Madrid - Los restos de Ernesto Che Guevara siguen enterrados en Bolivia, repartidos en cuatro lugares diferentes del recinto de un batallón Pando en Villagrande, al sudeste del país, según una investigación del periodista y escritor J.J. Benítez que sale a la luz 50 años después de la muerte del guerrillero.
En una entrevista con Efe, J.J. Benítez ha relatado cómo decidió publicar en el libro Tengo a papá, editado por Planeta, las investigaciones que llevó a cabo durante seis años sobre las últimas horas del Che y que le reflejaron unos hechos que "no tenían nada que ver con lo que nos habían contado".
Ni los hechos ni el personaje ya que, asegura el escritor, el Che "era un personaje muy oscuro, nada que ver con el ser mítico que nos ha dibujado la Historia".
La investigación de Benítez parte del testimonio de un exagente de la CIA con el que se entrevistó en Estados Unidos en 2011, al que en el libro llama Mendi, que había sido testigo "de excepción" de la muerte del Che en una aldea al sudeste de Bolivia, y se basa además en los diarios de uno de los guerrilleros que acompañó al Che desde Cuba hasta su muerte y de uno de los oficiales del ejército boliviano que estuvo en su captura.
Este último, un militar boliviano al que el autor llama Saturno, relata cómo tras ser apresado y ejecutado por el Ejército de este país, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas ordenó que el cuerpo del Che, tras ser exhibido y practicarle la autopsia, fuera incinerado y sus cenizas enterradas en un lugar secreto.
Pero "algo salió mal..." y el fuego no hizo desaparecer el cuerpo del Che, que "fue cortado en cuatro partes" y cada trozo "enterrado en un lugar diferente en el recinto del batallón", según relata J.J. Benítez, que asegura que los servicios de inteligencia y el Alto Mando guardan las fotografías y las coordenadas geográficas de los emplazamientos.
El escritor afirma que todo lo que cuenta en el libro está basado en testimonios recogidos directamente en los viajes hechos por Bolivia, Cuba, EEUU y Argentina, y que no se ha permitido "licencias literarias".
Según el guerrillero con el que se ha entrevistado, la inteligencia cubana engañó al Che al enviarle a una zona de Bolivia donde se encontraron atrapados: "No teníamos conexión con Cuba. Carecíamos del necesario apoyo exterior. No disponíamos de armas y tampoco de comida".
Sobre el personaje, J.J. Benítez sostiene que Che Guevara era un hombre muy culto, pero "bastante desequilibrado y cruel, disfrutaba fusilando a gente", un hombre "oscuro del que después se ha creado un mito falso".
El nombre de la novela, Tengo a papá, hace referencia a la clave con la que el Ejército boliviano informó del apresamiento del guerrillero. Fue el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas quien sugirió "tomar una decisión drástica y definitiva. La decisión ejecutar al Che debía aplicarse con energía y lo más rápidamente posible.