donostia - Miguel Ángel Piris es uno de los mejores especialistas en terapias del cáncer. "Vamos añadiendo capas de complejidad en el conocimiento, algo intelectualmente fascinante -asegura- y socialmente útil, porque permite tratar más adecuadamente a grupos de enfermos". El director del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander) ofrece hoy una conferencia en el IIS Biodonostia, en el marco del seminario organizado en colaboración con Osakidetza y Onkologikoa.
Patólogos como usted juegan un papel decisivo en la identificación de enfermedades. ¿El del cáncer es el diagnóstico más escurridizo?
-Actualmente disponemos de marcadores que permiten seleccionar la terapia dirigida contra los genes mutados que provocan la enfermedad. Se trata de una nueva situación hasta ahora desconocida. Hasta hace no demasiado tiempo no sabíamos muy bien si el cáncer era debido a una sola mutación de genes, o cuántos estaban presentes. Ahora vamos teniendo una perspectiva más clara...
¿Que revela ese nuevo escenario?
-Se puede decir que la mayor parte de enfermedades comunes de cánceres está asociada con mutaciones de genes que regulan la vida de la célula. Disponemos de drogas contra alguno de estos genes mutados. El problema es que son fármacos muy caros, útiles tan solo para una combinación específica de mutaciones. Nuestro trabajo consiste en asociar el espectro molecular del tumor de cada paciente con las drogas disponibles, para tratarlo adecuadamente.
¿Es compleja esa asociación?
-Estamos en ello. Históricamente, los patólogos veníamos emitiendo un diagnóstico de benigno o maligno, identificando el tipo de cáncer en función de sus características histopatológicas (estudio del tejido retirado del paciente en el microscopio). Ha sido algo importante, porque ha permitido la curación de la mitad de los pacientes con cáncer, ¿pero qué ocurre con la otra mitad?
Responda usted mismo...
-Tenemos que aprender la forma de emparejar el espectro molecular del tumor de cada paciente con las drogas disponibles. Ese es ahora mismo el verdadero reto.
¿Del mismo modo que cada persona es única, cada paciente con su tumor es un caso diferente?
Sí, es así. La clasificación histopatológica de los tumores la hemos basado siempre en los rasgos morfológicos de esos tumores, lo que nos ha permitido definir unos cuantos cientos de neplasias de cánceres. Ahora tenemos la posibilidad de definir una clasificación molecular de los tumores. Gracias a ello sabemos que cada átomo de cada paciente es distinto, si bien muchos tumores presentan rasgos comunes. En realidad, hay una diversidad mucho mayor de la esperada.
De modo que cada paciente es distinto, pero hay rasgos comunes...
-Sí, cada paciente tiene una forma de cáncer específica, aunque la mayoría comparten mutaciones moleculares frecuentes. De ahí que haya drogas que son útiles en más de un paciente y de un tipo de tumor.
Se conoce ya el genoma de miles de pacientes, el 99% de ellos enfermos de cáncer. ¿Qué lectura hace del trabajo desarrollado por el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer?
-Tiene ya cinco años de vuelo. Gracias a este proyecto internacional conocemos la secuencia de 20.000 genomas de cáncer, lo que nos ha permitido cambiar nuestra forma de entender la enfermedad.
¿Es más lo que se sabe o lo que se desconoce?
-Partimos de una situación paradójica, porque no sabemos lo que ignoramos. No sabemos cuánto ignoramos. No estamos hablando de un puzzle de 3.000 piezas de las cuales hayamos conseguido mil. No se trata de eso, porque en realidad no sabemos cuántas piezas tiene el puzzle. Lo que sí vamos haciendo es añadir capas de complejidad en el conocimiento, algo intelectualmente fascinante y socialmente útil, porque permite tratar más adecuadamente a grupos de enfermos.
¿Llega a ser desesperante librar batalla contra cientos de genes mutados?
-La ambición no llega a tal extremo. Actualmente lo que se persigue es la combinación de drogas contra menos de una decena de genes mutados. Estamos hablando de un número limitado de genes mutados, que creemos esenciales, y espero que no vayamos mucho más lejos, porque la perspectiva de utilizar drogas contra cientos de genes mutados se antoja imposible, tanto por el coste que supondría como por la eficiencia. Además, el uso de las drogas siempre tiene sus efectos colaterales. Lo que tratamos de demostrar ahora es que, en vez de usar una, es más eficiente utilizar cuatro tipo de fármacos.
¿Hasta ahora la práctica habitual era utilizar uno solo?
-Sí, una droga contra genes mutados, dos a lo sumo. El cáncer no es una enfermedad, son múltiples, y hace falta seguir trabajando en cada tipo de tumor.
¿En qué fallan actualmente las terapias dirigidas contra genes?
-Estamos aprendiendo a base de nuestros errores. En la lucha contra el cáncer la mayor ingenuidad es pensar que una sola droga va a bastar para tratar un tumor. Las formas comunes de cáncer son más complejas. Es algo que no aprendemos hasta que hacemos el ensayo. No hay otra forma de avanzar, ensayar, experimentar y aprender de los resultados.
¿Ha tenido que reorientar muchas veces sus investigaciones en función de nuevos descubrimientos?
-Sin duda. Nos hemos pasado toda la vida tratando de escudriñar cuál es la complejidad molecular del cáncer. Según van cambiando las herramientas disponibles, van cambiando los resultados que se generan y, en función de esos resultados, cambian los conceptos.
Se puede hablar de una tercera generación de aparatos de secuenciación del cáncer. ¿Qué papel juega actualmente el desarrollo tecnológico en la lucha contra el cáncer?
-La práctica clínica está guiada por la tecnología. Los avances tecnológicos hacen posible aplicar a pacientes técnicas de diagnóstico más avanzado. Ahora es cuando estamos empezando a aplicar a pacientes esas técnicas de análisis molecular masivo. El problema es que ahora somos capaces de generar muchos datos más allá de los que podemos manejar. Tenemos que acompasar esa capacidad de generar datos con la capacidad de explotarlos inteligentemente.
La tecnología marca el camino, pero tampoco lo soluciona todo. ¿No cree?
La tecnología es como las vías del tren, hay que definir el camino.