Hace un mes me pidieron el título de licenciado en Ciencias de la Información para una gestión administrativa. Nunca en 30 años de trabajo me lo habían solicitado. De hecho, lo tengo en casa porque cuando acabé la carrera dos familiares se empeñaron en que tramitara el título en la facultad. Yo les decía que no valía de mucho, que no hacía falta, así que 30 años después les he tenido que dar la razón. En otras profesiones con más pedigrí que ésta de plumilla, los títulos lucen en las paredes. A veces entras a un despacho o en una consulta, y los títulos de las licenciaturas y las orlas adornan la estancia. Mi título de Periodismo, junto al del Bachillerato y el del Graduado Escolar, está guardado en uno de esos largos tubos de plástico que se usan para guardar planos. Ni amarillea ni coge polvo. Vete tú a saber dónde guarda la locuaz Noelia Núñez sus no títulos. Ni era graduada en Derecho y Ciencias Jurídicas de la Administración Jurídica, ni había acabado Filología Inglesa, ni nada de nada. Pero, oye, desde la nadería absoluta ejercía de profesora en la Universidad Francisco Marroquín. De momento ya se tiene un puesto de tertuliaana y quién sabe si dirigirá (en una de tantas unis privadas de Madrid) el máster Cómo engordar tu currículum sin pegar un palo al agua.