El sistema inmunitario es el mecanismo de defensa del cuerpo frente a microorganismos infecciosos (bacterias o virus) o sustancias que considera extrañas o dañinas. Este sistema reconoce y ataca a estos gérmenes que podrían ser los responsables de causar enfermedades o infecciones a través de una serie de procesos que conforman lo que conocemos como respuesta inmune, defendiendo a nuestro cuerpo de estos posibles ataques. 

Los expertos recuerdan la importancia de cuidarlo más allá de las vacunas, poniendo en valor el papel de la microbiota en el cuidado de la salud.

Un cuerpo sano está preparado para poner en funcionamiento su sistema inmune ante la agresión de patógenos. Mientras nuestro sistema inmune funciona de forma correcta y eficiente no nos damos cuenta de qué servicio nos hace, pero si deja de funcionar correctamente, es decir, no está en equilibrio y pierde efectividad, los patógenos y sustancias extrañas a nuestro organismo pueden causarnos problemas y enfermedades.

En ocasiones, hay situaciones en las que el funcionamiento del sistema inmunitario de las personas sanas puede verse comprometido por ciertos factores que hacen que disminuyan sus defensas. 

“El estrés continuado, los cambios de estación, los estilos de vida poco saludables, con poca actividad física, dietas inadecuadas y desequilibradas, o no descansar correctamente pueden llegar a debilitar y desequilibrar el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario afectando la capacidad del cuerpo para combatir enfermedades”, explica la doctora Ana Ortiz, gerente del Área de Salud de Grupo Farmasierra.

La importancia de la microbiota

Por ello, los expertos consideran importante recordar que la microbiota y el sistema nervioso central se comunican de forma bidireccional a través de un conjunto de vías de señalización al que se ha llamado eje intestino-cerebro. 

La doctora Ortiz es tajante: “Se trata de un complejo sistema de comunicación que involucra a los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico. Y es que en el intestino se encuentran algunas de las células que producen anticuerpos, las encargadas de identificar y atacar cualquier amenaza hacia nuestro organismo. Según algunos estudios, controlar hábitos como la dieta, el ejercicio físico, el descanso o el nivel de estrés puede ayudarnos a reforzar el sistema inmunológico”.

Cómo influye el estrés

El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana, y es que se trata de una respuesta natural y positiva ante una situación que percibimos como amenaza o desafío, y desencadena una respuesta de alerta en el cuerpo necesaria para hacerles frente y generar recursos y soluciones para la supervivencia diaria. El problema surge cuando esta situación se convierte en crónica llevando a las personas a sufrir un desgaste emocional y físico acusado, y alterando, en consecuencia, el funcionamiento correcto del eje intestino-cerebro.

Cuando nos estresamos se produce en nuestro organismo una cascada de acontecimientos biológicos a nivel hormonal y neuronal que provocan alteraciones en la segregación de sustancias como el cortisol, la prolactina o la serotonina, muy relacionadas con la regulación de los estados anímicos, los ciclos del sueño, la percepción del dolor, etc.

Cambios estilo de vida

Una de las hormonas del estrés, el cortisol, desempeña un papel crucial al actuar sobre receptores específicos en las células inmunitarias. En este sentido, la doctora Ortiz explica que “una de las consecuencias más graves del estrés se produce sobre el sistema inmune. El cortisol, producido por las glándulas suprarrenales, es uno de los grandes supresores del sistema inmune, que aumenta en situaciones de estrés. Los niveles altos de cortisol pueden afectar a la capacidad del sistema inmunológico para responder eficazmente a las amenazas, reduciendo la producción de linfocitos, que a su vez produce una bajada de las defensas dejando al organismo debilitado y más propenso a sufrir enfermedades”.

Para ayudar a manejar el estrés y revertir esta situación, los expertos recomiendan practicar técnicas de relajación que ayuden a reducir los niveles de cortisol y a equilibrar el sistema inmunitario. También es importante mejorar la calidad del sueño y mantener un estilo de vida activa.

“Además, la suplementación con ciertas cepas probióticas específicas podría repercutir positivamente en nuestro equilibrio emocional y nuestra salud mental al ejercer un efecto modulador sobre el funcionamiento del eje intestino-cerebro, disminuyendo la inflamación intestinal causante de este trastorno”, concluye Ortiz.