Las previsiones marcan que en 2100 el nivel del mar podría aumentar hasta un metro en Donostia, que para entonces la playa de La Concha podría retroceder hasta 14 metros y 24 metros la de La Zurriola. ¿Cómo golpearán entonces las olas cuando haya un temporal, una marea viva o cuando caigan más de 100 litros por metro cuadrado de lluvia?

La adaptación de nuestras localidades costeras y sus infraestructuras a la subida del nivel del mar que provocará el cambio climático cuenta con nuevas herramientas de predicción automática que podrán decirnos con gran fiabilidad el impacto, el daño que puede causar en Donostia o Zarautz, por ejemplo, incluso en lugares concretos de estas ciudades, un temporal que todavía está por venir y su frecuencia.

Algoritmos y herramientas de predicción automática que nos permitirán adelantar medidas correctoras y, por tanto, minimizar los daños. Toca ir preparándonos para lo que parece inevitable: un calentamiento global del planeta que acarreará una subida del nivel del mar y nos forzará a tomar medidas y adaptar nuestra franja costera.

El centro tecnológico AZTI ha presentado este martes en el palacio Kursaal de Donostia los resultados del proyecto Marlit para buscar soluciones a los riesgos generados en las poblaciones costeras debido al calentamiento global. Y entre los resultados están el desarrollo de herramientas basadas en sistemas de videometría, que permiten medir diferentes parámetros del oleaje, así como su impacto asociado; un sensor que mide cuál es la fuerza de impacto de las olas sobre las estructuras costeras o modelos informáticos capaces de reproducir fielmente procesos de inundación ola a ola.

Este tipo de herramientas ya están siendo implementadas en Donostia, Zarautz, Mutriku, Bermeo y Biarritz. Miles y miles de horas de observación mediante sistemas automatizados de cámaras cruzadas con los datos que arrojan los sensores han dado sus frutos.

El proyecto se ha focalizado en la costa vasca, a ambos lados de la muga, así como en la costa catalana. Ha durado dos años y ha sido cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del Programa Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA 2014-2020).

El objetivo de Azti con este trabajo es evaluar la vulnerabilidad de nuestro territorio y asesorar a las administraciones públicas para que puedan maniobrar y actuar en consecuencia.

Seis de cada diez vascos viven en la franja costera

No hay que perder de vista un dato: la franja costera de Euskadi alberga al 60% de la población de Euskadi y un tercio de las actividades industriales, a pesar de que representa tan solo el 12% de la superficie de esta comunidad. En Iparralde la proporción es mayor. La costa labortana, al norte del Bidasoa, concentra dos tercios de la población de Iparralde y el 42% reside en el conglomerado urbano Baiona-Anglet-Biarritz, según se recoge en el estudio del Gobierno Vasco: Aumento del nivel del mar en la costa vasca: una aproximación probabilística.

Saber cómo afectará en estas importantes localidades costeras el cambio climático, la subida del nivel del mar, las tormentas, las mareas vivas y otros fenómenos atmosféricos extremos que se repetirán cada vez con más frecuencia es uno de los retos que abordan las administraciones públicas para intentar adaptarse y mitigar sus efectos a corto, medio y largo plazo.

Por un lado, durante el estudio realizado en su mayor parte en la costa de la comunidad autónoma vasca así como en la costa de Iparralde y catalana, se ha desarrollado una gran base de datos que recopila información local detallada sobre el impacto de las tormentas en el litoral.

"La combinación de estos datos y soluciones nos permitirá evaluar de una forma pionera cómo va a evolucionar el riesgo costero a escala local y nos facilitará, además, identificar medidas específicas para que sean implementadas por las administraciones públicas de cada territorio", explica Pedro Liria, experto en oceanografía de AZTI y coordinador del proyecto Marlit.

Donostia, Zarautz y Mutriku

Ejemplo de ello es el caso de Biarritz, donde, "basándonos en los resultados obtenidos en el proyecto Marlit, se ha implementado un protocolo de alerta temprana de oleaje e inundación" asegura Liria. Además, "para Biarritz hemos desarrollado también un método que permite analizar cada cuánto tiempo tendrá lugar una tormenta que suponga pérdidas económicas predefinidas", añade.

Además, las herramientas diseñadas en el marco del proyecto también están siendo ya testadas por localidades como Zarautz, Bermeo, Mutriku y Donostia a través del uso que de las mismas realiza Euskalmet.

Los beneficios de conocer estas estimaciones son importantes. En primer lugar, permitirán minimizar el efecto del cambio climático sobre los recursos, ecosistemas naturales y las áreas urbanas costeras, anticipar las zonas de mayor riesgo de inundación y modificar la ordenación del territorio para sufrir menos daños.

También se podrán conservar mejor los hábitats de interés, especies vulnerables y ecosistemas en función con los cambios previstos del ascenso del nivel mar, cambios morfodinámicos en estuarios y playas, migración de las especies por desplazamiento de su idoneidad de hábitat climático. O anticipar los problemas de salinización, funcionamiento de emisarios y alcantarillado en las ciudades y poblaciones costeras.

Soluciones a corto plazo: diques y barreras

El equipo de investigación también ha trabajado en la identificación y evaluación de medidas que permitan mitigar y reducir el impacto de los temporales en la costa.

Como resultado se ha elaborado un catálogo de medidas con una valoración de la viabilidad de su aplicación y una simulación del coste económico que puede suponer para las administraciones públicas.

Entre las acciones estudiadas y que se sitúan en el corto plazo se encuentran el uso de arena para construir diques o barreras, campos de dunas o bolsas especialmente diseñadas para frenar el oleaje y limitar su impacto en las poblaciones costeras.

Organismos participantes

Liderado por AZTI, el proyecto Marlit ha contado con un consorcio formado por la Universitat Politècnica de Catalunya; el centro de investigación Rivages Pro Tech; y la Universidad de Pau et des Pays de l'Adour (UPPA). Además, ha contado con la participación de otros socios asociados: Communauté d'Agglomération Pays Basque (APB); Gobierno Vasco - Euskalmet, Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco (DAEM); y el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC).