El proceso para ser madre a través de técnicas de reproducción asistida en Osakidetza "es un poco largo", tal y como afirma Elena. Junto con Patricia, fueron amas por esta vía en junio de 2020.

Una vez se decide comenzar este viaje, las paradas que se deben realizar son múltiples. "Tienes que ir a la médica de cabecera, ella te tiene que derivar a la ginecóloga, la ginecóloga te hace unas pruebas, te derivan a Reproducción Asistida en Donostia, de allí te tienen que llamar, te hacen diversas analíticas, pruebas...", enumera Elena. Seis meses de idas y venidas, hasta que Osakidetza da "el visto bueno" y se pasa a la lista de espera, "que hasta ahora, ha sido de año y medio". Por tanto, "desde que empieza el proceso hasta que te inseminan, pasan dos años", resume Elena.

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La atención recibida en Reproducción Asistida en el proceso de conseguir ser amas la recuerdan como impersonal. "En cada consulta, nos atendía una persona distinta" y "en muchos momentos, me sentí como un número" rememora Elena, que fue la que gestó a Noah.

Creen que esto puede ser fruto de la saturación y la alta ratio de personas que trata cada profesional. Pero Patricia recuerda que este "es un tema muy sensible" y no es lo mismo que ir "a quitarte unas grapas porque te han cosido la pierna". "El trato era un poco frío muchas veces; sentías que ibas en modo vaca, a que te preñen y ya está".

El acceso a la reproducción asistida de la sanidad pública no supuso ningún problema para Patricia y Elena. Eso sí, puntualizan que "en varias ocasiones, nos preguntaron si estábamos casadas" ya que "por ciertos trámites", era "mucho más fácil" realizar así el tratamiento.

No solo parejas de mujeres recurren a la reproducción asistida para cumplir su deseo de ser madres. "Cuando estuvimos allí", recuerda Elena, en referencia al Hospital Donostia, "nos dimos cuenta la de gente que tiene que hacer uso del servicio de reproducción. Algo increíble. Mucha gente muy variopinta y muy diversa".