"sin ellas nunca habría barcos en la mar". Estas palabras del presidente de la Cofradía de Pescadores de Gipuzkoa, Eugenio Elduayen, resumen la importancia del trabajo de las rederas en los puertos de Getaria, Orio y Hondarribia.
Un colectivo que integra a casi medio centenar de mujeres con una media de edad de "53 años", según afirma Rufina Irigoyen, una "saregilea de toda la vida del puerto de Getaria". Ella tiene 57 años y remienda redes desde los 14. "Yo suelo decir que nací con el delantal puesto", asevera, por su parte, Mertxe, otra redera getariarra de 60 años.
Llevan toda la vida cosiendo las redes para que sus "maridos, hijos o padres" puedan salir a la mar. Su trabajo es "fundamental", como mantiene Elduayen y, sin embargo, "han estado abandonadas, trabajando en condiciones muy precarias y sin que se les reconozca sus condiciones sociolaborales".
Por eso él y los presidentes de las cofradías locales, además de los alcaldes de los municipios y el director de pesca del Gobierno Vasco, Juan Ramón Azkue, no quisieron perderse la recepción que el diputado general y el de Desarrollo del Medio Rural, Markel Olano y Rafael Uribarren, respectivamente, hicieron ayer a estas mujeres en el Salón del Trono del palacio foral.
Porque esta vez les tocó a ellas ser las protagonistas, aunque como indicó Olano, en el sector pesquero "siempre han sido los hombres" los que han tenido más presencia pública. Sin embargo, desde hace unos años, las rederas han reivindicado su visibilidad tejiendo una red entre todas las mujeres del litoral cantábrico ligadas a este oficio. Prueba de ello fue la declaración que aprobaron el 1 de diciembre de 2007 en Ondarroa.
reivindicaciones
"Un trabajo duro"
La recepción de ayer sirvió también para que Pilar Goikoetxea, en nombre de todas las rederas de Gipuzkoa, hiciera entrega al diputado general de esta declaración en la que, entre otras cosas, piden su reconocimiento como colectivo profesional, infraestructuras en los puertos y líneas de formación. Y al Gobierno del Estado, le reclaman medidas socioeconómicas de apoyo por paradas estacionales, además del reconocimiento de sus dolencias como enfermedades laborales.
No en vano, todas coinciden en señalar que es un trabajo "duro". "Y eso que nosotras, en Hondarribia, tenemos suerte, porque en invierno tenemos una casa con calefacción. Pero ahora que empiezan la costera y tenemos que salir al muelle, ahí lo pasamos mal", explica Ines Kanpandegi.
Para Josu Ezenarro, secretario de la Cofradía de Pescadores de Getaria, las peticiones son "reivindicaciones justas", porque se trata de una labor "ingrata e invisible" que ha estado "abandonada" porque el sector se ha centrado en otros temas como "las cuotas de mercado".
el futuro
Sin relevo generacional
Mientras tanto, las rederas siguen trabajando, preparándose para el verdel y, quizá, dentro de un tiempo, para la anchoa, si al final se permite la pesca. Dicen que, con el tiempo, apenas ha cambiado su oficio, aunque ahora las redes "son mucho más grandes y duras" que las de antes, según explica Mertxe.
En su opinión el futuro de las rederas pasa por que mejoren las condiciones de las trabajadoras, aunque eso suponga reducir el número. "Si somos 25 rederas y hay 15 barcos en Getaria, con sólo seis u ocho mujeres, aseguradas como es debido, con un sueldo fijo y vacaciones, sería suficiente. Mejor dar trabajo a esas seis mujeres y no a 25 que estamos la mitad del año paradas con los brazos cruzados", sostiene. Eso sí, en Hondarribia esta primavera incorporarán a una nueva redera que aprenderá los entresijos de esta labor artesanal cuya permanencia, pese a todo, está en peligro.