eL plan salió finalmente a pedir de boca, aunque nunca los protagonistas de una boda, los novios, habían estado tan pendientes de los partes meteorológicos. La pareja donostiarra que contrajo matrimonio ayer en la capital guipuzcoana pasó la noche previa con los dedos cruzados, lo que al menos le sirvió para conseguir su propósito. Nada de lluvia, si acaso un leve sirimiri. Y, sobre todo, nada de niebla. Esto permitió a los recién casados plantarse en el restaurante de su banquete en helicóptero, algo que hasta ahora no había hecho por estas latitudes ningún otro contrayente.

La experiencia resultó pionera en Gipuzkoa, aunque este tipo de desplazamientos y celebraciones, cuando menos curiosas, son frecuentes en otros puntos de la geografía estatal. Lo cierto es que el plan salió redondo. Ayer, tras la ceremonia, que tuvo lugar en Donostia, la pareja de recién casados se desplazó hasta Usurbil, a la base de la empresa AK Helicopters. Allí embarcó la pareja, para iniciar un vuelo de algo más de un cuarto de hora de duración, durante el que pudieron observar el litoral guipuzcoano.

A continuación, el vehículo aéreo puso rumbo al interior del territorio, ya que la comida posterior al enlace tenía lugar en Andoain, en el restaurante Txertota. Los responsables del establecimiento han querido premiar con el trayecto en helicóptero la confianza de la pareja de novios, que ayer celebró todos los festejos en el propio restaurante. Unos 140 invitados pudieron disfrutar de la comida, la cena, y la fiesta hasta bien entrada la madrugada, en un día que el tiempo no aguó ni mucho menos la fiesta.