Xabi Prieto, al igual que Ainhoa Díaz, trabaja en la unidad de enfermedades infecciosas del Hospital Donostia. Lo hace con un contrato de refuerzo. La del 3 de julio en el BEC será su primera oposición y tiene claro que, "pase lo que pase", no va a conseguir una plaza. La preparación la lleva de aquella manera. "Empecé con fuerza, pero ese ímpetu ha ido decayendo", reconoce. "Estamos en planta covid y no hemos parado. Ahora mismo lo tengo un poco apartado. Lo estoy retomando, pero tampoco le estoy dedicando tiempo", confirma.

Estima Xabi Prieto que es "muy complicado compaginar el trabajo con estudiar una oposición". "No desconectas del todo", argumenta. "Te deja poco margen para desconectar, para poder disfrutar de tus hobbies o de cualquier otra cosa que te apetezca hacer. Tienes que organizarte para estudiar y muchas veces no te apetece porque estás de noches. Estando a tunos, no ligas muchos fines de semana tampoco. Cada semana es diferente y no suele ser fácil", se sincera este enfermero.

  • OPE: tiempo de hincar codos

Para este lezotarra de 27 años, "el esfuerzo merece la pena, porque en sí, lo que hacemos es escalar posiciones, pero esto también es una lotería". Y se explica: "Aunque estés delante de otras personas, te pueden ofrecer contratos que igual más adelante, son mejores. Es decir, tienes más oportunidades si apruebas, pero también es muy importante el factor suerte".

En su caso, como no se ha presentado a ninguna oposición, "parto de cero y no tengo nada que perder. Por ese motivo, los que vamos de primeras, lo hacemos más tranquilos". Entiende que "la única presión que nos podemos imponer es la de aprobar, porque aunque saquemos una buena nota, no sacaremos plaza. Hay gente que lleva muchos años trabajando y no han sacado plaza tampoco".