donostia - El problema de la avispa asiática que sufre Gipuzkoa desde hace más de cuatro años, lejos de cesar, vuelve con más fuerza este 2015. Estas avispas, que devoran a las abejas, han empezado a caer ya en las trampas caseras fabricadas por los apicultores y la gran cantidad de ejemplares hallados lleva a pensar que este año será duro. Por el momento, Julián Urkiola, apicultor y antiguo presidente de la Asociación de Apicultores de Gipuzkoa, ya asegura que “han aumentado” en torno a un 10%, aunque añade que dependerá de las condiciones meteorológicas de aquí en adelante.

La primavera es una estación que puede variar el ciclo de la avispa asiática. Egoitz Galarza, veterinario de la asociación y también apicultor, explica que si se mantiene el buen tiempo, “en verano y otoño tendremos gran presencia de avispas, como ocurrió el año pasado”. Urkiola calcula que en la última semana han caído unas 60 o 70 avispas en sus trampas de la zona de Hernani, lo que califica de “barbaridad”. Pero no son avispas cualquiera, sino reinas fecundadas. “Me temo que con la intensidad que han empezado a caer, va a ser un año en el que vamos a tener muchas avispas”, afirma el apicultor. A pesar de haber pasado un invierno frío y lluvioso, la cantidad de avispas no va a decrecer este año. “Aguantan perfectamente el frío, no les afecta porque hibernan en cualquier escondite, hasta en los aleros de las casas y también se pueden resguardar en el interior”, añade.

un momento clave Desde finales de 2014, Urkiola admite que “se han eliminado más nidos que el año anterior”, pero la razón es que “cada vez hay más avispas” y que, según dice Galarza, la mala primavera de 2013 “dio un gran palo a la reina y hubo menos avispas durante ese verano y otoño”. Desde hace tres semanas, las avispas han comenzado a salir de la hibernación y a emerger. “Ahora no hay obreras, ni nidos”, explica Galarza. “Las reinas estaban hibernando, pero ahora están buscando comida, se acercan a los colmenares y están cayendo en las trampas”, detalla. Cuando las avispas reina empiezan a trabajar para montar el nido, necesitan alimentarse y lo hacen día a día. “No guardan reservas, ni tienen miel como las abejas. Si vienen muchos días seguidos de mal tiempo, no tienen dónde ir a cazar y ahí pueden morirse”, afirma el veterinario.

Esta es la etapa de las reinas, y por ello Urkiola defiende que este es el “momento clave” para tratar de minimizar el efecto devastador de estas avispas. Se trata de un periodo especial porque ahora solo hay avispas reina, inofensivas, pero criadoras. “Que haya avispas ahora no supone un problema para nosotros, porque son reinas fecundadas”, explica. No obstante, recalca: “Cada una de las avispas que estoy cogiendo es un nido menos. Aunque solo fueran la mitad de 60, son 30 nidos menos”.

Por su parte, Galarza destaca que si en primavera tuvieran un método para eliminar un gran número de reinas, “afectaría a la población de nidos de verano y de otoño y tendríamos mucha menos presión en las colmenas”. No obstante, admite que “nos hacen falta herramientas para poder coger esas reinas. Los atrayentes que usamos no son suficientes porque algunas se escapan”. Esta es la demanda de los apicultores, porque si existiera un producto de estas características, esta estación sería óptima para incidir en las poblaciones de avispas asiáticas, pero para ello es necesaria la investigación.

a la espera de una solución Esta especie de avispa entró en Irun en 2010 y poco a poco se ha ido extendiendo. “Hay zonas en las que la presencia de la avispa es menor, como en el Goierri. Pero seguramente en esas zonas este año habrá más porque ya se ha asentado, puesto que ya lleva cuatro o cinco años entre nosotros”, detalla Galarza. No obstante, él no pierde la esperanza, aunque no sabe cuándo llegará la solución definitiva. “Siempre he pensado que llegaría desde Francia porque llevan más años con el problema. Gipuzkoa no puede dedicar casi nada a investigación, aunque algunas administraciones se estén implicando”, explica. El problema se ha extendido ya por toda la cornisa cantábrica, por distintas provincias y ha llegado hasta Portugal. “Me imagino que se empezará a tomar esto más en serio y destinarán más recursos para investigar y buscar una solución”, sentencia.