donostia - El Aita Mari, pesquero guipuzcoano reconvertido en buque de salvamento, volvió ayer a convertirse en el salvavidas de 93 migrantes que se encontraban en peligro en aguas internacionales. El barco, operado por la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, logró acercarse a la precaria embarcación en la que se encontraban estas personas, a las que sacaron del agua y pusieron a salvo en la cubierta del pesquero. Entre los rescatados hay trece menores de 12 años, 24 menores de 18 años, 16 mujeres, tres de ellas embarazas y 40 adultos. La prioridad ahora es que el Aita Mari pueda atracar en un puerto seguro donde estas personas puedan desembarcar con todas las garantías.

Así lo informó ayer la ONG en un comunicado, en el que recordó que “en cumplimiento con la legislación internacional, el capitán del Aita Mari tiene el derecho a navegar la menor distancia posible”, por lo que reclamó un puerto seguro para estas personas.

“A partir de ahora, esperamos la asignación de un puerto seguro para su desembarco. En este sentido, es necesario recordar que los únicos puertos seguros y cercanos son los italianos y malteses. Según la propia Unión Europea, en palabras de su portavoz Mina Andreeva, Libia no es un lugar seguro”, insistieron.

El drama en el Mediterráneo no cesan, ni siquiera en invierno. SMH consiguió ayer que 93 personas menos murieran ahogadas en la que ya se ha convertido en la mayor fosa común de Europa, pero las fuerzas de las ONG también tienen su límite y la realidad golpea cada día. El de ayer fue un ejemplo más de los que viven los voluntarios que se juegan la vida en el mar. Según contaron fuentes de SMH a este periódico, el Aita Mari recibió, entre las 5.30 y las 6.00 horas un aviso de la presencia de una patera al este de Trípoli, a ocho horas de distancia de donde se encontraba el buque de rescate vasco.

Como procede en estos casos y ante la imposibilidad de recorrer tantas millas en busca de una embarcación, los responsables de SMH informaron a las autoridades de la zona de la presencia de esta patera en aguas libias. La respuesta no pudo ser más descorazonadora. Las autoridades libias justificaron que los centros de rescate carecen de espacio para no lanzarse en su búsqueda, es decir, los condenaron a muerte.

“Nosotros no hemos podido ir, porque a las 9.30 horas, el Moonbird -un avión de la ONG Sea Watch 9- nos ha avisado de otra patera”, lamentaron desde Salvamento Marítimo Humanitario, conscientes de que buques como el Aita Mari son la última esperanza de quienes se lanzan al mar para huir de la desesperación.

“El Mediterráneo sigue siendo la peor frontera del mundo para las personas migrantes. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en 2019 fallecieron 1.885 personas mientras intentaban cruzar el mar. Desde SMH reclamamos que sean las autoridades europeas las que se responsabilicen de mantener un dispositivo de salvamento en esta zona. No pueden seguir descargando esta responsabilidad en un estado fallido como es Libia”, denunció la ONG en un comunicado. “Ha quedado probado que este país no tiene capacidad para gestionar un cuerpo de guardacostas ni de responder con los estándares exigidos a las operaciones de rescate”, añadió.

Desde Salvamento Marítimo Humanitario abogaron por crear “pasarelas humanitarias” que permitan una migración “segura” para “las personas atrapadas en el infierno en el que se ha convertido Libia.

Segunda operación La de ayer es la segunda operación de rescate que el Aita Mari lleva a cabo en el Mediterráneo central en apenas tres meses.

El pasado 21 de noviembre, sobre las 18.00 horas, cuando estaba a punto de caer la noche, localizaba y auxiliaba una embarcación con 78 personas a bordo, en aguas de Malta. “Estaban a unas 80-90 millas de distancia de la costa y calculamos que pueden llevar navegando dos o tres días fácil”, reconocían desde la ONG SMH al poco de producirse el rescate.

Entre los 78 rescatados, había seis mujeres, una de ellas embarazada, y nueve niños. Cinco días después, el 26 de noviembre, el grupo atracaba en el puerto seguro de Pozzalo, en la italiana isla de Sicilia.