nI siquiera el Día Mundial de las Personas Sordas suscita tanto interés como el que ha conseguido despertar un hombre sobre el que sobrevuela algo más que una sospecha de fraude. "Lo que ha ocurrido en Sudáfrica no deja de ser una anécdota, pero que cabe agradecer. Bienvenido sea el falso intérprete si es para dar a conocer los problemas del colectivo". Iker Amondarain trabaja desde hace seis años para el Gobierno Vasco. Es intérprete en aulas escolares, siempre al lado del profesor, atendiendo a las preguntas del alumno y testigo, al fin y al cabo, del sinfín de dificultades que jalonan su actividad, y que "ignora el resto de la sociedad". El manto de silencio se ha levantado ahora, y lo ha hecho de la manera más inesperada.
Ninguna campaña publicitaria podría soñar con la repercusión que ha tenido el falso intérprete que tradujo las intervenciones de los jefes de Estado durante el servicio religioso de Nelson Mandela. "Es un error que ese hombre estuviera ahí, pero está dando de qué hablar, y eso es lo que hace falta en un territorio como Gipuzkoa, donde las personas sordas atraviesan muchos problemas en el día a día, problemas en los que nadie repara", asegura Amondarain, de 28 años.
sorpresa
Movimientos sin sentido
El circuito en el que se mueve la comunidad en Gipuzkoa es reducido, por lo que no tardó en propagarse el malestar, conforme se sucedían frente al televisor los movimientos sin sentido alguno de Thamsanqa Jantjie, de 34 años, quien ha asegurado haber sufrido un episodio esquizofrénico para justificar su conducta. La alarma saltó durante el propio oficio religioso, cuando comenzaron a publicarse mensajes en las redes sociales. "Por favor, ¿puede pedir alguien al intérprete que abandone el escenario? Es vergonzoso". El evento había acaparado la atención de todo el Planeta, pero en aquellos instantes las personas sordas no entendían una sola palabra.
Amondarain desenmascara el fraude con el conocimiento del profesional formado como Dios manda. "No hay más que ver cómo signa de izquierda a derecha, a la manera que tenemos de leer. No es más que un detalle, pero el lenguaje de signos es un modo de comunicación más rico que sabe aprovechar el espacio mucho más allá. Lo que hace ese hombre no se sostiene. Sus movimientos no tienen estructura alguna, son movimientos inverosímiles".
La orientación, el movimiento o la expresión facial que tanta importancia cobran brillaban por su ausencia en el histórico evento, donde Jantjie no empleó ningún gesto facial para sorpresa de la Federación de Sordos de Sudáfrica, dolida por la "burla" hacia la memoria de Mandela. Lo cierto es que, al parecer, no era la primera vez que se colaba en un acto similar. De hecho, según trascendió ayer, en otra ocasión interior había participado en el funeral de una activista antiapartheid.
accesos vetados
Sin cine ni espectáculos
La anécdota queda atrás, pero la sorprendente repercusión del caso ha servido de caja de resonancia de los problemas de la comunidad de sordos en Gipuzkoa. "Hasta casi estamos agradecidos porque nos están llamando, y podemos aprovechar para hablar de las dificultades que existen para acceder a la Sanidad y a tantos otros servicios públicos por falta de recursos. Podemos hablar, del mismo modo, de los problemas que vive la comunidad para acceder al ocio, al cine, al teatro, a la programación de Donostia Kultura. Sin ir más lejos, tenemos dudas sobre la accesibilidad a los eventos que se organizarán en Donostia 2016", reivindica Amondarain.
El mundo educativo es el que más conoce este joven intérprete. Dice que la falta de recursos compromete las tutorías. "Me refiero a padres y madres sordas que tienen a sus hijos oyentes, y que son llamados por los profesores para hablar del rendimiento del chaval. Nosotros prestamos ese servicio, pero no siempre podemos estar. Esos padres sordos no pueden acceder a la información que el profesor les tiene que transmitir, y muchas veces son los propios niños los que tienen que hacer de intérpretes. En esos casos, se está quebrantando la intimidad de la comunicación, puesto que un niño no tiene por qué asistir a las conversaciones de sus padres", expone a modo de ejemplo.
Por lo general las personas sordas tienden a agruparse en determinados centros escolares, en buena medida, para "mantener una mayor relación entre ellos y solventar los problemas".