Las escuelas de educación infantil deben y se están adaptando al siglo XXI. “Los esquemas tradicionales ya no nos valen, los hechos empíricos nos dicen que no todo lo hemos estado haciendo bien”, comentó ayer en Donostia Arantza Lejarraga, orientadora de la ikastola Arizmendi, una de las pioneras en su apuesta por la pedagogía de la confianza. Partiendo de la premisa de que cada niño lleva su propio ritmo de desarrollo, todos los espacios arquitectónicos de cada uno de sus centros se basan en esta premisa, permitiendo al propio menor elegir su camino de desarrollo. Con el objetivo de documentar el estudio arquitectónico elaborado por la escuela, el arquitecto Aitor Axpe ha elaborado el libro Arkitektura Haur Hezkuntzetan. Konfiantzaren pedagogia, que se presentó ayer en la delegación en Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.
Hace diez años la ikastola Arizmendi, que posee centros educativos repartidos entre Arrasate, Aretxabaleta y Eskoriatza, y que van desde Educación Infantil hasta Bachillerato, quiso adaptar el diseño de sus aulas a esta pedagogía. Los países referentes eran, como suele ser habitual, los del norte de Europa, Estados Unidos y Australia. No obstante, observaron que, aunque muchos de ellos habían adaptado sus espacios, no existía ningún libro al respecto.
“La pedagogía de la confianza se enmarca en tres niveles: en el cuidado, en el proceso académico y en el contexto”, apuntó Aitor Elizaran, director de Educación Infantil de la ikastola. Sobre este último punto y con el objetivo de transmitir y documentar la aportación de la arquitectura en el diseño de los espacios de educación, la ikastola trató de crear “un prototipo” ideal, basándose para varios puntos en las propias cualidades de su ikastola.
La escuela identifica en el libro hasta doce espacios para los niños de 0 a 6 años. “Es una edad en la que algunos andan y corren y otros justo gatean”, explicó Lejarraga remarcando la importancia de los ritmos biológicos. “Cada zona es un experimento en el que se facilita la creatividad de cada niño, y en la cual el profesor se convierte en un observador”, añadió el director.
“Cada uno de los espacios debe ser competente y no ha de duplicarse. Esto es, cada uno debe tener su propia función y no debe repetirse. Por eso, los arquitectos deben profundizar en ellos según cada proyecto”, explicó el autor de la obra, Aitor Axpe.
Por este motivo, el arquitecto dio importancia al organigrama que se elabora en el libro y que indica la proporción correspondiente a cada espacio. “Tienen que ser abiertos para permitir a los niños cambiar de espacio por sí mismos. Si quieren relacionarse con alumnos mayores, pueden hacerlo”, observó.
“Queremos que se abra”
El proyecto iniciado hace diez años en Arizmendi tuvo sus primeros frutos hace cuatro. Toda la Educación Infantil, tanto el temario como los espacios físicos, fueron adaptados a la pedagogía de la confianza. “Es un proyecto de I+D en una etapa de la vida crucial, ya que el niño prospera en su desarrollo emocional y cognitivo”, indicó Elizaran.
“Al tratarse de un proyecto tan novedoso surgieron problemas con el Gobierno Vasco, ya que los espacios no se correspondían con los estipulados en la ley”, comentó Axpe, por lo que algunas propuestas no pudieron materializarse.
Asimismo, las limitaciones físicas de las ikastolas imposibilitaron la construcción de algunos de los espacios ideados. “En su momento contemplamos una zona de agua, con una piscina pequeña, pero tuvo que eliminarse del proyecto final”, apuntó la orientadora de la ikastola.
A pesar de ello, los centros de Educación Infantil de Arizmendi cuentan con una serie de propuestas que los hacen únicos. Los más pequeños eligen los juguetes por ellos mismos y los profesores les hacen experimentar con materiales nuevos cada cierto tiempo. Un circuito tridimensional les permite hacer deporte a diario, y aunque hay zonas para cada edad, estos pueden corretear por todo el espacio, impulsando de este modo la colaboración. Los mayores deben ayudar a los más pequeños a completarlo.
Además, hay habilitada una zona de descanso con imágenes y música relajante para dormir y al que acude solo cada niño. “Antes se llevaba a la siesta a todos los alumnos, cuando no todos necesitaban echarla”, indicó Lejarraga.
Estas propuestas, así como el libro, son una puerta a la investigación y al desarrollo. “Queremos que se abra a investigadores, arquitectos y profesores de todo el mundo”, apuntó Axpe, añadiendo, por último, que estos deben profundizar “con resoluciones diferentes”.
El libro Arkitektura Haur Hezkuntzan. Konfiantzaren pedagogia es, en definitiva, un manual de uso que busca experimentar en este modelo educativo.
Zona de los padres. Lugar idóneo para que los padres hablen antes de comenzar el horario escolar. Espacio con toda la información para ellos.
Recepción. Se recomienda un diseño propio y especial.
Espacio de juegos. Con objetos de tres dimensiones seguros para los niños.
Punto de encuentro. Es un espacio idóneo para que los alumnos vean al profesor y viceversa.
Imaginarium. Zona de reflexión. Con música e imágenes relajantes.
Espacio para la intimidad. Enfocada hacia los más mayores, donde puedan hablar con discreción.
Zona de reposo. Para dormir, respetando los ritmos biológicos de cada niño.
Comedor. Cercano a la cocina y a la zona para padres.
Vestuario y espacio de higiene. Lo ideal es que este cerca de la entrada.
Introducción a secundaria. Un lugar de confianza para el niño y que le permite investigar de forma autónoma.
Zona exterior. Un espacio en el cual los menores puedan conectar con la naturaleza y los animales.
Espacio de agua. Una piscina de máximo quince centímetros para garantizar la seguridad. Se trata de la zona más costosa.