakunde?

La nueva Ley abre nuevos tiempos pero también favorece una continuidad. Además de las herramientas para la atención y prevención, existe un ámbito muy importante en el que trabajar, que es el educativo. Con las nuevas generaciones debemos seguir trabajando en la educación en valores. Si los jóvenes no aprenden igualdad, aprenden desigualdad. Existe un nexo de unión evidente entre las desigualdades de hombres y mujeres y la violencia machista. La Ley así lo asume y, a nivel de la población más joven, uno de los factores más importantes pasa por trabajar en la coeducación. Disponemos de una herramienta reciente que es el Segundo Plan de Coeducación y desde Emakunde trabajamos con Educación para su despliegue.

¿Es tan estructural la desigualdad  que resulta necesario trabajar tantos frentes? La representación política sería uno de ellos.

Las leyes por sí mismas no transforman nuestra sociedad ni nuestra cultura, que hemos ido aprendiendo y armando en nuestro proceso de socialización. Es necesario generar herramientas, acciones que hagan posible la transformación social. No posibilitan cambios instantáneos, requieren de procesos que necesitan un tiempo. Todas y todos trabajamos para que los plazos para reducir las brechas se vayan acortando. 

“Las fotos llenas de corbatas cada vez nos llaman más la atención. También hay que seguir trabajando en el ámbito de la economía”

Miren Elgarresta - Directora de Emakunde

¿Qué herramientas?

Existe una muy importante que nos facilitan a nivel de Europa, que es el Índice de Igualdad de Género. Además del de Euskadi en su conjunto, tenemos este índice para los tres territorios y nos podemos comparar con el resto de países de Europa. Tenemos unos de los índices más avanzados. Este índice te permite orientar tu política y centrar en qué materia hay más que hacer. En el caso de Euskadi, el ámbito en el que hay que focalizar la política es el de los cargos de responsabilidad. Pero las fotos llenas de corbatas, por suerte, cada vez nos llaman más la atención, van cambiando. En las próximas elecciones se ven posibilidades de cambios importantes en la representación política de nuestro país. También en el ámbito económico debemos seguir trabajando, tanto a nivel de cargos de responsabilidad como en la construcción de roles para que mujeres y hombres participen en igualdad.

Emakunde ha trabajado también en la formación con hombres.

La formación es un ámbito estratégico en la propia Ley que nos habla de un despliegue amplio de planes en esta línea en las instituciones y para todo el funcionariado. Existen también pequeñas experiencias para incorporar módulos que permitan ofrecer formación complementaria de género. En el caso de Emakunde, el programa Gizonduz va enfocado a la formación en igualdad a los hombres, valorando las diferentes masculinidades. Es necesario evolucionar hacia unas masculinidades que se construyan en clave de igualdad entre hombres y mujeres,

La violencia machista que mata a las mujeres ofrece datos sangrantes. ¿De qué forma actúan las instituciones?

Es la violencia con más prevalencia, la violencia de género que ejerce la pareja o la expareja. Según los datos que registramos desde 2003, de cada diez casos de violencia, siete tienen lugar en este ámbito. No es una cuestión privada sino pública, y creo que la sociedad lo tiene ya así asumido. La tolerancia cero es cada vez más evidente. 

“Un maltratador no puede ser un buen padre y la sociedad así lo entiende. En la judicatura también hay que revisar las formas de hacer”

Miren Elgarresta - Directora de Emakunde

Quizá la sociedad sí, pero hay muchos frentes abiertos como el judicial, que a veces comparte custodias con maltratadores.

Un maltratador no puede ser un buen padre y la sociedad así lo entiende.

Pero hay mucho que tocar en las leyes.

Efectivamente. Estamos viendo propuestas de leyes para el cambio de paradigma. Pero hay leyes que responden a realidades muy del pasado. Tanto en la judicatura como en la educación y la sanidad hay que revisar las formas de hacer desde la perspectiva de género.

¿La cadena de atención a una mujer víctima de violencia machista se ejerce en Euskadi por personal formado para ello? 

Es una pregunta muy general. Todavía hay mucho por hacer, pero es verdad que cada vez somos más conscientes de que las personas que tienen una implicación con las mujeres víctimas de violencia machista tienen que tener un mayor conocimiento. Las actuaciones pueden tener una visión asistencialista, atender con la mayor calidad posible; pero es muy importante que esa atención tenga calidad empoderante sobre la mujer, para que la mujer no vuelva a caer en una relación tóxica. Eso hay que trabajarlo con profesionales que tengan una formación y debe ser una formación continua, avanzada y especializada.

Preocupa mucho la juventud de las personas que protagonizan actos de violencia machista, pero también relaciones controladoras. 

Por eso hablamos de educación en valores que no alude solo al sistema educativo y que comienza en casa como principal agente de socialización, aunque hay muchos otros, como los medios de comunicación o las redes sociales. Debemos ir conociendo todas las herramientas de socialización, porque podemos ir por detrás. Nos estamos encontrando violencias en las redes sociales. Hay que trabajar desde los primeros estadios de las socialización para que no se den relaciones de asimetría.

Mensajes de desigualdad que llegan también a través de las letras en la música que está más en boga. 

Efectivamente. Nos choca y a veces nos horroriza. Pero no se trata de poner prohibiciones, sino de identificar aquello que realmente está generando discriminación y desigualdad. Si no se trabaja en eso, pasan cosas como la del colegio mayor de Madrid, naturalizando comportamientos que son el caldo de cultivo, el primer eslabón de una cadena que termina en la violencia extrema. Esta violencia no ocurre de forma fortuita, existe una cadena de violencia previa. Por eso trabajar en educación en valores es una pieza fundamental.

Estos meses se está hablando mucho de la Ley Trans, que enfrenta a los socios del Gobierno del Estado. ¿Cuál es la posición de Emakunde? 

Ante esta propuesta de ley hay opiniones cruzadas. Ni dentro del propio feminismo existe una voz unísona. Yo quisiera trasladar la necesidad de practicar una escucha activa ante las diversas voces que puedan surgir. Hace falta un debate muy sosegado. Con fuego cruzado no se puede lograr una ley de amplios consensos. Cualquier ley necesita un trabajo previo en profundidad para que así sea. Es necesario que la propia sociedad asuma los cambios que vienen de la ley. Hay que escuchar y atender a las distintas partes que se sientes afectadas.

¿Entiende que no se ha hecho así?

Las manifestaciones de las distintas partes aluden a que es necesario seguir trabajando en la escucha activa.

También las voces son diversas en torno a la prostitución y su prohibición o no.

Lo mismo que con la Ley Trans, a las instituciones nos corresponde practicar la escucha activa y poner en marcha las herramientas necesarias para hacer debates sosegados y constructivos. De otro modo, no saldrán leyes que se puedan poner en práctica.

Pero las propuestas surgen de los posicionamientos de las instituciones.

Sí, pero no hay que escuchar solo las distintas opiniones del ámbito feminista. También hay que atender a las propias prostitutas, etc. Lo que sí entendemos desde Emakunde es que la prostitución en sí se construye desde una estructura de desigualdad, en la que influyen elementos como la feminización de la pobreza. No siempre la prostitución se ejerce desde la voluntad propia, muchas veces es condicionada. Hay que hacer una lectura desde una óptica amplia para abordar la prostitución no deseada y generar las condiciones para que una mujer no se vea abocada a practicarla. 

¿Se puede trabajar más y mejor en el tema de conciliación y cuidados?

Para mí es una cuestión estratégica. Sigue siendo una demanda de la sociedad abordar la conciliación desde la óptica de la corresponsabilidad, entendiendo que la conciliación no es una cuestión exclusivamente de las mujeres. Hay mucho que trabajar. Cuando hablamos de conciliación, hablamos de cómo abordar los cuidados, de su reparto. La experta María Ángeles Durán pone sobre la mesa el “diamante” de los cuidados en los que participamos familia, instituciones y comunidad. En función de dónde nos encontramos en nuestro ciclo vital, tenemos que hacer una combinación de elementos u otra para hacer frente a los cuidados. Ese es un reto importante. No radica solo en entender los cuidados desde el punto de vista de su mercantilización, sino de cómo entendemos el cuidado afectivo. Creo que tenemos un camino amplio que recorrer que pasa por el prestigio que esta sociedad le da a los cuidados. 

Cuando queda por resolver el recurso del PP a la Ley del Aborto, ¿considera Miren Elgarresta que este es un derecho blindado?

Vivimos una tensión. Pero si somos capaces de seguir trabajando en la sensibilización y prevención, es muy difícil que una sociedad madura en políticas de igualdad dé pasos para atrás. Emakunde ya emitió un trabajo en el que se constataba que de cada diez casos de abortos en niñas menores de 16 años, el 80% iban acompañadas de sus madres o padres. No es una obligatoriedad contar con la aprobación de los progenitores, porque se constataba la existencia de niñas abocadas al aborto clandestino y a una gran inseguridad en términos de salud. Debemos hacer una lectura sosegada y entender lo que ocurre, y Emakunde constató que las niñas menores de 16 años hoy en Euskadi van acompañadas de sus padres y madres.