donostia - La confidencialidad es un derecho indiscutible del paciente, y el Hospital Universitario Donostia ha tomado cartas en el asunto para velar por él. A partir de ahora y, con carácter general, ya no se facilitará en los puntos de información el número de habitación de los ingresados. Así, todas las personas que tengan previsto realizar visitas a seres queridos o conocidos deberán conocer previamente la ubicación del enfermo. Se trata de una medida de la que ya se ha hecho partícipe al personal del centro sanitario y que se está aplicando en el hospital desde hace un mes y medio, en virtud de la Ley de Protección de Datos (LOP 15/1999).
Esta normativa no es nueva, pero habitualmente se ha solido interpretar de una manera un tanto laxa con el fin de facilitar el quehacer diario, teniendo en cuenta la cantidad de usuarios que pasan por los mostradores del hospital preguntando por un número de habitación. Se refería el nombre a la entrada, y se facilitaba la ubicación.
Esto ya no será así. El problema, entre otras cosas, porque hay pacientes que no quieren ver a sus familiares, bien porque mantienen con ellos una mala relación; porque se encuentran en un estado físico que ni ellos mismos admiten, o por el motivo que sea. “Es algo que debemos respetar en todo caso. Nosotros no podemos facilitar ninguna información al respecto”, subrayan desde el complejo sanitario, donde han desplegado una campaña con carteles para que los usuarios tomen nota.
La nueva medida se está aplicando desde hace un mes y medio y, a pesar de que “a algunas personas les ha cogido por sorpresa”, está encajando sin mayores contratiempos. “El verano, en todo caso, no es la época del año más propicia para calibrar la nueva manera de actuar”, indican desde el hospital, por lo que los gestores del centro sanitario se han dado un plazo de tres meses para comprobar cómo se acomoda al día a día.
Situaciones muy sensibles Pacientes oncológicos, enfermedades infecciosas, derecho al aborto... de puertas adentro hay una amplísima casuística y situaciones “muy sensibles” que deben ser siempre tratadas con el máximo respeto y discreción. La legislación sobre el derecho a la información, en concreto, la ley 41/2002 de 14 de noviembre es la que regula la autonomía del paciente y los derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.
A este respecto, en su artículo 5 concreta que “el titular del derecho a la información asistencial es el paciente”, y serán informadas las personas vinculadas a él, por razones familiares o de hecho, “en la medida que el paciente lo permita de manera expresa o tácita”. En su artículo 7 también se recoge el derecho a la intimidad y confidencialidad del enfermo.
El médico Ángel Morales concluye, por todo ello, que “sin el permiso del paciente no se debería dar ningún tipo de información asistencial”. Así lo pone de manifiesto este facultativo en la última publicación de la revista OSI Donostialdea, que ha realizado un sondeo entre los profesionales para conocer su opinión sobre la aplicación de la ley.
La enfermera Milagros Astiz Goñi admite que suelen llegar al hospital familiares o amigos preguntando por la ubicación del paciente. “Cuando a este se le comenta que tiene una posible visita, a veces dice que no quiere que le visiten por la mala relación que existe o porque no quiere que le vean así”. Advierte que para evitar este tipo de situaciones “es muy importante que el visitante venga con la información clara”.
Antes de desplegar esta campaña se ha trabajado con el personal asistencial y de Enfermería. Hace falta una buena coordinación porque, de hecho, a diferencia de otros hospitales, el de Donostia incluye un total de cinco edificios, por lo que siempre resulta más complicado para los usuarios moverse entre sus pasillos. La medida también se ha comunicado a los hospitales comarcales de referencia.
modular la propuesta El problema a partir de ahora pasa por modular la propuesta. ¿Hay que ser flexibles ante las diferentes situaciones que se plantean en el día a día? Hay facultativos que entienden que “hay poco margen”, teniendo en cuenta que familiares y allegados del paciente “en situaciones normales” ya saben su ubicación.
Carmen Valois, presidenta del Comité de Ética, apuesta por un camino intermedio y defiende la “búsqueda de fórmulas para gestionar las solicitudes de información diarias con lo que dice la ley”.
Desde Enfermería observan que, como en otras muchas situaciones de su trabajo diario, es necesario utilizar el sentido común. “Seguro que hay alguna ocasión en la que tengamos que ser más flexibles, por ejemplo si un acompañante de edad avanzada sale de la habitación para ir a comer y se olvida de la ubicación a su regreso. Si nos pregunta dónde está su familiar explicándonos esta situación creo que deberíamos dársela”, sostienen.
En la misma publicación se recoge la opinión de Idoia Goldaratzena, en representación del personal de Administración. Entiende que es obligación del hospital garantizar la protección de los enfermos. “Puede haber visitas desagradables que se pueden evitar tomando esta medida. Al principio no será fácil, pero nos acostumbraremos”.
López Ucha, en representación del personal subalterno del hospital, sostiene que “la inflexibilidad no es buena”, por lo que sería adecuado “un teléfono en pantalla donde llamar para preguntar si desea la visita, o una autorización expresa de los familiares o paciente”.