Los trabajos de investigación en aguas de Getaria han dado sus frutos. Los arqueólogos y submarinistas encontraron, entre 1987 y principios de los años 2000, objetos como manillas (brazaletes) o lingotes de cobre, además de utensilios personales de la tripulación de los barcos hundidos, así como piezas de cañón, balas, anclas... casi todos ellos consecuencia de un barco naufragado entre 1522 y 1524 y la Batalla de Getaria de 1638. Sobre ello charla con este periódico la donostiarra –residente en Errenteria– Ana Benito, quien ha escrito el libro Iturritxiki sobre ese yacimiento, dándole un interesante contexto económico e histórico que realza la importancia de los descubrimientos realizados.
¿Cuántos años han trabajado en el yacimiento Iturritxiki?
El yacimiento lo descubrieron en 1987 dos buceadores, Iñaki Gutiérrez e Ignacio Etcheverry. Sin ellos, no estaríamos hablando de esto. En 1988 empezamos con los trabajos de prospección, sondeo y campañas de excavación. Ha sido una década larga, pero hay que tener en cuenta que son campañas pequeñas, igual 10 o 15 días al año, incluso menos si el estado de la mar es malo. Lo que limita estas campañas son los presupuestos. Teníamos el permiso y el presupuesto de la Diputación de Gipuzkoa, pero el gasto es mayor que una excavación terrestre y nos daba para los viajes, la carga de botellas, algo de compra de material y casi nada más. Lo que pasa es que somos un equipo con mucho entusiasmo y alargábamos días, pero no porque tuviéramos un presupuesto completo. También recibimos el apoyo del Ayuntamiento de Getaria en infraestructura, nos ayudaba con el mantenimiento de los muertos, que son bloques de hormigón que poníamos en las zonas del yacimiento para amarrar una boya y marcar el yacimiento.
¿Por qué empezaron a investigar en esa zona?
Los buceadores que he comentado llevaban tiempo haciendo inmersiones en busca de galeones que se hundieron en la Batalla de Getaria de 1638. Es una batalla conocida en la que hubo un enfrentamiento entre la armada española y la armada francesa, a finales de agosto de ese año, y el resultado fue el hundimiento de bastantes galeones españoles, además de barcos mercantes. La mayoría de barcos se quemaron durante la batalla, así que se hundieron en un estado penoso, pero se pensaba que habría restos aún sumergidos y se sumergieron para buscarlos. Encontraron unos lingotes y pensaron que eran de aquella guerra. Se pusieron en contacto conmigo, que ya estaba en Aranzadi, y empezamos a hacer el trabajo de excavación. Y descubrimos que los restos son de una nave mercante que se hundió en Getaria, pensamos que por un fuerte temporal, entre 1522 y 1524. Era una urca –embarcación de aquella época dedicada sobre todo a la carga–, posiblemente fletada en Amberes, el puerto más importante de Europa en ese momento, que se dirigía a África.
¿Qué fueron encontrando?
La urca venía con productos de cobre y derivados, objetos de mercería y, sobre todo, manillas. Las manillas dan sentido al yacimiento. Hemos encontrado 300 manillas. Nadie conocía su valor como tal, pero era algo muy codiciado y las llevaban al golfo de Guinea para traficar y comerciar allí. También hemos encontrado objetos de la tripulación como una jarra, una especie de pastillero, un abrecartas, algún sello de plomo, un par de monedas y un compás para tomar medidas en las cartas marinas con una decoración maravillosa.
¿Por qué eran importantes las manillas?
El adorno era importante para los africanos, se adornaban con todo tipo de brazaletes, era algo propio de su forma de ser de la cultura africana. Había tres tipos de manillas, llamadas rey, reina y príncipe, estas últimas parecidas a las que hemos encontrado en Getaria. Algunas personas las mantenían en sus casas como símbolo de poder. El que tenía diez manillas era más rico que el que tenía tres. También las utilizaban como trueque y para dote de novias. De hecho, se han mantenido como moneda o como trueque hasta entrado el siglo XX en mercadillos y zocos. Si viajas a Senegal, Marruecos o Egipto puedes encontrar aún manillas a la venta en mercadillos. Las manillas o brazaletes como los que hemos encontrado en Getaria se usaron también, entre los siglos XVI y XVIII, para la compra de esclavos. Los europeos fabricaban manillas y las llevaban a África. Por doce manillas compraban un esclavo, que a su vez era llevado a América, y así se cerraba el comercio esclavista.
¿Qué importancia tiene el yacimiento en un contexto global?
Nos habla de ese contexto mundial de la época, muestra ese comercio de manillas y cobre. Uno de esos yacimientos lo hemos tenido debajo de las aguas de Getaria, lo que sirve para abrir Getaria al mundo de aquella época. Los barcos iban desde el norte, hacían escala en el País Vasco o Galicia, hacían trueque en el golfo de Guinea y después podían pasar por el sur de África o ir a América para el comercio de esclavos. Se ve la importancia del comercio y del negocio de los europeos, ahí había muchos estados y personas implicadas. Además de aquí, se han encontrado manillas en Vigo o el Canal de la Mancha, y más lejos en Costa de Marfil o Cuba.
¿Pasaba por Gipuzkoa el comercio de la época?
Este comercio de larga distancia generalmente no pasaba por aquí, podía pasar por Nantes, y quizás Burdeos, Baiona o Bilbao. A veces evitaban pasar por el País Vasco porque hacían una diagonal. Quizás la urca que naufragó aquí se acercó porque quiso refugiarse de una tormenta especialmente fuerte.
¿Se da por acabado el trabajo en Iturritxiki?
La excavación y los resultados más importantes están en el libro, es la punta del iceberg de todo el trabajo que hemos realizado. Pero a raíz de escribir este libro, he abierto nuevas vías de investigación sobre el cobre y estos materiales utilizados en el siglo XVI, cuyo origen parece estar en Eslovaquia, donde se producían las manillas.
También han encontrado restos de la Batalla de Getaria.
Fue una batalla entre la armada española y la francesa. Según algunas fuentes, hubo entre 2.000 o 3.000 muertos, un desastre terrible para la corona española. Eso sucedió a finales de agosto de 1638, y el 8 de septiembre hubo una victoria muy importante en Guadalupe contra los franceses. Entonces, el desastre de Getaria se tapó porque luego se consiguió una victoria muy importante. La mayor información la hemos sacado de Francia.
El libro, además de hablar sobre el yacimiento en sí, ofrece un contexto económico e histórico.
Por eso ha sido un tomo muy extenso. Me interesaba contextualizar y relacionar todos estos aspectos. Me interesaba profundizar en el comercio triangular, en la batalla de Getaria y en la historia del buceo.
¿Cómo es una excavación submarina? ¿Qué dificultades tiene?
Trabajando debajo del agua, igual la mar te hace un trabajo estupendo porque te limpia el fondo y te muestra el material, pero vuelves un año después y la marea ha cubierto de arena el yacimiento. Eso te dificulta muchísimo volver a trabajar, porque puede haber un metro de arena y es casi imposible limpiar eso. Es un trabajo muy duro, en una de las campañas estuvimos varios días localizando el material, colocando las boyas y preparando todo para fotografiar y extraer el material al día siguiente, pero llegó una mar de fondo impresionante que no esperábamos y, cuando pudimos volver, a los días, aquello era como una batalla campal.
¿Puede haber más yacimientos submarinos en Gipuzkoa?
En Orio, por ejemplo, hace años se localizaron unos restos de barcos y se trabajó ahí. Y puede haber muchos más por todo ese comercio y navegación que pasó por aquí. Hay también pecios (restos de una nave naufragada) del siglo XIX y el XX que estamos trabajando en ellos, los buceadores ya suelen hacer inmersiones. Tenemos publicado el libro Naufragios en la costa vasca, desde el siglo XV hasta el XX, que nos demuestra que el tráfico marítimo era importante en Euskadi.
¿Se pueden ver los materiales?
Han pasado por varios lugares y se depositaron definitivamente en Gordailu, que es el depósito de patrimonio que tiene la Diputación de Gipuzkoa. Están ahí, hay algunas visitas guiadas, ojalá algún día se haga una exposición, valdría la pena porque el material es muy rico y es desconocido. Poder disfrutar de eso sería maravilloso.