La amigdalitis es una infección e inflamación de las amígdalas, dos pequeñas masas ovaladas de tejido linfático situadas en la parte posterior de la garganta.
Estas estructuras forman parte del sistema linfático y cumplen una función destacada en la defensa del organismo, ya que atrapan virus y bacterias que entran por la boca o la nariz, impidiendo que se propaguen a otras partes del cuerpo.
Esta afección es una de las infecciones más comunes, especialmente entre los niños de 5 a 10 años, y suele presentarse con mayor frecuencia durante los meses fríos, cuando proliferan los virus respiratorios.
En algunos casos, las infecciones repetidas pueden derivar en una amigdalitis crónica, caracterizada por una inflamación persistente que puede provocar dificultades para respirar o tragar debido al agrandamiento de las amígdalas.
Causas de la amigdalitis
En la mayoría de los casos, la amigdalitis es de origen viral. Entre los virus más habituales destacan el adenovirus, el virus de la gripe, los virus de la parainfluenza, el rinovirus, el virus respiratorio sincitial y el virus de Epstein-Barr, responsable de la mononucleosis infecciosa.
También pueden causarla el enterovirus, los coronavirus, así como el herpes simple tipo 1 y 2, el VIH o el citomegalovirus.
Por otro lado, entre el 5% y el 40% de las faringoamigdalitis son de origen bacteriano, siendo el agente más importante el Streptococcus pyogenes, también conocido como estreptococo del grupo A.
Según explican en el portal especializado 'Tu otro médico', este tipo de infección requiere tratamiento con antibióticos, ya que, de no tratarse adecuadamente, puede provocar complicaciones como fiebre reumática o infecciones renales.
Síntomas más comunes
Desde la web médica señalan que la amigdalitis puede presentarse con una amplia variedad de síntomas.
Los más habituales incluyen dolor de garganta intenso, dificultad o dolor al tragar, fiebre, escalofríos, dolor de oído e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello.
En algunos casos, las amígdalas pueden verse enrojecidas, hinchadas o con puntos blancos, lo que indica la presencia de pus.
Cómo detectarlo
El diagnóstico se basa principalmente en la exploración física; en ella, el médico observa el estado de las amígdalas y de la garganta.
Para confirmar si la causa es bacteriana, se puede realizar un cultivo faríngeo o una prueba rápida de detección de estreptococos, mediante un hisopo que se pasa por las amígdalas y la parte posterior de la garganta.
Tratamiento
El tratamiento depende del origen de la infección. En los casos virales, el manejo se centra en aliviar los síntomas mediante reposo, hidratación abundante, gárgaras con agua tibia y sal, y analgésicos o antipiréticos para reducir el dolor y la fiebre.
Beber zumos fríos, infusiones o caldos tibios puede brindar alivio adicional. Si se confirma una causa bacteriana, se prescribe penicilina u otros antibióticos adecuados.
Por qué tratarlo correctamente
La amigdalitis, aunque generalmente es una enfermedad leve y autolimitada, puede causar molestias importantes y complicaciones si no se trata correctamente.
Las claves para prevenir esta infección son mantener una buena higiene, evitar el contacto con personas enfermas y fortalecer el sistema inmunológico con una alimentación equilibrada. Consultar al médico ante los primeros síntomas es fundamental para un diagnóstico preciso y un tratamiento eficaz.