Angrois, cinco años de dolor, litigios y negaciones
El 24 de julio de 2013 un tren Alvia Madrid-Ferrol descarriló causando 80 muertos y 140 heridos
Santiago de Compostela - A las 20.41 horas del 24 de julio de 2013 un tren Alvia que hacía el recorrido entre Madrid y Ferrol (A Coruña) descarriló a apenas tres minutos de la estación de Santiago de Compostela y provocó la muerte de 80 personas.
Fue en la curva de A Grandeira, en Angrois, en el extrarradio de la capital gallega. Francisco José Garzón Amo, el maquinista, reconoció instantes después del accidente -que además de las muertes provocó heridas a más de 140 personas- que había entrado en esa curva a 190 kilómetros por hora, más del doble de la velocidad indicada (80 km/h). Finalmente la caja negra estableció que el maquinista frenó siete segundos antes del impacto y que el tren circulaba en el momento del descarrilamiento a 179 kilómetros por hora.
El maquinista reconoció que justo antes de activar el freno estaba hablando por teléfono. Su interlocutor era el interventor del convoy que había hecho una llamada para consultar las condiciones del desembarco de una familia en Pontedeume, ya muy cerca del destino final.
tramo fatídico El lugar elegido para hacer la consulta resultó fatídico, un tramo de varios kilómetros por los que el ferrocarril circula a 200 kilómetros por hora y pasa por varios túneles y viaductos. Justo antes de esa curva, sin embargo, el tren debía haber reducido a 80 kilómetros por hora, pero ningún sistema alertó del despiste al maquinista y cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
“Me despisté”, reiteró Garzón Amo la pasada semana en la Comisión de investigación que se ha constituido en el Congreso de los Diputados, en la que también incidió en que “era un accidente anunciado”. Tras cinco años de silencio, únicamente roto por sus comparecencias judiciales, en un proceso en el que está investigado por homicidio imprudente, el maquinista salió de su semianonimato entre lágrimas para declarar, por voz interpuesta, que lo sentía, que estaba arrepentido y que ojalá que hubiese fallecido él si con ello se hubiese podido evitar una sola de las 80 muertes.
Esa versión, que el maquinista es el único responsable y que solo su imprudencia motivó el accidente ha ido resquebrajándose con el paso del tiempo y sin que por ello nadie dude de su responsabilidad en el siniestro.
Así lo consideran los representantes de las víctimas, la Agencia Ferroviaria Europea (ERA) y el juzgado de instrucción número 3 de Santiago, que junto a Garzón Amo mantiene como investigados a los responsables de Seguridad de Adif y Renfe, Andrés Cortabitarte y Antonio Lanchares. Y es que este caso se dilucida en varios ámbitos ahora, el judicial, que se prolonga desde el minuto siguiente al siniestro, y el político, con el inicio de las comparecencias hace dos semanas, en la comisión de investigación en el Congreso de los Diputados.
Tanto el ámbito judicial como el político tratan de establecer por qué ningún sistema de seguridad alertó al maquinista de su despiste, evitó sus consecuencias y, sobre todo, de quién es la responsabilidad. Un informe elaborado por la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios determinó que el maquinista era el único responsable, pero la ERA señaló que esa comisión no era independiente, ya que los integrantes de la misma eran a su vez investigadores e investigados. Recientemente, otro informe ha determinado que la decisión de eliminar justo antes de la curva los sistemas de seguridad de ayuda al maquinista suponían un “cambio significativo” en el proyecto, por lo que una agencia independiente también debería haber hecho un análisis de riesgo específico.
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