donostia - En Silicon Valley ya empiezan a advertir de la necesidad de actuar antes de que sea demasiado tarde. “Están jungando con nuestras emociones de miedo y odio sin pagar los daños que provocan”, advierte la profesora Ana Azurmendi, directora de @digitalunav (Center for Internet Studies and Digital Life). La doctora en comunicación ha impartido una conferencia en Donostia sobre derechos digitales a los alumnos de Tecnun, la Escuela Superior de Ingenieros de la Universidad de Navarra.

Una persona forja su identidad según sus experiencias vitales, sus relaciones... ¿Es posible trasladar esa misma manera de ser a las redes sociales? ¿Que la identidad digital sea el espejo de cada persona?

-A grandes rasgos sí, pero intervienen muchos factores que se escapan a nuestro control. Plataformas como Facebook, Instagram, Twitter y Google tienen sus maneras de trasladar sentimientos y emociones. Consiguen posicionar a los usuarios junto a otros de tal forma que, sin saberlo, nos acaban encapsulando.

¿Encapsulando?

-Sí, por los modos de contar que tienen estas plataformas. No hay más que ver lo que ocurre con Instagram: los adolescentes siempre van a la búsqueda de esa foto, del selfie que llame la atención. Son nativos digitales, saben qué tipo de fotos van a contar con más likes y, sin saberlo, comienzan a seguir la estela que marca una plataforma que les indica cómo deben actuar para tener una mayor aceptación. Así, los jóvenes acaban desarrollando un tipo de conducta.

¿Estas herramientas digitales van moldeando nuestra identidad?

-Totalmente, pero hay que tener en cuenta además que el rastro digital que dejamos no solo depende de la foto que subamos en Instagram o Twitter. Influye cómo me han etiquetado, cómo han valorado y cuántos likes he recibido. Facebook se hace con toda esa información que analiza junto a otros likes obtenidos a través de mis contactos de WhatsApp, junto a información de mis llamadas telefónicas y todo lo que hago en otras redes sociales. Facebook utiliza esa información junto a la que compra.

¿A quién?

-A empresas telefónicas, de datos, de marketing...

Habla de “sentirnos encapsulados”, de “comprar información”? Dan ganas de mandar a paseo las redes sociales...

-No, no. Que quede bien claro que estoy a favor de las nuevas tecnologías al 200%. Son herramientas fabulosas pero, evidentemente, tienen un peaje a pagar, y lo que se está empezando a cuestionar ahora es si ese peaje a pagar no es desproporcionado. Debemos tener en cuenta que va a ir a más, porque después de los asistentes personales llegará otro nuevo ingenio, y siempre van a jugar con nuestros datos. Se está planteando si ese peaje es desproporcionado desde el punto de vista de la privacidad y si pone en riesgo nuestra libertad.

¿En qué sentido?

-Desde el año 2014 se ha desmostrado que Facebook, en su afán por conseguir más y más publicidad, ha seguido siempre la linea de llamar la atención de los usuarios. ¿Cómo lo ha conseguido? Jugando principalmente con las emociones de miedo y odio. Se ha demostrado que ha jugado con todo ello para hacerse con una audiencia tremenda.

¿Y qué efecto ha surtido?

-Ha conseguido que los perfiles de los usuarios, sin que nosotros lo sepamos, se vayan aglutinando alrededor de tipos de reacciones emotivas ante determinados sucesos. La inteligencia artificial une a grupos de personas que reaccionan de la misma manera ante determinados estímulos, que pueden haber sido lanzados por fake news. Al final lo que se ha comprobado es que, al menos en Facebook, estamos interactuando con personas que más o menos reaccionan y piensan como nosotros. De ahí que la idea que nos hemos hecho de la realidad que nos circunda sea falsa.

¿Qué tipo de ideas?

-Me refiero a ideas sobre la actualidad. Todos nuestros likes giran alrededor de cosas que han ocurrido. Hay muchísima gente que sigue las noticias a través de Facebook y nos han ido agrupando en perfiles. Nos ha colocado en un mundo que nosotros pensamos que es real, pero es el que Facebook ha creado. Hasta tal punto, que alguno de los grandes inversores de tecnología en Silicon Valley ha dicho que hay que empezar a hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Advierte de que las grandes empresas ganan muchísimo dinero porque no pagan los daños que provocan.

¿Como cuáles?

-El mayor riesgo es el daño que se está provocando a la libertad de los ciudadanos, porque estamos viviendo en burbujas ideológicas sin saberlo. Nos relacionamos con personas que reaccionan de la misma manera ante noticias con datos que Facebook nos filtra y nos hace llegar. Es algo muy grave. Hay un riesgo evidente para la libertad de los ciudadanos. En primer lugar, por privacidad, y en segundo lugar, por la libertad, que podría afectar a un sistema democrático. Es algo que ya se están planteando ellos mismos. En ese sentido, el último número de la revista Time es brutal...

¿A qué se refiere?

-El titular de la portada dice: Esto hay que arreglarlo antes de que sea demasiado tarde. Y se ve a un usuario cargando con el like de Facebook como un tormento. Es una imagen muy gráfica, en la que se ve una mochila a cuestas que pesa lo indecible, que refleja todo ese peso que uno lleva a rastras con la identidad digital.

Hay ‘influencers’ que, sin poder sobrellevar semejante presión, se han llegado a quitar la vida...

-El asunto es que les da mucho dinero, pero te somete a mucha presión. Estos días hemos abordado el tema con los estudiantes. Análizábamos los fraudes de influencers, de cómo compran likes y seguidores para engordar sus cuentas, porque saben que a partir de los 10.000 likes las marcas comienzan a interesarse. La presión es indudable para lograr ese objetivo. Para llegar a los 10.000 likes han tenido que estar 24 horas haciéndose fotos, vídeos?

¿Y esas empresas cómo funcionan?

-Son empresas de marketing digital que van rastreando influencers muy activos que suben contenidos. Venden una marca a través de estas personas y, como digo, muchas veces son las propias marcas las que les ayudan comprando más likes y más seguidores de manera que la bola no deja de crecer. Es una presión tremenda para menores de 16 años que viven de ello y para ello. Sorprende que en algunos casos sean los propios padres los que exponen a sus hijos constantemente con vídeos. No son conscientes del rastro digital que están dejando.

¿Qué aconseja para hacer un uso saludable de las redes sociales?

-Como ciudadanos, nos vemos en la obligación de consolidar nuestra identidad digital. La ciudadanía debe saber que existen herramientas para conformar esa identidad tal y como nos gustaría que fuera.

Explíquese...

-Me refiero, por ejemplo, al derecho al olvido en las redes sociales, que fue avalado en diciembre del año pasado, conforme al reglamento general de la UE sobre protección de datos. Es una herramienta muy buena, y además nos lo ponen facilísimo?

¿No cree que hay padres y madres que han rebasado todos los límites exponiendo a sus hijos en las redes desde el mismo momento del nacimiento?

-Sin duda. La Ley de Protección de Datos, e incluso Unicef, ha llegado a lanzar campañas para prevenir a los padres de que compartan tantas fotos desde que nacen. Les quieren hacer ver que sean conscientes de que en un futuro esas fotos pueden perjudicar a sus hijos cuando sean adultos. Los padres deberían tener sentido común y pensar que esas fotos que se van a quedar ahí durante toda la vida.

Usted no utiliza Facebook. ¿Por qué?

-Cuando emergió en 2006 estaba en una estancia en Oxford. Hablé con un profesor que me animaba a que me diera de alta en la plataforma para intercambiar fotos. No me acabó de convencer, me parecía demasiada intromisión en mi vida privada. Sí utilizo en cambio Twitter porque me parece más profesional.

¿Y por qué no hacer un uso profesional de Facebook, o emplearlo con fines, por ejemplo, constructivos que puedan aportar algo positivo a la sociedad?

-Por supuesto. Es una herramienta que tiene millones de usuarios. Hablamos de los riesgos, pero hay que recalcar en que es un gran avance contar con las redes sociales. De hecho, los medios de comunicación tradicionales no han tenido otra que entrar de lleno y reinventarse. Hay mucha gente que hoy en día tiene voz, y no la habría tenido solo con los medios convencionales. Eso es maravilloso.

Sentido común, cordura, sensatez... ¿Cuál es la asignatura pendiente en el manejo de estas herramientas?

-Estoy a favor de que las nuevas tecnologías sigan evolucionando, pero aprobando leyes que pongan límites para que no nos exploten sin ser consicientes de ello y para que no abusen de nuestra privacidad. La legislación europea es un gran avance en ese sentido, pero Facebook sigue sin ofrecernos toda la información de lo que hace con nuestros datos. Lo que están claro es que haber nacido con estas herramientas al alcance conforma una identidad diferente a la que tuvieron otras generaciones.