El golpe del coronavirus en las residencias de mayores ha sido la gran tragedia de la pandemia ya que fue donde causó los mayores estragos y donde el virus resultó especialmente cruento en los primeros momentos.

Pero la afección no ha sido la misma en todos los lugares del Estado español. La tasa de mortalidad en los mayores de 65 años en Euskadi se situó 32 puntos por debajo de los medios estatales en la primera ola, según el informe Mortalidad Covid-19 en residencias para personas mayores 2020-2021. Un informe estadístico presentado por la consejera vasca de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, en la Comisión de Políticas Sociales y Juventud del Parlamento Vasco.

Manejando datos del Instituto Nacional de Estadística, entre marzo y abril de 2020, en el conjunto del Estado español, se produjo un incremento del 85,6% de personas fallecidas entre la población en general en relación al mismo periodo del año anterior. Esta circunstancia tuvo una incidencia especial en los mayores de 65 años, colectivo al que el informe asigna en el Estado un incremento de la mortalidad del 93,5% .

“En el caso de Euskadi, el aumento de las tasas de mortalidad no fue tan pronunciado como en el resto del Estado”, expuso la consejera, quien cifró el porcentaje de fallecimientos de ese periodo en 61,2% , lo que supone 32 puntos menos que la media general.

“Estamos informando de números, pero soy consciente de que detrás de estas cifras hay mucho sufrimiento ; el duelo traumatico de familias y amigos. Todo nuestro mayor espeto para las víctimas y el dolor de sus círculos más cercanos”, expresó Artolazabal.

230 PUNTOS MENOS QUE EN MADRID

Frente a este 61% de incremento en Euskadi, destacan otras comunidades autónomas donde el mazazo del virus en las residencias fue brutal. Así el mayor aumento de personas fallecidas se produjo en Madrid (290,9%), Castilla La Mancha (222%) , Cataluña (143,2%) , Castilla y León (127,9%) y Navarra (112%) .

Durante la primera oleada apareció en España más de 20.000 personas residenciadas, según datos oficiales. La cifra real , que se deduce a partir de las estadísticas sobre exceso de fallecimientos, supera los 30.000 . Y muchas de esas muertes, sobre todo en marzo y abril de aquel fatídico año, se producen en los propios centros. 

Una de las principales conclusiones expuestas ante la comisión, realizada a petición de Nerea Kortajarena, de EH Bildu, fue la aceptación de que “la primera ola de contagios afectó de manera importante a la población residencial” sin distinciones entre privados y públicos . La consejera Artolazabal también reconoció que “el impacto hizo que las residencias de personas mayores tuvieran que reaccionar con rapidez para adoptar medidas que les salvaguardaran de los contagios y de las consecuencias del covid-19”. 

MÁS CONTAGIOS EN LA CALLE, PEOR EN LOS GERIÁTRICOS

Los datos fueron especialmente negativos en Araba y Bizkaia, mientras que en la segunda ola, la mortalidad fue especialmente dañina en los geriátricos guipuzcoanos. Todo ello en función de las tasas de contagios en las respectivas comarcas.

Artolazabal explicó los motivos que impulsó a su departamento a encargar este estudio. Recordó que “no es competente en materia de salud , ni en la gestión de los recursos residenciales para personas dependientes”, que corresponde a las diputaciones, aunque “sí es nuestra competencia desarrollar la normativa que regula los servicios sociales y la planificación de los mismos ”.

Entre los datos aportados, Artolazabal cifró en un 46% la tasa de nuevos contagios entre la población mayor de 65 años usuaria de centros residenciales durante la primera ola de la pandemia. Este porcentaje, apuntó, pasó a ser del 15% en la segunda ola de julio de 2020 y, posteriormente, se rebajó hasta un 6% “tras administrar las vacunas a la población mayor”. 

Pese a la magnitud de la tragedia ya todas las deficiencias en el modelo de gestión que el covid se desnudó, la situación se estabilizó en 2021 , ya que “la mortalidad de la población dependiente estuvo dentro del marco habitual”.

MISMO IMPACTO EN CENTROS PÚBLICOS Y PRIVADOS

El informe no observa distinciones entre centros privados y públicos ya que los datos demuestran que los centros privados no se han caracterizado por mayores niveles de sobremortalidad”. La consejera resaltó que “los centros que más sufrieron en un principio fueron los que mejor supieron adaptarse”. A su juicio, “esta evolución pone de manifiesto el esfuerzo de adaptación a las circunstancias que ha caracterizado a las residencias para personas mayores en Euskadi con mayor riesgo durante la fase de pandemia”.

De las investigaciones también se puede concluir que cuanto mayor es el tamaño de la residencia, más riesgo de muertes por SARS-CoV-2 ya que las macroresidencias fueron las más vulnerables a los brotes de alta letalidad, pero “luego se supieron adaptar rápidamente y disminuyeron las tasas en olas sucesivas”, dijo la consejera.

Otro de los aspectos que puso de relieve en su intervención se centró en las diferencias entre la población de personas mayores que viven en residencias frente a las que residen en sus propios hogares. “Si bien las residencias fueron las más afectadas por la pandemia 2020, su capacidad de adaptación a la misma fue mucho más rápida que la de la población dependiente que se mantuvo en sus propios domicilios”, puso de manifiesto.