el origen de la vida es todavía un enigma en muchos casos, ante lo que la ciencia está dando explicación poco a poco a las incógnitas sobre quienes habitaban la Tierra hace millones de años. Entre las extrañas criaturas moradoras destaca la fauna ediacárica, que vivió en la Tierra 20 millones de años antes de la explosión cámbrica de la vida animal -que fue la aparición y diversificación de organismos macroscópicos multicelulares complejos en los inicios del Cámbrico, hace unos 540 millones de años-, y que está formada por organismos que algunos paleontólogos consideran tan extraños como seres de otro planeta.

Ahora, moléculas de grasa en un antiguo fósil han servido para revelar el primer animal confirmado en el registro geológico, que vivió en la Tierra hace 558 millones de años. La extraña criatura, llamada Dickinsonia -descrita en 1947- sería un ser ovalado y simétrico que creció hasta 1,4 metros de largo y tenía forma ovalada con segmentos en forma de costilla que recorrían su cuerpo.

El descubrimiento lo realizó un estudiante de doctorado de ANU (Australian National University), Ilya Bobrovskiy, que encontró el fósil conservado en un área remota cerca del mar Blanco en el noroeste de Rusia, cuyo tejido aún contenía moléculas de colesterol, un tipo de grasa que es el sello distintivo de la vida animal.

Ante esto, el investigador principal de la expedición, el profesor asociado Jochen Brocks, cree haber despejado las dudas gracias al análisis de restos orgánicos atrapados en los fósiles, por lo que explica que la explosión del Cámbrico ocurrió cuando animales complejos y otros organismos macroscópicos, como moluscos, gusanos, artrópodos y esponjas, comenzaron a dominar el registro fósil.

“Las moléculas de grasa que hemos encontrado demuestran que los animales eran grandes y abundantes hace 558 millones de años, millones de años antes de lo que se pensaba”, afirma Brocks, de la Escuela de Ciencias de la Tierra de ANU, que dirigió la investigación, publicada en Science, en colaboración con científicos de la Academia Rusa de Ciencias y el Instituto Max Planck de Biogeoquímica y la Universidad de Bremen en Alemania.

“Los científicos han estado luchando durante más de 75 años por saber qué fueron Dickinsonia y otros extraños fósiles de la biota de Ediacara, como una ameba unicelular gigante, líquenes, experimentos fallidos de la evolución o los primeros animales en la Tierra. La grasa fósil ahora confirma a Dickinsonia como el fósil animal más antiguo conocido, lo que resuelve un misterio de décadas que ha sido el Santo Grial de la paleontología”, continúa.

clave en el viejo mundo Por su parte, Ilya Bobrovskiy subraya que el equipo desarrolló un nuevo enfoque para estudiar los fósiles de Dickinsonia, que tienen la clave entre el viejo mundo dominado por las bacterias y el mundo de los animales grandes que surgió hace 540 millones de años durante la explosión cámbrica. “El problema que tuvimos fue encontrar fósiles de Dickinsonia que retuvieran algo de materia orgánica”, relata.

“La mayoría de las rocas que contienen estos fósiles, como las del yacimiento Ediacara en Australia, han soportado mucho calor, mucha presión, y luego han sido erosionadas después de eso. Estas son las rocas que los paleontólogos estudiaron durante muchas décadas, lo que explica por qué estaban atascados en la verdadera identidad de la criatura”, cuenta el experto.

Respecto a la posible identidad de la criatura, los estudiosos no coinciden, ya que se están barajando diferentes hipótesis, entre las que se cree que los seres eran líquenes fruto de la simbiosis entre un hongo y un alga, mientras que otros sostienen que se trataba de seres unicelulares gigantes, y hay expertos que mantienen que serían animales marinos de aguas cálidas y poco profundas. Así pues, no se ha podido descartar ninguna teoría con la mera observación de la morfología de estos fósiles,

cambio de paradigma Asimismo, a pesar de que los paleontólogos normalmente estudian la estructura de los fósiles, el hallazgo de Bobrovskiy se produjo extrayendo y analizando las moléculas del interior del fósil encontradas en rocas antiguas en Rusia para hacer un descubrimiento de gran avance. “Cogí un helicóptero para llegar a esta parte remota del mundo, hogar de osos y mosquitos, donde pude encontrar restos de Dickinsonia con materia orgánica aún intacta”, recuerda.

“Estos fósiles estaban ubicados en medio de los acantilados del Mar Blanco, que tienen entre 60 y 100 metros de altura. Tuve que colgarme del borde de un acantilado con cuerdas y excavar enormes bloques de piedra arenisca, sacarlos, lavar la piedra arenisca y repetir este proceso hasta que encontré los fósiles que estaba buscando”, añade.

Además, el profesor Brocks destaca que ser capaz de estudiar las moléculas de estos organismos antiguos era un cambio respecto a las investigaciones anteriores: “Cuando Ilya me mostró los resultados, simplemente no podía creerlo. Pero también de inmediato vi la importancia”. - E.P.