La menstruación es una experiencia mensual que atraviesan millones de mujeres en todo el mundo.

Más allá de los aspectos físicos y emocionales que conlleva, también implica un coste económico que, con el paso del tiempo, puede ser considerable.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el gasto medio anual en productos de higiene íntima asciende a unos 50 euros por persona, aunque esta cifra puede variar en función del tipo de sangrado, la duración del ciclo y el tipo de producto utilizado.

Tradicionalmente, los tampones y las compresas han sido los productos más utilizados durante la menstruación. Sin embargo, estos artículos, aunque prácticos y accesibles, tienen un doble impacto: económico y medioambiental.

Se trata de productos de un solo uso que deben renovarse varias veces al día durante varios días, todos los meses. Este consumo constante no solo genera un gasto económico continuo, sino también una importante cantidad de residuos.

La alternativa: más sostenible y económico

En este contexto, la copa menstrual se ha consolidado como una alternativa cada vez más popular. Este pequeño recipiente se introduce en la vagina para recoger el flujo menstrual.

A diferencia de los tampones y las compresas, no absorbe el sangrado, sino que lo almacena, permitiendo vaciarlo cada 8 a 12 horas, dependiendo del flujo.

Aunque su coste inicial ronda los 20 a 30 euros, su duración puede superar los cinco años, lo que supone un ahorro significativo a medio y largo plazo.

Desde el punto de vista medioambiental, la copa menstrual también ofrece grandes ventajas. Según datos de Ecologistas en Acción, los productos desechables como tampones y compresas pueden tardar más de 300 años en descomponerse.

Esto implica que los residuos generados por una sola persona menstruante a lo largo de su vida fértil (que puede durar entre 30 y 40 años) alcanzan cifras preocupantes. La copa menstrual, al ser reutilizable, reduce drásticamente la cantidad de residuos generados, convirtiéndola en una opción mucho más ecológica.

La copa menstrual permite reducir tanto los costes como el impacto ambiental Pixabay

Mayor higiene

Además del ahorro económico y el menor impacto ambiental, la copa menstrual es también una opción más higiénica.

Al no alterar el pH vaginal ni resecar las mucosas como pueden hacerlo algunos tampones, reduce el riesgo de infecciones. No obstante, su uso requiere una curva de aprendizaje y una buena higiene durante su manipulación.

En definitiva, aunque la menstruación sigue siendo un gasto ineludible, existen alternativas como la copa menstrual que permiten reducir tanto los costes como el impacto ambiental. Promover el acceso a estos productos, así como ofrecer información clara y accesible sobre su uso, es clave para avanzar hacia una menstruación más sostenible, económica y saludable.