En un mercado laboral marcado por la competencia y el cambio generacional, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha dejado de ser un mero añadido en la estrategia empresarial para convertirse en una herramienta fundamental para captar y retener talento. Así lo demuestran informes recientes sobre la evolución de las prioridades laborales de las nuevas generaciones.
El cambio de prioridades en la juventud apunta que ya no se trata únicamente de cuánto se cobra, sino de cómo y para qué se trabaja
El compromiso social, medioambiental y ético de las empresas ya no se percibe como un extra, sino como un factor determinante en la elección de empleo, especialmente entre las personas jóvenes. La RSC se ha transformado en un elemento diferenciador clave en el posicionamiento de las organizaciones como empleadoras atractivas. Este fenómeno se refleja con claridad en el último Diagnóstico de la situación de la juventud de Euskadi 2024, elaborado por el Observatorio Vasco de la Juventud (OVJ), que pone en evidencia un cambio sustancial en las expectativas laborales de la juventud vasca.
Las prioridades cambian: el clima laboral, la conciliación y el propósito
Según el citado informe, aunque el salario sigue siendo la característica más valorada (49,4 %) en el empleo ideal de los jóvenes vascos de entre 15 y 29 años, le siguen muy de cerca factores relacionados con los principios de la RSC: el ambiente y clima laboral (41,4 %), el horario y calendario laboral (38 %) y la estabilidad (27,6 %). Destaca especialmente el aumento del valor asignado al buen ambiente laboral y a la conciliación, factores que han ganado protagonismo frente a la estabilidad o la retribución como únicos criterios.
Por otra parte, una investigación conjunta de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), centrada en la percepción intergeneracional de la RSC concluye que la generación Z —personas nacidas entre 1997 y 2002— es la que más valora el compromiso de las empresas con los criterios éticos, sociales, ambientales y laborales. De hecho, otorgan una puntuación media de 6,44 sobre 10 a estas dimensiones, por encima de los milenials (5,99), la generación X (6,07) y los boomers (6,21).
La generación Z es la que más valora el compromiso de las empresas con los criterios éticos, sociales, ambientales y laborales
Un cambio con raíces en la crisis de 2008
Los investigadores achacan esta sensibilidad de la generación Z a las múltiples crisis que les ha tocado vivir: económica, social, política y climática. Y es que, a diferencia de los milenials, que vivieron una adolescencia marcada por la abundancia de finales de los 90 y principios de los 2000, la generación Z creció en un entorno de incertidumbre, una vivencia que ha modelado sus valores, situando la sostenibilidad, la justicia social y la conciliación en el centro de sus expectativas. Así, en palabras de los investigadores, esta generación “valora más la calidad del tiempo que la acumulación de bienes”, un rasgo que la diferencia de sus predecesores.
RSC como estrategia
Estos resultados apuntan a un giro cultural: ya no se trata únicamente de cuánto se cobra, sino de cómo y para qué se trabaja. En este sentido, las empresas que demuestran un compromiso auténtico con prácticas laborales éticas, proyectos sociales y sostenibilidad ambiental tienen más posibilidades de atraer a quienes buscan no solo un empleo, sino un entorno en el que poder desarrollarse con propósito.
Ante esta realidad, la RSC, lejos de limitarse a campañas de imagen o marketing verde (también denominado greenwashing), se está traduciendo en acciones tangibles: programas de voluntariado, planes de igualdad, protocolos de salud mental, compromisos de descarbonización o modelos laborales flexibles.
Un entorno laboral con perspectiva ética reduce la rotación y aumenta la fidelidad y la productividad
No en vano, un entorno laboral con perspectiva ética reduce la rotación y aumenta la fidelidad y la productividad, puesto que refuerza la identificación emocional entre las personas trabajadoras, al tiempo que mejora la reputación de la organización. Con todo, en un mercado laboral donde el talento joven escasea, la RSC se convierte en una ventaja competitiva determinante. El reto, por tanto, no está solo en captar currículums, sino en construir culturas organizativas que sean coherentes con los valores de las nuevas generaciones.