nI las fortísimas rachas de viento consiguieron frenar a Olentzero que, eso sí, tuvo que aplicarse a fondo para llegar a tiempo. Se desconoce como se las ingenia para acabar cumpliendo, incluso en contextos tan poco propicios, con crisis y ventarrones incluidos.

Noche de ilusión que para muchos críos suele traducirse en desvelo, algo que no ocurrió precisamente con Kenia (4 años) que, "dormida como un cepo", le costó Dios y ayuda levantarse de la cama, e incluso se negaba a abrir los regalos cuando llegó el fotógrafo. Ocurría todo ello en su piso de Pasai Antxo.

Eso sí, en cuanto la pequeña empezó a quitar papeles, se llevó el alegrón del día al descubrir la cara zombie de Rapunzel, la clásica princesa de los cuentos de Grimm en una versión un tanto tenebrosa que, al parecer, es del gusto de las txikis.

También le cayeron unos patines, como a su hermana Kiara, que a punto estuvo de ir a despertar a la pequeña de lo que tardaba en salir de la cama. La mayor de la casa se quedó más contenta que unas castañuelas con las zapatillas de deporte que le trajo el Olentzero, que también se portó con sus aitas, reservándoles una entrada para el spa de Zarutz.

Pero la mágica noche la vive cada cual a su manera. Si Kenia no se levantaba de la cama ni a la de tres, a Jon le faltaban uñas que morderse en Nochebuena, nervioso como estaba ante la llegada del carbonero. Los regalos los abrieron por la noche, al poco de pasar Olentzero. ¡Para qué esperar! Junto a Unai, su hermano de tres años, y sus primos Mikel y Asier, aguardaron como pudieron hasta que Olentzero bajó del monte San Marcos.

Se las sabe todas el carbonero. De hecho, estaba al tanto de que Jon, de 6 años, ya ha aprendido a leer, por lo que le dejó unos libros que despierten afición en él. Su hermano Unai, que es un fiera con los puzles, suma ahora uno nuevo a su colección y, por si fuera poco, los dos hermanos recibieron de opari un coche teledirigido. Para los primos, otro puzle y unas botas de fútbol.

Y de Donostia, a Ibarra, donde Iban, de 14 meses, se lo pasó de lo lindo con los regalos que le dejó el Olentzero en casa de sus aitonas. A Maren, que hoy cumple ocho años y se le acumulan los regalos por estas fechas, le va a venir muy bien el diario de Violetta, para plasmar en él ese mundo interior que le convierte en una encantadora niña soñadora.