Históricamente, los ríos de Gipuzkoa han estado considerados como unos de los más contaminados de Europa. Los incesantes vertidos de la industria, especialmente de las empresas papeleras, unidos a la contaminación urbana, situaron a los ríos del territorio a la cabeza de los peores conservados del continente.
Hasta hace dos décadas, la calidad de las aguas era pésima y apenas había fauna y flora a orillas de los ríos. Bastaba mirar el agua para descubrir el color del papel que elaboraban en cada momento las papeleras: si utilizaban colorantes verdes, los ríos se teñían de verde, y así con todas las gamas de rojos, amarillos, azules y morados. Un día sí y otro también los ríos cambiaban de color.
Consciente de esta situación, en la década de los 80, la Diputación Foral de Gipuzkoa decidió poner freno a ese deterioro y realizó un esfuerzo inversor. En colaboración con mancomunidades, Consorcios, Gobierno Vasco y Estado, se ejecutaron obras de abastecimiento, saneamiento y derribo de presas y se impulsaron planes para volver a dar vida a las seis cuencas del territorio. Y el Deba, el Urola, el Oria, el Urumea, el Oiartzun y el Bidasoa comenzaron a recuperar la fauna y la flora que perdieron con la contaminación.
Tal y como explica el jefe del Servicio de Fauna y Flora de la Diputación, Iñigo Mendiola, en los últimos 15 años se ha realizado una labor "muy importante" depurando ríos, y la mayoría comienza a recuperar la calidad de sus aguas.
Según indica, cada uno de los ríos está evolucionando a ritmos diferentes pero, de forma global, el estado ecológico de los ríos "es saludable". "El desarrollo de la red de saneamiento, las medidas anticontaminantes de las empresas y la capacidad de autodepuración de los ríos han permitido recuperar la calidad de las aguas", informa.
EVOLUCIÓN DE LAS SEIS CUENCAS
Deba, la peor; Leitzaran, la mejor
Tomando como referencia el mapa de la calidad de las aguas de los ríos elaborado por la Diputación, el Deba continúa siendo el río con peor calidad tanto en su hábitat y morfología como en sus aguas.
Con 533 kilómetros de superficie, este río nace en las regatas de Leintz-Gatzaga y continúa por los pueblos más importantes de Debagoiena, donde sufre un deterioro ecológico. No en vano, el mapa muestra tres puntos, Eibar, Antzuola y Bergara, donde el Deba pierde calidad a causa de las contaminaciones industriales y la presión demográfica.
Sin embargo, esta situación se verá mejorada con la culminación de la construcción de la depuradora de Epele (Arrasate), que según informan desde la Dirección General de Obras Hidráulicas de la Diputación, permitirá mejorar los niveles de contaminación del agua.
Los otros dos puntos negros del mapa de ríos de Gipuzkoa se localizan en Legazpi y Tolosa, donde los ríos Urola y Oria pierden calidad por la misma razón. Como indican desde el Departamento de Desarrollo Rural, el Urola se caracteriza por su gran estrechez y elevadas cotas en la parte alta, donde nace y se ramifica en Azpeitia al confluir con los ríos Ibai-Eder y Régil. En la cabecera, presenta una buena situación, con aguas de buena calidad y una abundante población de truchas, que disminuye aguas abajo, a medida que el río llega a Legazpi.
En el otro extremo se encuentra el Leitzaran, uno de los afluentes del Oria que está considerado como el mejor río en cuanto a la calidad de sus aguas y su tamaño. Este río mantiene una situación "excelente" en toda su longitud, aunque pierde calidad a medida que se une al resto de ríos que desembocan en el Oria. Y es que como consecuencia del pasado industrial de Tolosaldea, este río ha sido durante años una auténtica cloaca. Sin embargo, al igual que en el resto, en las últimas décadas se ha producido una clara mejoría y se ha logrado conservar una amplia fauna piscícola compuesta por truchas, barbos, loinas y eskailus del Oria.
El Urumea también presenta dos zonas muy diferenciadas: la parte alta, que va desde el nacimiento hasta Hernani y que está en buen estado, y el tramo comprendido entre esta localidad y Donostia, donde desemboca y pierde calidad.
A excepción del resto de ríos, el Oiartzun, pese a nacer en una zona alta y montañosa como es Aiako Harria, no presenta su mejor estado en la parte alta, ya que recorre las explotaciones mineras de Arditurri, donde se registran elevados niveles de cinc. A medida que baja, se van recuperando su calidad y la población de truchas, exkailus, lochas y anguilas que habitan en sus aguas.
La sexta y última cuenca, la del Bidasoa, es la más importante desde el punto de vista ambiental debido a las marismas de Txingudi. Este río es considerado como uno de los mejores conservados del Cantábrico Oriental, puesto que apenas sufre vertidos y la calidad de su agua es elevada. Esta situación le permite conservar especies extinguidas en otras cuencas, como los grandes migradores: sábalos, almones, reos y lampreas.
REINTRODUCCIÓN DE ESPECIES
Salmones, cangrejos y anguilas
Desde hace dos décadas, el gobierno foral está impulsando la reintroducción sistemática de especies como el salmón, los cangrejos de ríos y las anguilas. Año tras año, se han ido liberando estas especies en aguas de los ríos más importantes y, poco a poco, comienzan a reproducirse por sí solas.
Tal y como explicó el diputado de Desarrollo Sostenible, Rafael Uribarren, en la suelta de salmones que se realizó hace diez días en el Urumea, cada año se liberan miles de salmónidos procedentes de piscifactoría y ya se están obteniendo resultados: cuando maduran, muchos de estos ejemplares vuelven a los ríos desde el mar para reproducirse.
En cuanto a los cangrejos, Iñigo Mendiola explica que son traídos de Navarra y Álava con el objeto de aumentar su población, lo mismo que las anguilas, cuya recuperación se percibe ya en aguas del Oria. "Hace 20 años era impensable soltar especies en nuestros ríos porque morirían todos. Pero ahora lo conseguimos", remarca Mendiola con la esperanza de que, en unos años, se consiga recuperar "el río en su conjunto para que pueda albergar el mayor número de especies posibles".