¿Se está mediterraneizando la costa vasca? Para responder a esta pregunta, abandonen la cota cero del mar y escalen mentalmente hasta el Gorbeia. Imaginen ahora el mágico paraje de Otzarreta pero sin la efervescencia de los tonos rojizos y pardos que alfombran en otoño las centenarias hayas que han convertido este enclave natural en uno de los bosques más emblemáticos de Euskal Herria. Inconcebible, ¿verdad? ¿Un bosque sin árboles y toda la biodiversidad que cobija?

Esta analogía sobre la desaparición de los bosques en tierra y su impacto sobre el ecosistema sirve para describir lo que está sucediendo bajo la superficie del Cantábrico: el retroceso de las praderas submareales de Gelidium corneum (o alga roja) y Cystoseira baccata (una especie de alga parda característica por sus vejigas de aire) que constituyen las comunidades bentónicas más representativas de la costa vasca. 

 “Lo más llamativo es que la copa del bentos que estructuran la comunidad está desapareciendo los últimos treinta años y otras muchas especies están ocupando el lugar que ellas dejan”, afirma Nahiara Muguerza Latorre investigadora del grupo de investigación Bentos Marino UPV/EHU que, por primera vez, ha predicho los cambios que se producirán en las de macroalgas debido al cambio climático y sus múltiples efectos, como la subida de la temperatura del agua, la mayor frecuencia de temporales y el azote de las olas grandes.

Desde su creación en la década de los 80, el grupo de ha centrado su investigación en el estudio de los efectos de la actividad humana en la estructura de las comunidades bentónicas. Grupo de Investigación Bentos Marino

Algas de aguas cálidas

El estudio revela que la costa cantábrica se parecerá más a la costa mediterránea con especies con una afinidad más meridional, es decir, más de aguas cálidas, mientras que la costa gallega mantendrá su comunidad por efecto del afloramiento. El afloramiento costero es un fenómeno que se produce en primavera y en verano, cuando los vientos del norte barren mar adentro el agua de la superficie y emergen las aguas más profundas y, obviamente, más frías y ricas en nutrientes.

La distribución de las algas marinas está sufriendo una transformación. El aumento de la temperatura del mar está afectando al crecimiento de estos organismos y provocando desequilibrios en los ecosistemas marinos. El efecto del cambio climático sobre la distribución de las especies ha sido objeto de muchas investigaciones pero el enfoque a nivel de comunidad sigue estando poco estudiado. Por ello, “nuestra investigación aplica por primera vez un modelo para predecir los cambios en las comunidades de macroalgas submareales en el norte de la Península Ibérica, desde Galicia hasta el País Vasco, bajo ciertos escenarios climáticos para dentro de cincuenta o cien años”, señala Nahiara Muguerza. 

“Hemos observado que la temperatura del agua es el principal factor que determina la distribución de los conjuntos de macroalgas en nuestra área de estudio, mientras que la disponibilidad de nutrientes juega un papel secundario”, comenta la investigadora de la UPV/EHU. “La temperatura del agua tiene una gran influencia en la supervivencia, el crecimiento, la reproducción y el reclutamiento de las macroalgas”, añade Nahiara Muguerza.

Las algas son muy sensibles

Según esta bióloga marina, en las últimas dos décadas ha subido la temperatura del agua del Cantábrico 0,24 grados lo cual “aparentemente no es nada pero al estar en el sur del Golfo de Vizcaya ya tenemos unas condiciones particulares -el estancamiento de las aguas en verano, el viento- que hacen que tengamos una temperatura un poquito superior respecto a la costa de Galicia”. Lo que sucede es que la amplitud térmica en la costa vasca es muy superior a la gallega. Por ejemplo, la temperatura en Galicia en verano es de 17-18 grados y en invierno 13-14 grados. En Euskadi, en cambio, la temperatura del mar en invierno es de 12 grados y en verano 22 y “hemos visto que cada vez son más los días de verano que se superan los 22 grados. Y para muchas de las algas que hay aquí este aumento de la temperatura es suficiente porque ya están en su límite de distribución”. 

Especies meridionales

Los resultados de este trabajo apoyan parcialmente la hipótesis de este grupo de investigación de que podría producirse una mediterraneización de las macroalgas. “En el escenario más pesimista, el modelo proyecta que las comunidades del noroeste (Galicia) seguirán siendo distintas del resto, sirviendo de refugio a las especies de aguas más frías, mientras que los conjuntos del centro y el este de la costa norte de la Península Ibérica llegarán a parecerse más a los de la región mediterránea que a los de la costa noroeste. Especies con una afinidad más meridional, es decir, más de aguas cálidas”, añade la principal autora del trabajo.

El personal del grupo de investigación tiene claro que las algas son muy sensibles a cualquier variación ambiental producida por los efectos del cambio climático. Y, por lo tanto, que podrían ser buenos indicadores del cambio climático y de sus efectos en el resto de ecosistemas marinos. “Esta investigación puede ayudar a predecir cómo responderá la biodiversidad del ecosistema costero a las nuevas condiciones ambientales. Se trata de una información fundamental para desarrollar políticas de gestión y conservación adecuadas”, señala Muguerza. “Para otros estudios sería interesante ampliar el área de estudio a la costa occidental de la Península Ibérica y aumentar los lugares de muestreo en el Mediterráneo”, añade.