Imanol Querejeta y

Javier vizcaíno

A ver cómo te las maravillas, Imanol, para enmendar la plana al diccionario. ¿Qué es para ti la lealtad?

En una frase muy corta te diría que es darle forma al compromiso que tienes con una persona.

Tampoco hace falta que la frase sea tan corta. Te puedes explayar un poco más...

Cuando te comprometes a algo, tienes que hacer que eso se cumpla con hechos. Es muy fácil hacer promesas, pero dar la palabra es algo de obligado cumplimiento, que se tiene que concretar en hechos inequívocos, te pase lo que te pase. Jurar que daríamos la vida es fácil porque lo normal es que no nos veamos en la obligación de hacerlo. Las promesas deben ser concretas y comprobables en el tiempo.

¿Dónde termina la lealtad y dónde empieza la adhesión inquebrantable o la sumisión?

Donde empieza el miedo. La lealtad es una forma de expresar el compromiso con absoluta libertad.

¿Es posible ser leal a alguien y mantener hacia él o ella el espíritu crítico?

Por supuesto. La lealtad, como el amor, adquieren otra dimensión en tiempos adversos. Hay veces en que personas que confían en ti quieren escuchar de tu boca lo que les gustaría escuchar, y la confianza se pierde cuando no hay transparencia en la relación. La sinceridad es fundamental. Sin ella no habrá lealtad.

¿Nos viene "de fábrica"? Más bien se diría lo contrario, que nacemos para ir saltando de deslealtad en deslealtad...

Más de una vez hemos dicho que hay aspectos de nuestra manera de ser que vienen de fábrica y otros que se modulan con la influencia del entorno.

¿Y en este caso concreto?

La lealtad la aprendes en la medida en que la ves en casa, en primer lugar. Todas las experiencias precoces refuerzan los buenos comportamientos. También la tienes que ver en la escuela, claro. Hay que aprender a no dejarse llevar por el grupo, ni por lo cómodo. Como tantas otras cosas, la lealtad es algo que se aprende ejerciendo. Según la vas poniendo en práctica, aprendes a hacerlo mejor. Y cuando ves que tiene consecuencias agradables, descubres que ser leal es placentero y lo conviertes en un comportamiento propio, natural.

¿La lealtad que pedimos es la misma que la que ofrecemos?

Debería de ser así, si no no sería lealtad, sería sumisión.

Debería ser, pero no suele ser...

Quien hace eso no es leal. La lealtad se ejerce de forma equilibrada o no es tal lealtad. No es bueno que alguien tenga que reclamar la lealtad de otro, pero llegado el momento, puede que no quede más remedio que poner las cartas sobre la mesa y aclarar con la otra persona si el intercambio de lealtad es recíproco. En una relación sana no debería pasar nada por hablar de ello.

¿Existen relaciones que lo sean y no sea necesaria la lealtad?

Sí, claro. Hay relaciones superficiales, más o menos cordiales, que no implican esa obligación. Pero en una relación que pretende ser íntima, cercana, tiene que estar presente el concepto de lealtad, incluso aunque nunca llegue a ponerse a prueba.

Cuando cometemos una deslealtad, o algo que nos tememos que lo es, enseguida buscamos una justificación: desde decir que "no es para tanto" hasta autoconvencernos de que no teníamos otra opción.

Puede ocurrir. Lo cierto es que cuando somos desleales, normalmente lo somos por miedo. Esto es muy frecuente cuando tenemos que defender una postura o a alguien en minoría o ante gente poderosa.

¿Cómo reparamos una deslealtad cometida con otros? ¿Cómo actuamos con alguien que entendemos que nos ha sido desleal? ¿Es inevitable la ruptura para siempre? La vida da muchas vueltas...

Buena pregunta. La reparación es posible cuando se dan hacia adelante los pasos dados hacia atrás en la defensa de algo o de alguien y cuando, además, se dan sin dejar lugar a dudas de que reconocemos que antes obramos contra nuestro criterio.

La venganza, obviamente, no debería ser una opción cuando nos sentimos traicionados...

Esto lo digo para todos los malos del mundo, que son muchos. Los partidos duran hasta el final, y la vida es un partido muy largo que se encarga de ajustar las cuentas por nosotros. Hay que poderse mirar al espejo todos los días y reconocerse en él.