Hasta hace un tiempo, el mundo de los juguetes era un terreno reservado exclusivamente a los más pequeños; sin embargo, jóvenes y adultos irrumpen ahora con fuerza en este mercado. La industria del entretenimiento ha sabido ver esta tendencia y los adultos suponen ya el 26% del total de consumidores de juguetes en todo el país.

Para definir esta realidad se utiliza el término kidult, una combinación de kid (niño en inglés) y adult (adulto) y, aunque no es nuevo, marca ahora una tendencia al alza. Esta palabra se refiere a esos jóvenes y adultos que compran juguetes no para niños sino para ellos mismos, artículos que les marcaron en su infancia y que de alguna forma les devuelven a la niñez. 

La psicóloga infantil Clara de Asís Ramos, colaboradora de Colorbaby, señala que el término kidults abarca a personas de entre 25 y 50 años, o más, que por afición o coleccionismo quieren recuperar juegos y juguetes de su infancia en una nueva versión adaptada a ellos; juegos de mesa o de construcción, artículos de colección o figuras de acción que quizás no tuvieron en su infancia y que ahora económicamente se pueden permitir.

Padre e hijo sentados en el suelo juegan con un coche teledirigido.

¿Síndrome de Peter Pan?

Aunque el hecho de que los adultos jueguen con juguetes pueda parecer un signo de inmadurez, De Asís asegura que no es así. "Aunque tienen ciertas similitudes con el síndrome de Peter Pan (un adulto que actúa como un niño), la principal diferencia radica en cómo se manifiestan estas tendencias en la vida cotidiana de los individuos", apunta. 

La psicóloga explica que "mientras los kidults pueden disfrutar del coleccionismo y la nostalgia como parte de sus pasatiempos o aficiones sin que esto interfiera en sus responsabilidades adultas, el síndrome de Peter Pan implica una resistencia más profunda a asumir los roles y responsabilidades propios de la edad adulta. Esto incluye una evitación activa del compromiso laboral, emocional o social y una tendencia a mantenerse en un estado de inmadurez emocional".

Una adolescente abraza a un oso de peluche.

De Asís señala que los juguetes representan objetos cargados de significado emocional y simbólico y su adquisición puede estar relacionada con la búsqueda de una gratificación emocional impulsada por la nostalgia, queriendo revivir experiencias emocionales positivas asociadas con la infancia. 

"El acto de coleccionar puede servir para mantener un vínculo con el pasado y preservar la identidad personal a lo largo del tiempo. También puede haber una motivación social, ya que el coleccionismo puede facilitar la conexión con otros aficionados y promover la participación en comunidades de intereses compartidos", resume la experta.

De esta forma, aunque los juegos se relacionen con la infancia, ha quedado demostrado que no es una actividad solo de esta etapa; el juego es mucho más que el valor educativo y pedagógico que aporta. 

Beneficios

Entre los aspectos positivos de jugar con juguetes en la edad adulta están:

- Reducción del estrés. Permite relajarse y mejorar el estado de ánimo.

- Fomento de la creatividad. Involucrarse en proyectos creativos estimula la imaginación

- Salud mental. Revivir aspectos de la infancia puede proporcionar confort y seguridad y ayudar a manejar la ansiedad y la depresión.

- Enriquecimiento personal. Los juegos pueden enriquecer el conocimiento y mejorar las habilidades cognitivas.

Piezas de un juego de construcción esparcidas por el suelo.

- Socialización. Unirse a comunidades en línea o a eventos donde las personas comparten intereses comunes promueve amistades e intercambio de experiencias.

- Fortalecimiento de la resiliencia. Encontrar satisfacción en actividades sencillas ayuda a manejar desafíos.

- Conexión con los niños. Compartir actividades puede fortalecer los lazos familiares.

- Comunicación intergeneracional. Los intereses comunes pueden facilitar la conexión entre generaciones.

En definitiva, ser un kidult ofrece la posibilidad de desconectar de la rutina diaria y es una forma muy sencilla de mantener cuerpo y mente en forma