Muchos de los accidentes que tienen los ancianos suelen producir heridas y fracturas de difícil curación, a lo que hay que sumar que se rompe el equilibrio en el organismo, acortando notablemente la vida del accidentado. Además, según el tipo de lesión, se convierten en una carga para sus familiares. Aquí va una serie de recomendaciones para prevenir los accidentes domésticos:

Caídas. Son frecuentes y en gran parte inevitables. La casa tendrá que estar preparada para evitarlas y para mitigar el daño en caso de que se produzcan. Una superficie alfombrada o enmoquetada es más estabilizadora que una con baldosas. Además, tiene la ventaja de absorber gran parte de la fuerza de la caída, reduciendo con ello el riesgo de fracturas.

Hay que eliminar los obstáculos en las zonas bajas. Cuando una persona anda, mira al frente y normalmente ve lo que hay delante de él, pero es muy fácil que no vea los obstáculos que se encuentran por debajo de las rodillas. Cuidado sobre todo con las mesitas bajas de salón.

Calzado. Se debe usar un buen calzado, sin punteras puntiagudas, con tacón ancho y una suela gruesa y porosa. Además, tiene que haber espacio suficiente entre la suela y la piel del empeine, y debe tener contrafuerte, para sujetarse al pie. Es muy importante no usar zapatos ni zapatillas tipo chancleta.

Escaleras. Se recomienda subir las escaleras de casa andando, siempre que se pueda, y sin embargo bajarlas en ascensor. Una caída en las escaleras siempre es seria y peligrosa, y a pesar de ir bien agarrado a la barandilla, si falla una rodilla, si se pisa mal o se resbala, la mano, en personas obesas, con artrosis, debilitadas, etc., no tiene la fuerza suficiente para sostener el cuerpo.

En este caso, al ir agarrado al pasamanos, incluso se puede producir un daño mayor, ya sea por un estiramiento forzado en el hombro del brazo que se agarraba a la barandilla, como por el giro que se produce en la caída. 

En caso de bajarlas andando, lo mejor es hacerlo de lado, escalón a escalón, y agarrándose a la barandilla con las dos manos. Así hay doble fuerza de sujeción, más estabilidad del cuerpo y el pie se apoya entero, no sólo la punta. Si sólo hay barandilla en uno de los lados y tiene que subir o bajar con el pie malo, debe retirarlo hacia atrás, para que no estorbe y subir o bajar el escalón con el pie bueno.

Al levantarse. Al levantarse de la cama, primero hay que sentarse con los pies fuera y hacer unos movimientos de piernas. Estirar y encoger las piernas unas cuantas veces y mover también la cintura ayudará a evitar una caída. Después, levantarse manteniendo las pantorrillas en contacto con la cama. Si en ese momento se tiene un mareo se caerá en la cama, sin hacerse daño. Cuando se encuentre seguro, empezar a caminar.

Si llaman a la puerta no hay que levantarse bruscamente, porque puede que llegue antes al suelo que a la puerta. Tampoco levantarse de golpe para coger el teléfono.

Si se levanta por la noche a orinar, y es hombre, no lo haga de pie, mejor sentado. No se recomienda cerrar con pestillo la puerta porque si se cae no le podrán ayudar.

Vestirse. Tampoco hay que vestirse o ponerse los zapatos estando de pie. Al levantar una pierna se perderá el equilibrio y se caerá. Mejor sentado en una silla, metiendo las piernas en la falda o el pantalón. Después, ya de pie, se puede continuar. Para ponerse los zapatos también mejor sentado y apoyando el pie en una silla o banqueta.

No moverse con miedo. Cuando un anciano tiene miedo a caerse, se cae. Y se cae en la dirección opuesta a la que teme caerse. Si consigue no caerse cuando va acompañado, y sin que le ayuden, podría hacerlo solo, siempre que se convenza. Si alguien le ayuda debe confiar en él y quitar el miedo, porque si no hará, inconscientemente, todo lo posible por caerse… y arrastrará a su ayudante en la caída.

Cada cual debe saber cuales son sus limitaciones. Muchas veces hay una gran diferencia entre lo que uno quiere hacer y lo que en realidad puede hacer. Se evitarán así caídas estúpidas –no confundir con caídas tontas–.

El mobiliario. Tiene que estar a una altura mínima de 45 cm, la de una silla normal. Si está más baja, se pueden calzar las patas de la cama con unos tacos de madera. Lo mismo vale para las butacas y sofás. En cuanto a las sillas, mejor los diseños con brazos, que pueden ayudar a sentarse y a levantarse, y protegen de caídas por los lados.

Antes de sentarse en la silla o en la cama, debe acercarse a ella hasta tocar con las pantorrillas el borde de la misma. Se producen muchas caídas por sentarse en el borde o en una esquina. 

Si se notan signos de mareo –visión borrosa, ganas de vomitar, inestabilidad, sudor frío, etc.– quédese donde está. Siéntese o túmbese en el suelo. No vaya al cuarto de baño ni a la habitación para echarse un rato hasta que se le pase, porque en el camino se mareará y se dará un buen golpe.

Pérdida de reflejos. Con la edad y con las lesiones se pierde masa ósea, muscular y neuronal. Se tiene menos fuerza en las extremidades, disminuye la estabilidad y se pierden reflejos. Tropezones que antes no acabarían en caída, ahora sí. Pero no toda la pérdida se debe al envejecimiento o las lesiones, una gran parte es debida al poco uso de la musculatura y a la disminución de actividades que exigen atención. Suele haber grandes diferencias entre ancianos que han llevado una vida física y mentalmente activas, que entre quienes no lo han hecho.

Esta situación se debe corregir con ejercicio, tanto físico como intelectual. La mejoría puede que no sea muy grande, pero al menos se retrasa la pérdida de facultades.