Les dicen mutu kelei, lo que enel dialecto árabe de Yuba significa “morirás y ellas seguirán”, zapatillas hechas a partir de neumáticos viejos que se han convertidoen una solución económica y tan duracomo la vida en Sudán del Sur, perocon un encanto y estilo particulares.En un rincón del mayor y más popular mercado de la capital sursudanesa, Romano Yanga, de 30 años, se afana en dar los últimos toques a unzapato. Está sentado en el suelo,rodeado de neumáticos antiguos yamparado por una pequeña pérgolaque le protege del sol. Yanga perdiósu anterior empleo por la guerra dela que el país trata de salir tras firmarun acuerdo de paz en septiembrepasado con la oposición. Con unafamilia de cinco miembros, Yangaencontró la solución a sus problemasen la fabricación de mutu kelei, un trabajo “fácil de aprender y de bajo costo, con ingresos que bastan para pagarlos estudios de tres hijos y los gastosdiarios”, explicó.

Los materiales son asequibles: neumáticos viejos, pegamento y algunaque otra herramienta. El proceso también es sencillo y se limita a medir elpie del cliente al lado de un trozo deneumático cortado previamente. Enuna jornada laboral, Yanga puede producir cinco pares de zapatos y los vende a 2.000 libras sursudanesas o unoscinco euros cada uno. Eso sí, el tiempo y el precio dependerán del diseñodemandado por el comprador, quedebe decidir si desea una zapatillahecha 100% de neumático reciclado osi, por el contrario, prefiere una adornada con hilos de colores tejidos enella a modo de croché.

Muchachas que, a golpe de ganchillo, tratan de pagarse los estudios seencargan de la decoración, comoMartha Lino, de 22 años. La jovenestudia Economía en la Universidadde Yuba y en sus ratos libres bordazapatillas en el cercano mercado deKonyo Konyo para intentar salvar ladifícil situación económica que atraviesa su familia desde la jubilaciónde su padre y ayudar a pagar susestudios. “Decidí tener este trabajoque nos cubre a mí y a mi familiatodas las necesidades, cobro 5.000libras al día”, dijo.

Las mutu kelei son famosas por suresistencia a las condiciones de lanaturaleza, especialmente en otoño. En las zonas rurales, dondehabita la gran mayoría de los sursudaneses, con sus caminos sin asfaltar y bosques, la población prefiereeste calzado a otros importados desde China u otros países, menosduraderos y más caros. Gai JokDeng, un pastor de Kit, al sur deYuba, acudió al mercado para llevarse diez pares para los jóvenes desu zona. “Aguanta las caminatas enel fango del bosque, caminamos largas distancias con las vacas. Es bueno y no tan caro como los otroszapatos en el mercado, solamenteusamos este tipo”, afirmó.

Sin embargo, las mutu kelei también arrasan en zonas urbanas. Elfuncionario del Ayuntamiento deYuba James Ukwei compra a sus treshijos estas zapatillas al inicio de cadacurso escolar y asegura que les durantodo el año sin estropearse, algoindispensable con su limitado sueldo y situación económica “miserable”. La zapatilla de neumático “esadecuada para mi situación económica, es fuerte y presentable de algúnmodo”, concluyó.