Con la llegada del verano y el buen tiempo, miles de guipuzcoanos acuden a piscinas y playas para refrescarse, nadar o simplemente disfrutar del agua.
Entre las prácticas más comunes está la de abrir los ojos bajo el agua. Sin embargo, esta costumbre puede tener consecuencias negativas para la salud ocular.
Aunque las piscinas están tratadas con cloro para mantener el agua desinfectada, no contienen únicamente agua y productos químicos controlados. Al nadar, es inevitable que el agua se mezcle con otros elementos como sudor, restos de maquillaje, cosméticos, piel muerta, suciedad, orina y otras sustancias que dejan los bañistas.
Cuando el cloro entra en contacto con estas impurezas, se generan compuestos químicos llamados cloraminas, que son responsables del típico olor fuerte de algunas piscinas y, sobre todo, de la irritación ocular. Estas cloraminas son mucho más agresivas que el cloro por sí solo, y pueden provocar alteraciones en la película lagrimal del ojo.
¿Qué es la película lagrimal?
La película lagrimal es una capa muy fina y delicada que recubre la superficie del ojo. Su función principal es proteger, lubricar y mantener la salud de la córnea y la conjuntiva, además de facilitar una visión nítida. Cuando abrimos los ojos en un entorno contaminado, como el agua de una piscina, las cloraminas pueden desequilibrar esta barrera natural, dejándola expuesta a irritaciones y microorganismos.
Como resultado, es frecuente experimentar sensación de arenilla, picor, escozor, enrojecimiento e incluso visión borrosa después de nadar. En casos más graves, esta práctica puede favorecer la aparición de conjuntivitis o infecciones oculares, especialmente si se nada sin gafas.
¿Y en la playa?
Aunque en el mar no hay cloro, el agua salada también puede afectar los ojos, sobre todo si hay partículas en suspensión como arena o residuos biológicos.
El contacto con la sal marina, además de producir escozor, puede alterar el pH ocular y secar la superficie del ojo si se mantiene una exposición prolongada.
¿Cómo proteger los ojos al nadar?
Para cuidar la salud ocular durante el verano, se recomienda seguir algunas medidas preventivas:
- Usar gafas de natación bien ajustadas, tanto en piscinas como en el mar.
- Evitar el uso de lentillas en el agua, ya que pueden favorecer infecciones.
- No abrir los ojos bajo el agua.
- Lavar los ojos con agua limpia después de nadar.
- En caso de síntomas persistentes, consultar a un oftalmólogo.
Teniendo todo esto en cuenta, es importante tener presente que aunque abrir los ojos bajo el agua pueda parecer inofensivo, los riesgos para la salud ocular son reales y evitables. Adoptar hábitos de protección sencillos puede marcar una gran diferencia para disfrutar del verano sin poner en peligro la vista.