2 Vesna Bernardic

Grabovnica (Croacia) - Lo que empezó hace quince años siendo la decoración navideña privada de un vecino de Grabovnica, cerca de Zagreb, se ha convertido en un espectáculo con dos millones de luces que atrae a decenas de miles de turistas. Arbolitos de Navidad, hadas, Papá Noel, un trineo con sus renos navideños, ositos, duendes, angelitos, pitufos y muchas otras figuras componen el auténtico parque de atracciones creado por Zlatko Salaj en su finca, a una hora de viaje en coche desde la capital croata.

La mágica escena iluminada impresiona desde lejos, ya al acercarse uno a la finca en coche por la fría llanura invernal, envuelta en oscuridad desde las cinco de la tarde. Salaj cuenta a Efe su origen humilde y cómo de niño soñaba con tener un arbolito de Navidad bien decorado, con muchas lucecitas.

El sueño empezó a cumplirse en 2001, cuando regresó a Croacia después de 19 años trabajando en el extranjero. "Encendí por gusto propio 70.000 lamparitas en el jardín, lo que para esta zona era una sensación", rememora.

Sus vecinos, admirados por el inusual espectáculo, preguntaban si podían entrar en la finca para verlo mejor y si al año siguiente volvería a montar ese atractivo escenario.

"Me preguntaban si el año que viene iba a poner más lucecitas aún. Puse 100.000, luego más y más, y este año hemos encendido más de dos millones de lamparitas", afirma Salaj. El año pasado más de 100.000 personas visitaron su finca y Salaj prevé para este año un aumento de las visitas del 40%. Los turistas provienen sobre todo de Croacia y de los países vecinos, pero también vienen cada vez más grupos organizados de Alemania, Gran Bretaña, Japón e incluso de Estados Unidos.

"Me gusta todo. Me gusta porque hay muchas lucecitas y me gustan más los pitufos", dijo a Efe un niño de unos cinco años que con sus padres llegó desde la vecina Eslovenia.

Tena y Drazen, una joven pareja llegada desde la ciudad oriental croata de Osijek, tampoco quisieron perderse un espectáculo bautizado ya como Salajland. "Quisimos pasar unos días románticos por Navidad y de verdad lo hemos pasado bien, nos gusta", explicó Drazen.

Todos toman fotos, sentados sobre el trineo con renos, en varios puentes que cruzan los arroyos que atraviesan el parque, ante el viejo molino de agua y ante sus figuritas favoritas, todo cubierto de un sinfín de luces de colores.

Aunque Salaj cobra 30 kunas (cuatro euros) a los visitantes adultos, asegura que para él no se trata de un negocio, sino del puro placer de ver a la gente contenta, especialmente a los niños.

Por eso, afirma, el dinero que gana lo invertirá en la ampliación del parque, que estará abierto a diario hasta el 15 de enero y que ahora tiene 60.000 metros cuadrados, y dos millones de luces.