“Comprender los mecanismos del sistema inmunitario es una herramienta crucial para vivir más y mejorar nuestro bienestar”, apunta el inmunólogo Alfredo Corell. En su última publicación, Inmunidad en forma, explica por qué nuestras defensas en ocasiones fallan, al tiempo que nos dice el modo de ponerlas a prueba para desterrar de una vez por todas los tan temidos inmunofakes y recuperar para siempre el control de nuestras defensas.
QUIÉN ES
Alfredo Corell Almuzara (Madrid, 1963) es facultativo especialista en inmunología, catedrático de universidad y miembro de la Sociedad Española de Inmunología. Como divulgador ha colaborado en numerosos medios de comunicación y participa asiduamente en plataformas de desmentidos de bulos sobre salud enMaldita.es, EFE-Verifica, Salud sin bulos y Newtral. En 2018 fue nombrado Mejor docente universitario de España. Es Premio CSIC-Fundación BBVA a la comunicación científica y está incluido en la lista Forbes como uno de los cien españoles más creativos del mundo empresarial.
Inmunidad suena a algo heredado, que madura los primeros años y es así para toda la vida. ¿Es una visión muy estática de la defensiva inmunológica de nuestro cuerpo?
Sí. Aunque lo más importante se defina en los primeros años de vida, el sistema inmunitario está en constante cambio. Se nace con un sistema inmunitario inmaduro y los dos primeros años son cruciales en el entrenamiento de las defensas. A lo largo de la vida, conforme nos topamos con distintas infecciones el sistema inmune se va adaptando como el resto de nuestro organismo, hasta que finalmente envejece. El ritmo de envejecimiento es distinto en los dos sexos; en hombres envejece un poco antes en un proceso bastante abrupto hacia los 50 años; por eso en varones es frecuente la aparición de tumores a esa edad y también de enfermedades infecciosas. En la pandemia Covid, los hombres tenían mayor riesgo de sufrir covid severo; en las mujeres esto se produce a partir de los 60 años y es más gradual, no tan abrupto, manteniendo muchos años un sistema inmunitario potente. Eso hace que las mujeres tengan enfermedades, en vez de por defecto, como en el caso de los varones, por exceso de defensas. Y padecen más alergias y más enfermedades autoinmunitarias.
La genética familiar y la vivencia epigenética (familiar y entorno social), ¿qué porcentaje de responsabilidad comparten en una buena inmunidad?
La genética no se puede cambiar, lo que heredamos de nuestro padre y madre estará en nuestros cromosomas para toda la vida; pero la epigenética, que modifica la expresión de estos genes heredados, sí que puede modularse con hábitos y actividades saludables, bien para mejorar bien para empeorar. Es importante entender que es dúctil, flexible, que puedo realizar actividades y tener hábitos que mejoren mis defensas.
Nuestro entorno tan higienizado hace que el sistema inmunitario no se entrene”
Además de sueroterapia y vacunación, ¿es posible entrenar nuestras defensas como si fuera una vacuna autoproducida?
La sueroterapia pasiva y la vacunación activa te entrenan exclusivamente para defenderte de un agente infeccioso concreto. De hecho, la sueroterapia lo que nos pone son anticuerpos, inmunoglobulinas producidas por otro individuo para defendernos puntualmente durante tres o cuatro semanas de un agente infeccioso y estar protegidos solo frente a esa infección. La vacunación nos inocula un microorganismo incompleto, que no nos infecta, pero sí entrena el sistema inmunitario, aunque solo frente al organismo concreto inoculado. Por esto, al decir entrenar las defensas, yo hablo de un entrenamiento mucho más amplio, no para una infección en concreto, sino para estar protegido frente cualquier eventualidad. Porque tenemos amenazas no solo exteriores, como los agentes infecciosos, sino que también están las internas, cuando una célula se transforma, muta, que se nos escapa su control reproductor y se produce un crecimiento anómalo de lo que llamamos un tumor. Así que sí se puede entrenar, pero de un modo general, no para un agente infeccioso concreto.
Para mantener en forma la inmunidad cita la edad, genética, género, dieta, ejercicio, sueño suficiente… ¿Hay un orden preferencial en este vademécum?
Algunos factores de los que mencionas no son entrenables, por ejemplo, la genética y la edad, y quedan fuera. Sí se pueden entrenar la alimentación, ejercicio físico, higiene del sueño, estrés, consumo de tóxicos y el abuso de tecnología. No priorizaría ninguno sobre otro, pero quizá los más relevantes serían el ejercicio físico, la alimentación y el sueño. A estos les daría prioridad, siendo el sueño el gran olvidado de la población española.
Los médicos citan el intestino (“segundo cerebro”) como fundamental en nuestra salud, ¿también en nuestra inmunidad activa?
Sí. Porque en el intestino se toman decisiones trascendentes todos los días. Ante una sustancia extraña, el sistema inmunitario responde, lo tolera o no. En el intestino tenemos un sistema inmunitario muy especializado, y si nos entra un alimento que no es apropiado tiene que decidir si se tolera o rechaza, de modo que la higiene intestinal y la buena microbiota son imprescindibles para que el sistema inmunitario intestinal funcione bien.
El deterioro de la salud mental en nuestra sociedad avanza tras la pandemia. ¿Tiene relación con el debilitamiento de nuestras defensas inmunológicas?
Puede tener alguna conexión secundaria colateral, pero no es primario. Es verdad que el eje cerebro-sistema nervioso central-sistema inmunitario es muy potente y los sistemas se comunican y mandan señales. De modo que ante una situación de mucha ansiedad esto se refleja en úlceras en la boca, nos provoca diarrea, conjuntivitis, catarros… Sucede porque el sistema inmunitario se resiente por la ansiedad. Lo contrario también es cierto, cuando el sistema inmunitario está en marcha y está desatendiéndose de un agente infeccioso se mandan señales al cerebro para que actúe; por ejemplo, la fiebre, el aumento de la temperatura corporal es consecuencia de estas señales, así que están en continua comunicación. Una mala salud inmunitaria es probable que afecte a la salud mental, pero no será el motivo principal.
¿El orden patológico es mala dieta y poco descanso que provocan declive inmunitario, o es a la inversa, primero declina la inmunidad y después llega la mala salud?
No es a la inversa. Son los malos hábitos –mal sueño, mal ejercicio y mucho estrés– lo que nos lleva al declive del sistema inmunitario. Y este declive nos llevará a padecer más infecciones y más alergias, porque las enfermedades autoinmunitarias no son contrapuestas, una cosa va continua a la otra. Si no tenemos un sistema vigilante nos pueden aparecer tumores, pero no aparecería como segundo síntoma la depresión o cosas de salud mental.
¿Por qué aumentan tanto entre nosotros las enfermedades autoinmunes, las alergias y las inmunodeficiencias?
Hay un doble motivo para que estemos detectando más últimamente. Uno es que hemos mejorado los sistemas de diagnóstico. Y, por otro lado, estamos viviendo cada vez en un mundo más esterilizado. En los niños, durante los dos primeros años de vida, es fundamental el entrenamiento del sistema inmunitario, pues lo tienen inmaduro. Si este entrenamiento no se produce adecuadamente, las herramientas de ese sistema inmunitario pueden volverse en contra. Por ejemplo, de pequeño yo tuve lombrices, hoy los niños no las tienen porque no juegan con la tierra ni con animales de granja, se juega en superficies de corcho. Esa falta de entrenamiento hace que las defensas, en lugar de actuar como debieran, se vuelvan contra nosotros: son las enfermedades autoinmunitarias; o bien contra sustancias que debieran ser inocuas como, por ejemplo, el polen y los alimentos y se producen las alergias. A esto se denomina la hipótesis de la higiene; vivimos en un entorno cada vez más higiénico y más estéril que lleva a que el sistema inmunitario no se entrene adecuadamente.
Bien conocido en la literatura científica, ¿por qué ha decidido saltar al libro de divulgación? ¿Combatir a terraplanistas de vacunas, contrarrestar inmunofakes…?
En buena parte sí, lo que pasa es que yo hacía divulgación en otros medios audiovisuales, en televisión, en periódicos y redes sociales, y eso llega a determinado sector consumidor de los medios de comunicación. Con el libro llegamos a otro sector, que tal vez no es tan televisivo, pero es un buen lector y complementa mi labor divulgadora. Aquí me meto muy a fondo en explicar cómo funciona el sistema inmunitario para luego explicar cómo se puede entrenar. Pero el objetivo final es darle al lector herramientas, conocimiento para que cuando le llegan los mensajes de sustancias inmunomilagrosas sepa hasta dónde se puede creer y hasta dónde no.
Todos necesitamos la pila de la inmunidad, ¿a quién dirigiría con especial dedicación su libro para lograr mejor inmunidad ante agresiones exteriores e interiores?
El libro está dirigido a todos los públicos, pero quiero hacer especial mención a las personas que se sienten débiles porque son mayores o porque tienen alguna enfermedad y piensan que no se puede hacer nada. Siempre se puede hacer algo cambiando los hábitos. Siempre es mejor levantarse del sofá y subir escalones que quedarse en el sofá sin hacer ejercicio físico. Insisto mucho en la alimentación, en lo positivo que es incorporar en la dieta, si no lo están haciendo ya, un probiótico al día, bien un yogur, un kéfir, o una leche batida con bacterias del yogur y lactobacilus que son muy habituales. Está demostrado que aumentan las defensas y está asociado a la longevidad porque mejora la microbiota del intestino y en consecuencia todo nuestro organismo.