pamplona. Juan Manuel Romero, vicepresidente de Adicciones Digitales, afirmó en su visita a Pamplona esta semana que no se debe prohibir a los menores el uso de las nuevas tecnologías, pero sí se les debe controlar el acceso y el uso que hacen de ellas.
¿Qué entiende por adicción digital?
Es el uso que un individuo hace del ordenador, el teléfono móvil o cualquier aparato tecnológico de forma compulsiva. Nosotros diferenciamos entre uso, abuso y adicción. El uso es cuando utilizamos la tecnología de forma razonable; el abuso cuando uno se pega siete horas haciendo eso; y la adicción cuando emplea siete horas durante los siete días de la semana.
¿La sociedad en la que vivimos es adicta a las nuevas tecnologías?
En parte sí, sobre todo porque no se hace ese uso racional. Está bien que nosotros utilicemos el ordenador, es un aparato importante de nuestra vida, pero de una forma racional. No podemos estar con el ordenador desde que salimos de trabajar hasta que nos vamos a la cama. Está bien utilizarlo para el ocio o para trabajar pero en su justa medida, como todo.
¿Qué razones explican esta dependencia de las nuevas tecnologías si hace 20 años apenas se conocían?
La principal razón es el uso generalizado que se hace de ellas. Hace 20 años no existía este problema porque sólo unos pocos disponíamos de ordenador.
¿En qué aspectos fundamentales de nuestra vida diaria han influido las nuevas tecnologías?
Nos ha cambiado principalmente la forma de comunicarnos. Hasta hace diez años, la comunicación era absolutamente oral; ahora ves a dos chavales que van del colegio a casa y no hablan, ya sea porque van con el mp3 o porque no tienen nada que contarse. Y, sin embargo, llegan a la puerta de casa y quedan para conectarse al messenger y se pueden pegar hasta tres horas hablando. Hemos cambiado el lenguaje oral por uno un poco más escrito, a través del teclado, donde el lenguaje sms es el rey.
Quizá hayan avanzado más rápido las nuevas tecnologías de lo que la sociedad ha sido capaz de adaptarse a ellas.
Efectivamente. En parte ha ocurrido eso, han avanzado las nuevas tecnologías y no hemos sabido adaptarnos a ellas porque nos las hemos encontrado de repente. En muchos hogares los padres apenas saben mandar un correo electrónico, como para saber el cuidado que tienen que tener del uso que hacen sus hijos.
¿Qué medidas deben de tomar los padres para que sus hijos hagan un uso responsable de Internet?
Nosotros tenemos una regla de oro, que es fundamental: un ordenador siempre debe estar fuera de la habitación de un adolescente, de lo contrario, no sabes si ese chaval a las 2.00 horas de la madrugada está durmiendo o está chateando, o si a las 19.00 horas esta estudiando o jugando a un videojuego.
¿Apuesta por vigilar el contenido de lo que visitan en la web?
Eso es imposible porque un adolescente de 16 años no lo permite. Pero sí que debemos mirar de vez en cuando la pantalla para ver lo que está haciendo, y eso nos es posible colocando el ordenador en un lugar común de la casa y no en su habitación. Es un control básico aunque también te puedan engañar.
Sobre las redes sociales, ahora tan de moda, ¿se debe de tomar algún tipo de precauciones en su uso?
Antes de colgar algo y hacer pública una información tuya piénsalo bien. Lo que se cuelga en la red luego es imposible borrarlo y hay que pensar si cuando tengamos diez años más nos conviene lo que un día hicimos público o nos puede llegar a perjudicar.
Las personas que optan por hacer uso de ellas, ¿rechazan el derecho a su intimidad?
Según su uso. Hay jóvenes de trece y catorce años que ponen en estas redes sociales todos su datos: número de móvil, dónde viven, con quién, a qué hora entran y salen de casa; eso es una insensatez. Están dando pistas a un pedófilo para que vaya a por ellos. No hace falta poner toda esa información porque tus amigos ya la saben. Es una situación que se produce a diario y no es de sentido común.
¿Debería haber una edad límite para entrar a formar parte de ellas?
La hay, pero no la hay. Tuenti pone el límite en catorce años pero todo el mundo puede entrar sin ningún problema. A ellos les da igual que sean menores o no. Ponen límites porque tiene que haberlos, pero cuanta más gente sean, mejor para ellos.