Bilbao. Mauren Ada Otuya no logró superar el estado de coma inducido por la brutal paliza que el pasado domingo le propinó, presuntamente, el maestro shaolín, Juan Carlos Aguilar, el interior de su gimnasio Zen4, en la calle Máximo Aguirre de Bilbao. Ada, como la conocían su entorno, murió alrededor de las 12. 30 horas de ayer en la Unidad Reanimación del hospital de Basurto donde permanecía ingresada desde el domingo. La muerte de Ada encona la tragedia elevando a dos las víctimas mortales en este truculento suceso. La otra víctima, cuyos restos fueron descubierto en diversas bolsas de plástico distribuidas por el gimnasio y la vivienda del presunto agresor, fue identificada ayer. Se trata de Jenny Sofía Rebollo, de 40 años y nacida en Barranquilla (Colombia).

Ambas muertes han supuesto un duro golpe para sus respectivas comunidades. Por ello, tras el conocimiento del fallecimiento de Ada fueron muchos los compatriotas que se acercaron hasta el hospital de Basurto para mostrar su rabia y desaprobación ante lo sucedido. "No hay justicia. No se puede permitir una agresión así". "Este hombre no puede vivir porque es un asesino. Queremos justicia", clamaban algunas voces.

En torno a una treintena de personas permanecieron durante dos horas junto a la Unidad de Reanimación de Basurto, donde se vivieron escenas de dolor. Los amigos de Ada lloraron su pérdida y clamaron por la "injusta" muerte de la joven. "Estamos llorando por culpa de un asesino, un maltratador. Necesitamos justicia", decía una amiga. "Ella no se merecía esto. Era una buena chica, la mayor de sus hermanos. No tenía hijos y lo que ganaba lo mandaba a su familia en Nigeria", explicó otra de las mujeres. Según las compañeras, "dos minutos después" de conocer la noticia de la muerte de Ada recibieron la llamada de su madre. "Nos preguntó por ella, pero no nos atrevimos a decírselo. No sabíamos si estaba sola y podía cometer una locura", argumentaron.

El principal temor de esta comunidad es que el presunto agresor alegue un trastorno mental para eludir a la Justicia. "Va a decir que está loco y en unos años volverá a estar en la calle matando". "Estamos aquí para labrarnos un futuro y nadie tiene derecho a arrebatarnos la vida así", denunció el entorno de la joven, que no descarta realizar una ceremonia en honor a Ada, así como nuevas concentraciones para denunciar su muerte.

Jenny Sofía La investigación de la Ertzaintza permitió ayer conocer la identidad de los restos humanos hallados en el gimnasio de Máximo Aguirre y en el domicilio del experto en artes marciales, ubicado en la calle Iturriza de Bilbao. El registro de huellas dactilares de la Policía vasca posibilitó la rápida identificación de Jenny, cuyas huellas estaban archivada tras haberla identificado en 2003 por resistencia a la autoridad.

Según indicó Gervasio Gabirondo, director de la Ertzaintza, la policía tiene constancia de que Jenny Sofía "llevaba algún tiempo" residiendo en Bizkaia y que acudía con asiduidad a Galdakao, donde reside uno de sus dos hijos con el padre de este del que se había separado. El director de la Policía vasca no supo concretar de qué manera pudo contactar el agresor con esta mujer, aunque, "teniendo en cuenta cómo actuó con la otra mujer, pudo haberla llevado por la fuerza". "De alguna manera contactó con ella, pero pudo haberla atraído y llevarla a la fuerza al gimnasio", expuso.

En cuanto a la posibilidad de que la mujer se dedicara a la prostitución, como era el caso de la joven nigeriana, Gabirondo no pudo confirmarlo.

"Llevaba un tiempo de forma estable en Bizkaia. Quizás tenía otra actividad profesional, pero, normalmente, las personas que se dedican a la prostitución están aquí de forma temporal y luego se van a otros territorios del Estado", matizó.

La Asociación Colombiana de Euskadi llevó a cabo su particular investigación para identificar a la compatriota.

El presidente de la asociación Colombiana en Euskadi, Alberto Galindo afirmó que "quienes la conocían dicen que se dedicaba a la peluquería y a la estética a domicilio y en salones de belleza".