Sufren un trastorno mental severo y han encontrado en Victoria Enea un refugio “cercano y familiar”, donde se sienten atendidos y desde donde promueven su autonomía. Un total de 17 personas -15 hombres y dos mujeres- que padecen esta enfermedad, la mayoría de ellas esquizofrenia de tipo paranoide, viven en este centro, una antigua residencia de ancianos ubicada en el barrio donostiarra de Intxaurrondo, y reconvertida en octubre de 2017 en un recurso residencial de carácter sociosanitario, dedicado a la atención y asistencia de estos usuarios.

Este es el único centro de Gipuzkoa que se dedica de forma exclusiva a las personas con trastorno mental severo, tal y como indicó ayer el diputado general, Markel Olano, que visitó las instalaciones junto a la diputada de Políticas Sociales, Maite Peña, y el vicepresidente de la Corporación Mondragón, Alberto Gorroñogoitia. La Diputación ha creado estas nuevas 17 plazas, a las que hay que sumar otras 94 con las que ya cuenta el territorio, que se encuentran en centros residenciales para personas mayores o residencias polivalentes.

El Ejecutivo foral vio la necesidad de que Gipuzkoa dispusiera de un centro dedicado en exclusiva a estas personas, ya que “en los últimos años, la prevalencia de las enfermedades mentales está teniendo un incremento importante y, lo que es más preocupante, es que este incremento también se aprecia en personas jóvenes”, posiblemente “como consecuencia de los consumos de drogas”. “Los estudios nos indican que esta tendencia se va a mantener”, afirmó Olano.

Almudena Martínez Terés, terapeuta ocupacional de Victoria Enea, corrobora el aumento de los jóvenes con trastorno mental severo. En el centro de Intxaurrondo, hay usuarios desde los 33 años, pero en estos momentos la residencia tiene una lista de espera de 30 personas, “de gente joven”, según Martínez. “Lo más común es que vengan con una patología dual, es decir, con un trastorno mental severo y con una patología de drogadicción”, asegura.

Muchos de estos pacientes no tienen ningún apoyo familiar y, además, han tenido una vida muy dura hasta su llegada a la residencia, incluso pasando por prisión o viviendo en la calle. Por ello, las ocho personas que trabajan en Victoria Enea se esfuerzan porque los pacientes no vean este recurso como un psiquiátrico, porque no lo es, sino como un lugar “familiar”, donde se intenta que el paciente sea “más autónomo” para que tenga “una vida digna”.

Sin tiempo límite “Hay algunos que piensan que van a salir de aquí en dos meses, mientras que otros se quieren quedar, viendo el entorno cercano y familiar que hay”, explica Martínez. En Victoria Enea, no tienen un tiempo límite, no deben abandonar el centro una vez cumplido un plazo. “Si vemos que una persona está adaptada, que tiene más autonomía en la cocina y el lavado, por ejemplo, en actividades de la vida diaria que pueda fomentar sin ningún apoyo, se puede ir”, explica la terapeuta ocupacional. Entonces, ese usuario pasaría a un piso tutelado.

Una de las tareas más importantes de este centro es proporcionar a los usuarios una rutina. Es decir, que sepan a qué hora tienen talleres en Victoria Enea, cuándo deben ir a trabajar (muchos de ellos tienen un empleo en Gureak) o cuándo deben regresar a la residencia. Los talleres, explica Martínez, se pactan previamente, dependiendo de los gustos y preferencias de los usuarios, pero también de sus déficits.

Y es que es muy común que estas personas tengan dificultades para relacionarse y, por eso, desde Victoria Enea buscan que “interactúen” en los talleres y participen en las distintas excursiones que realizan. “Les pedimos implicación porque tienen esa dificultad”, afirma Martínez.

Talleres más demandados Entre los talleres que más “triunfan” están los de relajación, ya que hay muchos usuarios que quieren “manejar su estrés” o que sufren alteraciones de conducta. No obstante, el más demandado es el que tiene que ver con la cocina: “Ellos hacen la cena de los miércoles y la comida de los sábados. Además, hay un taller de repostería, donde hacen el postre para el día siguiente. Incluso, suelen hacer bizcochos para los cumpleaños”, explica la terapeuta.

Ella misma imparte un taller de debate de “conciencia de la enfermedad, para que conozcan su trastorno mental, para que se pongan en la piel de otro” y, en definitiva, para fomentar que se relacionen entre ellos. Y es que mientras hay usuarios que sí son conscientes de su enfermedad mental severa, hay otros que no tienen esa percepción, que creen que están en el centro “porque tienen que estar”, sin ser conscientes de su situación.

Otra de las funciones importantes de este lugar es lograr que los pacientes sepan organizarse la medicación, sean rigurosos con lo que deben tomar. Y es que el objetivo final de esta red foral de rehabilitación psicosocial es “ayudar” a las personas con trastorno mental severo a desarrollar “una vida digna” dentro de la comunidad a la que pertenecen, convirtiéndolas en “protagonistas” de su proceso de rehabilitación”, afirmó durante la visita a Victoria Enea, el diputado general, Markel Olano.

“Les ayudamos a desarrollar su proyecto vital promoviendo la autonomía, calidad de vida, bienestar, integración y participación social, ya que además la mayoría de ellos cuenta con una de las mejores herramientas para la inclusión social: un empleo”, insistió Olano.

Por su parte, la diputada de Políticas Sociales, Maite Peña, aseguró que el modelo de rehabilitación psicosocial de la Diputación se basa en el principio de “autonomía e independencia”. “La rehabilitación se centra en la recuperación y adquisición de las capacidades de estas personas, que les permitirán ejercer el derecho a desenvolverse con mayor autonomía en un entorno correcto”, indicó Peña.

Asimismo, Alberto Gorroñogoitia, vicepresidente de la Corporación Mondragón, que gestiona este centro de Donostia, aseguró que el hecho de convertir Victoria Enea en residencia para personas con trastorno mental severo supuso un “reto. “Uno de los objetivos es conseguir la integración absoluta o mayor posible de estas personas en la sociedad”, afirmó.