En el Smithsonian estaban esperando el momento. Llegó el fin de semana y con él, una marabunta de turistas que literalmente han invadido el National Mall de Washington. El lunes es 4 de julio, la gran fiesta nacional, y para los norteamericanos vivir esa celebración en el corazón de su nación se ha convertido en una especie de peregrinación obligada. No en vano la ciudad ya se ha engalanado con las banderas de barras y estrellas repartidas por cada uno de sus numerosos edificios oficiales.
Esta coincidencia ha provocado que muchos de estos turistas se desplacen hasta el National Mall y abarroten las carpas, interesados en conocer detalles sobre la cultura vasca. Visitantes? pero también numerosas familias de origen vasco; la diáspora, tan presente en este Folklife Festival, celebró ayer su día con numerosos actos programados en su honor. Todos hablan inglés y solo algunos se defienden en euskera, así que no tienen problemas con los rótulos del festival que están escritos en ambos idiomas.
Y es que el euskera se ha convertido en el puente que une a los vascos de uno y otro lado del Atlántico. Aprender el idioma de sus antepasados es el primer contacto con una cultura que llama la atención a unos jóvenes que si antes se apuntaban a los grupos de danzas para estrechar lazos con la comunidad vasca, ahora lo hacen a través de los euskaltegis. Actualmente, la diáspora cuenta con cerca de quince centros en los que se han formado durante el último curso lectivo alrededor de 250 alumnos distribuidos en 20 grupos por las Euskal Etxea del país.
En el Mall Aquí todavía hay gente de primera generación, hijos de los que emigraron que han aprendido euskera en el seno familiar; que lo hablan en casa, pero no tanto en la calle porque les da vergüenza", explica José Francisco Zinkunegi, Zinku, responsable del programa Euskera Munduan, de HABE. "Ya las segundas generaciones lo han perdido y son esas, precisamente, las segundas y terceras, las que ahora intentan recuperarlo".
Zinku sabe bien de lo que habla, se ha recorrido las 180 Euskal Etxea que hay repartidas por el mundo y supervisa la alfabetización de las cerca de 80 casas vascas en las que se imparten cursos de euskera.
"“Ya saben inglés, se han integrado y ahora empiezan a mirar atrás; quieren aprender la lengua de sus orígenes”", reflexiona. A su juicio, "el euskera es la puerta de entrada para acceder más en profundidad a la cultura vasca; quieren tener una foto más amplia del País Vasco". Zinku lo tiene claro: “Antes era la danza lo que aglutinaba a la gente en los centros vascos; ahora es más fácil formar un grupo de euskera. ¿Sabes? Luego, a veces, no quieren ni aprenderlo, pero es para ellos una manera de acercarse a Euskadi"”.
Zinku acude todas las mañanas al euskaltegi del National Mall donde los visitantes reciben las nociones básicas, pinceladas del idioma, a través de juegos sencillos e infantiles. “Son sesiones de 20 minutos y obviamente no pueden aprender mucho, pero sí hacemos que les suene; y si alguno quisiera luego salsear y curiosear un poquito, pues les derivamos a un centro estadounidense donde puedan hacerlo”", explica Zinku.
James se ha sentado en el primer banco del euskaltegi del Mall, mira con curiosidad la pantalla en la que aparecen algunas frases básicas, de iniciación. “Kaixo, egun on”". Zinku pronuncia la frase para que sus nuevos alumnos la repitan copiando su entonación. James es joven, parece interesado, lo intenta? pero no arranca. Zinku va a por la segunda?: “Egun on, nor zara?"” James se lanza y consigue la primera parte, pero cuando tiene que entrar al nor? de nuevo se queda trabado. Los compañeros recién llegados a la clase ríen con él. Al menos, James lo ha intentado. Más fácil se les hace comenzar con los números? del uno al diez?. “One-bat?. Two-bi?. Three-hiru?”. Ahí sí, lo bordaron. James se levanta entre risas y se marcha. Puede que mañana vuelva y pueda decir. “Kaixo, egun on, James naiz”".