Ir de Erasmus suele ser una de las grandes experiencias de los estudiantes universitarios. Así lo fue también para el urnietarra Joseba Errazkin, que estudia INEF en Lleida y que el curso 2021-22 lo pasó en una pequeña localidad finlandesa llamada Vierumäki. Pero Errazkin no se conformó con vivir y estudiar nueve meses en el norte de Europa y decidió añadir un capítulo más a su particular Erasmus: nada más y nada menos que volverse de Finlandia hasta su localidad natal en bicicleta. Una aventura de más de 3.000 kilómetros que llevó a cabo en mes y medio en solitario –salvo los últimos doce días del trayecto– y cargado con 20 kilos de peso en dos alforjas. Por el camino, siete países y un buen número de anécdotas y vivencias que no olvidará “nunca”.

Joseba Errazkin Iker Azurmendi

Este chaval urnietarra de 21 años comenzó a planificar el viaje las pasadas navidades. Quería dar un final “redondo” a su periplo en Finlandia. ¿Por qué volver en avión, finiquitando el viaje de vuelta en apenas un día, pudiendo disfrutar del retorno a su antojo? “Las navidades las pasé en Urnieta y me hice más o menos un croquis en papel. Pensé en un viaje de 45 días en bici apuntando la ruta y dónde podía parar. Cuando volví en enero a Finlandia llevé la bici y es cuando comencé a planificarlo bien”.

El lugar desde el que comenzó su periplo en bicicleta es Vierumäki, “un pueblo muy pequeño a dos horas de Helsinki, en el sur de Finlandia”, que estuvo nevado “desde principios de noviembre hasta mayo” y con temperaturas “casi siempre negativas” y un tope de frío de “-20 grados en algunos momentos”. Joseba vivía “en una especie de resort que incluía universidad y centro de alto rendimiento”. Ahí acabó el curso universitario el 6 de mayo y de ahí comenzó su viaje de regreso el día 18 después de despedirse de todos los amigos que había hecho allí. Por delante, alrededor de 3.300 kilómetros en una mezcla de “aventura” y “viaje de vuelta a casa”.

20 kilos de equipaje

El primer gran reto consistió en tratar de llevar el mínimo peso posible repartido en dos alforjas, aunque al final cargó con “alrededor de 20 kilos”. “Me pasé un poco, pero necesitaba bastantes cosas”, reconoce: “Llevaba tienda de campaña, esterilla y saco de dormir. Necesitaba ropa de invierno, porque en las primeras etapas me esperaba frío y lluvia, y metí también ropa de verano, un par de maillots... También metí camping gas y una cazuela pequeña y recambios para la bici, herramientas e hinchador”. “Era bastante peso”, comenta, “y nunca había hecho distancias tan grandes en bici, pero estoy en forma, hago deporte habitualmente”.

La tienda de campaña que usó Joseba Errazkin para su viaje desde Finlandia a Urnieta en bicicleta

La tienda de campaña que usó Joseba Errazkin para su viaje desde Finlandia a Urnieta en bicicleta Redaccion NdG

Joseba recorrió siete países antes de recalar en su Urnieta natal. “Finlandia fueron los primeros tres días. Me hice muchos kilómetros los primeros días, estaba muy motivado y fueron jornadas bonitas. En el último pueblo en Finlandia fueron a verme unos amigos que habían estudiado conmigo en Vierumäki”. A Suecia pasó en ferri. Estuvo unas horas visitando Estocolmo y comenzó luego a recorrer el país nórdico: “En Suecia hubo días muy bonitos, con buen tiempo y en los que me paraba a dormir en cualquier sitio en la tienda de campaña, aunque abrigado”. La tienda de campaña fue su dormitorio habitual durante mes y medio. Un día le pilló una buena tormenta mientras iba en bici y tuvo que pedirle techo a un granjero: “Estaba empapado. Dormí en un granero, al lado de una máquina agrícola y entre la paja. Al menos dormí bien y el material se pudo secar”.

Duchas calientes

Otro ferri le dejó en Dinamarca, donde descubrió la aplicación Warm Showers (duchas calientes), que le resultó muy útil: “Es gente que te ofrece su jardín o su casa para dormir. Básicamente, es abrirte las puertas de su propiedad. Algunos de dejan poner la tienda de campaña en su jardín, otros te permiten dormir en una habitación y hasta te dan de cenar y desayunar. La usé varios días. Aquí también hay esta aplicación, pero quizás no se use tanto y en otros países estén más acostumbrados”. De Dinamarca se queda con la capital, Copenhague: “Me encantó”.

Alemania fue el siguiente país por el que pasó, aunque no durante mucho tiempo, ya que pronto decidió desviarse hacia el norte de Holanda a visitar a otro de los amigos que había hecho en Finlandia. “Me quedé cinco días en su casa a descansar un poco. Quieras que no, cuando vas en el plan que iba yo no descansas igual, aunque no llevé mal lo de dormir en la tienda, y, sobre todo, la alimentación no es la misma. Solía desayunar fuera, un café y algo potente, y la comida y la cena me la hacía en el camping gas. Comí muchos macarrones. También te tienes que ajustar a un presupuesto”.

El urnietarra Joseba Errazkin, en un momento del viaje desde Finlandia Redaccion NdG

Tras esos cinco días de descanso, su amigo le acercó en furgoneta a Bélgica, donde volvió a pedalear hasta llegar a París, donde se juntó “con otros amigos de Erasmus”. Fue en la capital francesa donde acabó su soledad ciclista, ya que de ahí a Urnieta rodó con Sara, una chica canaria que había conocido en Vierumäki: “Fue una parte del viaje muy chula, con un recorrido muy bonito por el río Loira, muy recomendado para bicis. Era un terreno cómodo”.

Recibimiento sorpresa

El viaje acabó el 4 de julio, ya de madrugada. “A las siete de la tarde estábamos en Baiona, y ya tiramos hasta aquí. Unos amigos nos estaban esperando en Oiartzun e hicieron el último tramo con nosotros. Para entonces ya estábamos muy cansados”. La mayor sorpresa se la llevó al llegar a Urnieta: “Era ya de madrugada, pero nos estaban esperando todos mis amigos, que no veía desde hacía meses con una pancarta, confetis... Estuvo muy bien, fue bonito. Les iba informando durante el viaje de dónde estaba y cómo me iba, les gustaba seguirme”. Joseba guarda en su casa la pancarta con la que le recibieron, en la que pone Ongi etorri Joseba y la cifra 3.303, los kilómetros que recorrió.

Joseba Errazkin y su amiga Sara, sentados en el suelo, con sus amigos y la pancarta que les esperaba a su llegada a Urnieta Redaccion NdG

Unas semanas después, a pocos días de regresar a Lleida para afrontar su último curso de INEF y ya recuperados los “nueve kilos” de peso que perdió durante el viaje, asegura que acabó con “muy buen sabor de boca” su periplo desde Finlandia: “Me gusta recordarlo, ha sido una experiencia muy bonita. Hay que ser un poco cabezón porque hay días difíciles, en los que estás cansado, pero a la vez disfrutas. Tampoco me obsesioné en que tenía que hacer sí o sí todo en bici, no pasó nada por hacer un tramo en furgoneta, por ejemplo. Es lo que surgió y me sirvió para tomarme un respiro. Si estás muy cansado, tampoco disfrutas. Hacerlo era un objetivo y lo he hecho. Ha sido una experiencia diferente y me ha servido también para conocer gente, abrirme más”.

Una vez que ha abierto el grifo de las aventuras, es probable que en el futuro este urnietarra lleve a cabo alguna más. “No sé cuándo, pero seguro que más adelante haré alguna otra cosa, porque me ha gustado”, reconoce. Por ahora le queda “un año más en Lleida” y su intención es “trabajar en algo relacionado con el deporte”.