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El restaurante Kaskazuri asume que su ubicación es "para lo bueno y lo malo"

DONOSTIA. Elías Argote, propietario del restaurante Kaskazuri de Donostia, que ha sufrido cuantiosos daños por el fuerte oleaje que ha azotado la costa vasca, ha dicho hoy a EFE que, aunque éste es el segundo siniestro que afronta por la misma causa, asume este emplazamiento "para lo bueno y para lo malo".

Argote se ha referido así a la ubicación de este conocido restaurante donostiarra, que regenta, junto a otros socios, desde hace nueve años, en el paseo de Salamanca, frente al paseo marítimo que une la desembocadura del río Urumea con los acantilados del monte Urgull.

Se trata de un lugar con magníficas vistas del litoral donostiarra pero habitualmente azotado por el oleaje, lo que obliga a menudo al personal del Kaskazuri a cubrir con tablones sus grandes ventanales, situados al nivel de la calle.

Algo que ya hicieron ayer por la tarde, cuando las olas empezaron a saltar por encima de la escollera y romper en el paseo.

Una quincena de personas, entre empleados y familiares y otros allegados del propietario, se encontraba en el interior del restaurante, después de haber celebrado la festividad de Reyes con una comida.

"A las cinco de la tarde ya entró una ola y nos mojamos", por lo que "comenzamos a recoger todo", ha narrado Argote, quien ha añadido que, sin embargo, fue aproximadamente dos horas después cuando "entraron dos olas y reventaron todo".

Además de la rotura de cristaleras, el restaurante Kaskazuri presenta la puerta principal destrozada, al igual que el revestimiento y los tabiques interiores que dan a la fachada, mientras que el agua "sólo" ha inundado "un palmo" la cocina y el pub situado en el nivel inferior.

Argote ha indicado que fueron desalojados y abandonaron el local "por la puerta de emergencia", tras lo cual él permaneció hasta la una de la madrugada en las inmediaciones, junto al cordón policial, viendo cómo las olas saltaban sobre su restaurante y rememorando "el desastre" que ya vivió en 2008, cuando el agua del mar inundó el negocio y dañó las cámaras frigoríficas y la instalación eléctrica.

Ésta vez, aunque más aparatosos, los daños han sido de menor importancia, ha afirmado el empresario, quien ha manifestado que no sólo no se plantea el cierre sino que su intención es reabrir para el próximo fin de semana.

"Eso sí, los clientes tendrán que volver a llamar porque el libro de reservas está totalmente mojado", ha concluido.