Tras la muerte del Papa Francisco, el Vaticano puso en marcha el minucioso protocolo para la celebración del cónclave, el proceso por el cual se elegirá al sucesor de Francisco y nuevo representante de la Iglesia Católica.
Son 133 los cardenales menores de 80 años quienes desde este miércoles 7 de mayo tendrán la responsabilidad de decidir quién será el próximo Pontífice. Entre ellos destacan figuras de gran peso político, pastoral y teológico, muchas de las cuales fueron seleccionadas por el propio Francisco, dejando una fuerte impronta de ideología reformista en el Colegio Cardenalicio.
Un colegio más diverso y global
Durante su pontificado, Jorge Mario Bergoglio impulsó una ampliación y diversificación geográfica del cuerpo electoral. De los 133 cardenales con derecho a voto, 81 fueron nombrados por él, en un esfuerzo por dar mayor representación a las iglesias periféricas y reforzar el perfil pastoral, social y misionero del liderazgo eclesial. Por eso, es muy probable que el próximo pontífice esté más alineado con las ideas de Francisco que con una visión más tradicional o conservadora, como la de algunos de sus antecesores.
Esta vez los cardenales provienen de los cinco continentes. Europa está representada por 52 cardenales; América por 36 —la mayoría provenientes de América Latina—; Asia cuenta con 21; África con 17, y finalmente Oceanía con 7 cardenales.
Esta pluralidad refleja no solo el mapa global del catolicismo actual, sino también un amplio abanico de sensibilidades teológicas y prioridades pastorales, que jugarán un papel clave en la elección del nuevo Papa.
Los cardenales con mas peso
Aunque el voto de todos los cardenales tienen el mismo valor, algunos nombres destacan por su trayectoria, cercanía al papado anterior o influencia dentro del mismo Vaticano, lo que pueden influir la balanza hacia uno u otro a la hora de la elección final.
Pietro Parolin (Italia, 70 años): Actual Secretario de Estado del Vaticano, un diplomático consumado que, a sus 70 años, representa la opción de continuidad institucional. Formado en la carrera diplomática de la Santa Sede, fue clave en acuerdos como el restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE.UU. y la compleja negociación con China sobre el nombramiento de obispos. Parolin combina una imagen de discreción y eficiencia, aunque su perfil demasiado ligado a la Curia despierta ciertas reservas entre quienes desean un cambio más profundo. Algunos ya le atribuyen 40 votos en la primera votación, lo que sería clave para aglutinar los dos tercios u 89 votos necesarios para ser Pontífice. Tiene el apoyo del llamado 'partido de los nuncios', aquellos que han trabajado en estrecho contacto con la diplomacia vaticana, de varios cardenales de la Curia y muchos purpurados de Latinoamérica, continente del que es un gran conocedor.
Matteo Zuppi (Italia, 69 años): Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Proveniente de la Comunidad de Sant'Egidio, donde participó en misiones de paz en África, Zuppi ha cultivado una imagen cercana a los sectores populares. Conocido como el "cardenal de los pobres", su estilo pastoral, alegre y accesible conecta con la línea del Papa Francisco, aunque algunos sectores más conservadores recelan de su carácter pragmático y su sensibilidad política.
Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años): Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Antiguo arzobispo de Manila, Tagle es uno de los favoritos del Papa Francisco y simboliza el crecimiento del catolicismo fuera de Europa. Su personalidad carismática, su habilidad para conectar con los jóvenes y su discurso inclusivo lo convierten en un "papabile" natural, aunque su relativa falta de experiencia en la compleja maquinaria vaticana podría jugar en su contra. En los últimos días ha sido acusado por la asociación estadounidense BishopAccountability de haber hecho poco contra los sacerdotes pederastas, pero los obispos filipinos le han defendido.
Pierbattista Pizzaballa (Italia, 59 años): Actual Patriarca Latino de Jerusalén, también entra en las conversaciones. Especialista en diálogo interreligioso, conocedor profundo de Tierra Santa, ha trabajado durante años en el difícil equilibrio entre comunidades religiosas en Oriente Medio. Austero y sólido, su perfil internacional le da fuerza, aunque su nombre aún no tiene la proyección global de otros candidatos.
Robert Sarah (Guinea, 79 años): Cardenal de Guinea, de 79 años. Aunque su edad lo sitúa prácticamente fuera del rango de elección, su figura sigue siendo símbolo de la resistencia tradicionalista. Como prefecto emérito del Culto Divino, Sarah defendió siempre la misa en latín, las formas tradicionales y una visión del catolicismo fuertemente anclada en la espiritualidad clásica. Sus seguidores lo ven como el necesario "restaurador" tras años de apertura.
Peter Turkson (Ghana, 76 años): Ha liderado iniciativas sobre justicia social, medioambiente y migraciones, temas muy queridos por Francisco. Su elección supondría un giro histórico hacia África, un continente donde la fe católica crece con gran vigor. Sin embargo, algunas dudas sobre su capacidad para administrar el Vaticano pesan en su contra.
Ángel Fernández Artime (España, 65 años): Salesiano y actual proprefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada. De personalidad carismática y enfoque misionero, Fernández Artime representa el dinamismo y el impulso evangelizador, aunque su falta de experiencia directa en la Curia romana puede limitar sus opciones a corto plazo.

Mykola Bychok (Ucrania, 45 años): Obispo en Melbourne, su postura firme frente a la guerra en Ucrania y su frescura le han granjeado simpatías, aunque su juventud es vista como un hándicap importante en un colegio cardenalicio tradicionalmente conservador en las edades de elección.
Desafíos del próximo Papa
El sucesor de Francisco heredará una Iglesia en plena transformación, enfrentada a retos como la creciente secularización en Europa, la expansión en África y Asia, las heridas abiertas por los escándalos de abusos, y una necesidad urgente de renovar estructuras para incluir más activamente a los laicos, en especial a las mujeres.
Además, el nuevo Papa deberá equilibrar las tensiones internas entre quienes buscan una Iglesia más abierta y dialogante, y aquellos que defienden una vuelta a postulados más tradicionales.