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'La República Borriquera Anarcopoética' de Rovira

'La República Borriquera Anarcopoética' de Rovira

2 Estrella Serna/Efe

Córdoba- En el corazón de la Subbética Cordobesa, en el pueblo de Rute, un centenar de burros viven en la República Borriquera Anarcopoética de Pascual Rovira, presidente de la Asociación en Defensa del Burro (Adebo), quien ha dado en adopción ejemplares a varios personajes ilustres y miembros de la realeza española.

Animalista de profesión y por convicción vocacional, Pascual vive por y para su paraíso borriquero donde tienen cabida además otros animales domésticos y de granja como la cerdita, por decirlo de alguna manera, Dior; 300 kilos de carne rosada de primera calidad que jamás será transformada en ningún manjar ibérico porque durante todo este año se celebra El Año Marrano en Rute con actividades culturales que rinden homenaje a este animal tan español.

Pero todo empezó con un asno que, como Platero, era "un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos" y poco a poco este hombre de campo, rural y poeta ha ido construyendo lo que hoy denomina la República Borriquera Anarcopoética. Ya que, citando de nuevo al poeta de Moguer Juan Ramón Jiménez, "precisamente un hombre es un poeta cuando puede ser, espontánea y naturalmente, lo que es"; en el caso de Pascual, un ser humano que se ganó la confianza del escritor Camilo José Cela quien lo apodó "el vicario de Dios de los asnos".

El primero que se fijó en este hombre menudo de manos curtidas por el sol, la lluvia, el viento y la tierra fue el poeta gaditano Rafael Alberti; a quién pronto se le sumó el autor de La Colmena que, además, inició una amistad con Rovira y le dio a conocer en la Casa Real; la propia reina Sofía es madrina de Lluvia, un burrito al que amadrinó hace ya una década. Rovira cautivó también al escritor luso José Saramago, al grupo de rock andaluz Medina Azahara, a los periodistas Jesús Quintero y Carlos Herrera; al poeta cordobés Antonio Gala y hasta "el mismísimo Fidel Castro tenía apadrinado su propio pollino" cuenta en una visita de Efe a su casa, a la que se accede por un camino de tierra más fácilmente transitable para sus también adoradas cabras que para un vehículo a motor. En su finca, financiada con donaciones, los burros campan sueltos a sus anchas y olisquean como si de un animal de compañía se tratasen, a todo el que llega derritiéndose con las caricias hasta el límite de apenas dejar dar unos pasos sin que se arremolinen para no perderse nada.

Pascual Rovira es feliz en su finca cordobesa, si bien, recuerda que la mecanización del campo sumió en el olvido casi absoluto a un animal como el burro que ha sido imprescindible para el mantenimiento de la agricultura pero que ahora son abandonados, sobre todo de una década a esta parte registrándose hasta 140.000 adopciones en centros de acogida en los últimos tiempos.