donostia- Un joven que pernoctaba en la planta baja de la fábrica abandonada en la que el 27 de junio de 2017 una chica de 16 años fue presuntamente violada aseguró ayer en el juicio que comenzó el lunes en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, que escuchó a la menor pedir auxilio desde el piso superior por lo que subió “muy cabreado” y golpeó con un palo al acusado para que cesara.

“Escuché pedir auxilio a la chica y decir: no por favor, no por favor” y “subí muy cabreado” por la situación que se había “creado”, explicó este testigo durante la segunda sesión del juicio que se desarrolla por estos hechos ocurridos durante las fiestas de Zarautz de 2017.

“Me puse en su piel y subí a hacer lo que haría cualquier persona”, recordó este joven, quien explicó que cuando llegó al lugar de la presunta violación se encontró a la menor y al procesado de pie, “completamente desnudos”, tras lo que golpeó con un palo al chico con la intención de separarlo de la víctima.

“Le dije que se apartase y parara porque era consciente de lo que pasaba”, añadió el testigo. “La chica se puso detrás de mí y se vistió, pero no decía nada con claridad”. “Ella estaba asustadísima y blanca”. “Cuando me vio es como si viera la salvación”, describió.

El testigo, amigo del procesado y que actualmente está en prisión, recordó que unos minutos antes la pareja había entrado en la fábrica abandonada tras superar una valla que es preciso saltar “necesariamente”, tras lo que el acusado le despertó porque quería que les dejara su cama, a lo que él no accedió porque estaba dormido y “cansado”.

Por ese motivo la pareja subió a la primera planta del inmueble que se encontraba “casi en ruinas”, a la que era difícil acceder, y a la que la menor fue “voluntariamente”, tras lo que empezó a escuchar cómo ambos “se reían” e intentó no hacer “más caso”, hasta que escuchó a la joven pedir “auxilio” con una voz que “daba mucha pena” y “como llorando”.

Después de recalcar que él solo hizo “lo que haría cualquier persona”, comentó que se rompió el pantalón al intentar subir a la planta superior, por lo que obligó al acusado a intercambiárselo con el suyo, tras lo que bajaron hacia la salida “poco a poco” y se encontraron a otros dos amigos que habían llegado al lugar y que estaban grabando en móvil esa escena.

El declarante, cuyo testimonio junto al de la víctima constituye la principal prueba de cargo contra el acusado, admitió que, tras todo este suceso, le “descolocó” el hecho de que la chica se despidiera del inculpado con un beso, una acción que, a su entender, pudo deberse a “los nervios” que tenía.

Comentó asimismo que, cuando relató lo sucedido a los dos amigos que llegaron después, estos no le creían, a pesar de que él “no tenía nada” en contra del acusado porque también era un “amigo”. Desveló asimismo que no denunció los hechos a la Ertzaintza porque en aquella época estaba “en búsqueda y captura”.

En la vista declaró asimismo el joven que hizo la grabación, que actualmente también se encuentra en prisión, quien explicó que acudió al lugar junto a otro chico con la idea de “gastar” una broma al procesado, porque sabía que estaba en ese lugar con la víctima.

Tras proyectar las dos grabaciones en la sala sin que el público pudiera presenciarlas, este testigo que, según dijo, en aquel momento se encontraba bajo los efectos “de la droga y el alcohol”, afirmó que vio a la chica “traumatizada” y que el acusado negaba haberla forzado, a pesar de que el chico que había terciado le insultaba y le llamaba “puto violador”.

Comentó también que grabó el vídeo “por la situación” que se estaba viviendo por si la joven decía que había sido agredida por más personas.

En la sesión de ayer también declaró una amiga de la chica, varios agentes de la Ertzaintza que participaron en la investigación y el otro joven que estuvo en el lugar de los hechos. Está previsto que el procesado, para el que las acusaciones piden nueve años de prisión, testifique mañana. La vista continuará hoy con la práctica de la prueba pericial. - Efe