Alberto, Amelia y Sharay ya están preparados para lo que se avecina. Esta familia residente en Villamediana (La Rioja), pasa todo el verano fuera de casa, recorriendo los pueblos de fiesta en fiesta ofreciendo su servicio de churros, salchipapas, perritos calientes, gofres, creps y patatas fritas. "Han sido dos años muy complicados porque nosotros, donde nos ganamos la vida, es en verano", reconoce Alberto, que también tiene su negocio en funcionamiento en invierno, pero "no es lo mismo. La gente no sale, no hay fiestas. Vas cubriendo gastos para intentar coger lo menos posible de lo que has sacado en verano", explica. La venta ambulante ya ha comenzado. "Nuestro pistoletazo de salida es Semana Santa y estamos en movimiento hasta casi El Pilar", comenta.

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Expone que su trabajo es "duro" porque, en primer lugar, "tienes que estar hasta tarde". Es más, "sabes cuando abres, pero no cuando cierras", se sincera. "Tienes horas muertas en las que no haces nada y, de repente, acaba el encierro o la verbena y viene todo el mundo". Lo que peor lleva es que "por la noche tienes que aguantar mucho". No entiende muy bien la razón, pero es de la opinión de que "la gente joven cada vez está más desbocada". Se teme lo peor este verano después de dos años sin fiestas. "Nosotros estamos cerrando pronto, el día que más tarde cerramos es el sábado. Abres a las cinco de la tarde y cierras a las doce de la mañana del día siguiente".

En estos dos años sin apenas fiestas, a Alberto no se le ha pasado por la cabeza tirar la toalla. Eso sí, "si esto me hubiese pillado hace unos años, esto me hubiese matado, me hubiese hundido en la miseria. No hubiese podido salir adelante. Ahora, ya no. Dentro de lo malo, nos ha pillado bien. Pero ha habido muchos feriantes que les ha hundido. Estar dos años parado con las ayudas que te ha dado el Estado, con eso no pagas. La Feria es muy cara", lamenta el riojano.