Toma el cornetín en sus manos y tras colocar adecuadamente la boquilla sopla con fuerza. Inmediatamente, el sonido del instrumento de guerra te hace viajar 200 años atrás en el tiempo, al horror de aquellas primeras líneas de fuego en las que los soldados caían como moscas. Ante el desconcierto solo tenían como referencia la bandera británica y ese bugle que el historiador Ramón Barea porta en sus manos, viajando con sus palabras a otro tiempo. ¿Cuánto vale recuperar la banda sonora del horror? En aquella ceremonia de la confusión, los soldados sabían que cuando escuchaban el cornetín morirían en la primera línea de fuego.

La corneta que porta el historiador es una de las utilizadas por el 23 regimiento de fusileros de Gales, que acompañaron a las tropas de Wellington cuando el 31 de agosto de 1813 asaltaron y asolaron la ciudad. Es incalculable el valor que puede llegar a tener reproducir el mismo sonido de aquella contienda en la que la ciudad se vio reducida a cenizas. “Es como tener grabados los gritos desgarradores de los soldados antes de morir en la guerra”, equipara Barea.

Este importante hallazgo histórico se puede contemplar en la tradicional subasta solidaria de Emaús, abierta hasta el 26 de diciembre en su Faktory de Mundaiz, en el número 6, junto a Tabakalera. La puja se puede hacer de manera anónima introduciendo en una urna la papeleta con el precio dispuesto a pagar, de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas.

Arqueología social

A lo largo del año llegan a la fundación camiones y más camiones cargados de objetos de todo tipo. Tras la criba en la que se realiza una labor de “arqueología social” llegan a subasta auténticas reliquias. Con ellas se puede hacer un estudio sociológico del cambio de los tiempos, ya que entre los hallazgos abundan donaciones de objetos militares y religiosos que en su día se guardaban como oro en paño y hoy, con el paso del tiempo, se han convertido en un estorbo orillado en el desván de los recuerdos.

Y así, de manera casual, es como “casi nos da la vuelta el corazón”, se emociona Barea, al certificar que el cornetín era una pieza original. Llegó a Emaús de manos de un particular tras hacer la limpieza en casa. El historiador dice que la curiosa colección de objetos entre los que se encuentra el bugle de guerra pudo pertenecer a un militar de alto rango con residencia en la capital guipuzcoana.

La rapiña era muy común en aquella Donostia saqueada e incendiada, como ocurre hoy en día tras bombardeos que dejan un reguero de muertos en países en guerra. Cesa el horror, y siempre hay algún superviviente dispuesto a recoger objetos para el trapicheo.

Aquel cornetín pudo quedar perdido en algún lugar de aquella Guerra de la Independencia, con las tropas francesas de Bonaparte resistiendo a los aliados anglo-portugueses en la ciudad, con Wellington al mando, y el general Sir Thomas Graham sobre el terreno asolando la ciudad hasta su destrucción.

¿Quién pudo utilizar el cornetín que se expone en Mundaiz? El historiador explica que entre las tropas que acabaron con Donostia figuraba el 23 Regimiento de infantería de línea, los fusileros de Gales. Es de ahí de donde procede este instrumento de guerra. Curiosamente, este regimiento ha perdurado en el tiempo y no se ha disuelto hasta 2006, tras la guerra de Afganistán. “Hasta hace unos pocos años, el mundo no estaba tan globalizado y los objetos tenían una procedencia más cercana. Esa era una de nuestras hipótesis de trabajo pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando, tras ponernos en contacto con el Museo británico, corroboró que este objeto estuvo presente en la ciudad y en esta batalla”.

Junto a la corneta hay un silbato militar de los que se utilizaban durante la Primera Guerra Mundial, y que se hacían sonar en el momento en el que había que salir de las trincheras y abrir fuego. El llamado silbato del demonio, puede verse en la película protagonizada por Kirk Douglas en Senderos de Gloria.

Pero hay mucho más allá de la singular colección militar. Entre relojes, aparatos de radio y máquinas de escribir se encuentra una importante colección de libros vascos impresos en la diáspora en Buenos Aires en 1945. Sobresale el libro del primer lehendakari vasco, José Antonio Aguirre, editado en Buenos Aires en 1944 con el título De Gernica a Nueva York pasando por Berlín. Hay más alhajas. Como el libro titulado Los Vascos en el Madrid Sitiado, del nacionalista Jesús de Galíndez, destacado escritor, jurista y profesor, de cuyo asesinato en la República Dominicana se han cumplido más de 60 años. Hay lectores que, quizá, sepan de él tras la publicación en 1990 de la novela Galindez, de Manuel Vázquez Montalbán.

Son tan solo algunos de los objetos de esta subasta que se convierte en un viaje en el tiempo, y que se puede visitar hasta el 26 de diciembre. Al día siguiente, un notario establecerá los nuevos propietarios en función de las pujas más altas, cuyos precios de partida oscilan entre los 5 y 600 euros.