- SOS Arrazakeria solicita a las administraciones vascas que incluyan en sus presupuestos “algunas de las necesidades” que tienen las personas en riesgo de exclusión. El colectivo ha puesto énfasis en esta realidad durante los días en los que se han debatido las cuentas de las distintas administraciones de la CAV (Parlamento Vasco, Juntas Generales y ayuntamientos), y ha emitido un comunicado en el que alerta de que “hay personas en riesgo de exclusión cuya situación clama a gritos”.

  • Lea más: “No tengo ni para una barra de pan”

La ONG indica que, entre las “muchas necesidades”, una pasa por “sacar de la calle a quienes no tienen un recurso habitacional digno”. SOS Racismo se suma a la reclamación hace unos días de la Red Ciudadana de Acogida de Donostia para que el albergue de La Sirena, habilitado como local del frío, “permanezca abierto todas las noches de invierno, y no sólo cuando la temperatura cae bajo cero”. Pide también que otros ayuntamientos arbitren recursos para ese perfil.

El Consistorio de Donostia ha aprobado esta semana los presupuestos para el año 2022. Unas cuentas que suman 424,8 millones de euros y que reservan 34,6 millones para las acciones de protección y promoción social, una cifra que supone un incremento del 33% con respecto a 2015.

En este contexto, SOS Arrazakeria pide que se incrementen las ayudas destinadas a los colectivos ciudadanos que llevan meses -un año en el caso de la Parte Vieja donostiarra- dando cenas calientes “a quienes, de otro modo, pasan hambre. Son medidas que suponen muy poco gasto, si en ello se implican los tres niveles de la Administración”, reclama la entidad social.

La Diputación ha elaborado un proyecto de presupuestos para 2022 de 1.042 millones de euros, un 6% más que el de este ejercicio, con el que quiere construir un “futuro social, verde y competitivo”. La institución foral asegura que el de 2022 será “el presupuesto más social” de la Diputación, que destinará a este apartado 455 millones de euros, a los que se suman otros casi diez millones para los proyectos estratégicos de carácter social como Adinberri y Elkar-EKIN, estrategia para la empleabilidad y la activación inclusiva.

Lo cierto es que esta larga pandemia se ha convertido en un elemento más de exclusión. Euskadi atendió el año pasado a un 16,5% más de personas sin hogar que en 2018. El confinamiento, los ERTE y los empleos precarios y salarios en mano empujaron a individuos y familias a algunos de los 299 recursos existentes en la CAV. Es por ello que la cifra de atenciones prestadas en 2020 creció de forma excepcional.

Así queda reflejado en los informes del Eustat, el Instituto Vasco de Estadística, que aportan una cifra que ilustra el alcance del impacto de la pandemia: la red de centros y servicios vascos habilitados para tratar de minimizar las secuelas de esa profunda huella alojaron a una media diaria de 3.471 personas. Entre esas personas alojadas, un total de 622 eran personas sin techo con una exclusión residencial más grave.